¿Dónde están los civiles ucranianos secuestrados por Rusia?
10 de marzo de 2024Mykyta Horban se atora. "Dame un momento", pide, tomando una larga pausa. "Lo siento, es muy difícil". Tras un instante, consigue seguir hablando sobre lo que vivió como prisionero en una cárcel controlada por Rusia. Su mirada está vacía, fija en el techo de una sala de conferencias del Parlamento Europeo en Bruselas.
Un europarlamentario lituano, Petras Austrevicius, invitó a Horban y otras víctimas de la invasión rusa a Bélgica para compartir sus relatos. "Dos años atrás, los rusos llegaron a nuestra aldea en Ucrania. Nos tomaron prisioneros a mi padre y a mí, nos interrogaron y nos torturaron, me rompieron los dedos con un destornillador", recuerda Horban.
Hasta hoy no sabe por qué se los llevaron. Nunca fueron acusados de nada. Horban habla sobre cómo sus piernas resultaron heridas en el secuestro, dejándolo casi incapacitado para caminar. En Kursk, donde fue llevado, dice que fue obligado a dormir al aire libre, bajo un frío glacial, sin zapatos. Posteriormente los dedos de los pies congelados le fueron amputados en una prisión.
"Me dejaron ir debido a mis heridas", cree Horban. Fue parte de uno de los intercambios por prisioneros de guerra rusos. Después de seis semanas pudo volver a su pueblo natal. ¿Su padre? "No sabemos dónde está", responde en voz baja.
Al menos 1.500 secuestrados
Olha Reshetylova, directora de la Iniciativa Ucraniana de Medios para los Derechos Humanos, trata de encontrar una respuesta para esta pregunta. Su organización ha estado luchando por los civiles capturados por las fuerzas rusas, y ha podido rastrear el paradero de unas 1.500 personas, "rehenes civiles", como los llama ella. Reshetylova, sin embargo, estima que la cifra es mucho mayor. En la mayoría de los casos, nadie se entera de los hechos.
Su organización no tiene contacto con la mayoría de ellos, reconoce Reshetylova. A veces, explica, se enteran del destino de los detenidos por los relatos de quienes ya fueron liberados. Estas personas son detenidas y encerradas de forma arbitraria, sin cargos ni procedimientos formales, y la mayoría son mantenidos en territorio ucraniano ocupado, aunque también hay casos de personas llevadas a campos en Rusia.
El parlamentario Austrevicius apoya a la organización de Reshetylova y quiere generar conciencia sobre los ucranianos desaparecidos con actividades en Bruselas y visitas in situ. "Esta gente existe", dice a DW. "No debemos negarles la categoría de rehenes civiles, que son tomados por los ocupantes rusos. Hay que recordarlos", apunta.
Temor por la vida de su marido
Olha Babych, esposa del secuestrado Oleksandr Babych, cuenta que ni siquiera pudo despedirse de su marido. Los soldados rusos lo secuestraron por ser el alcalde de Hola Prystan, en Jersón, hace dos años. Lo capturaron en el ayuntamiento, donde al parecer lo retuvieron y torturaron durante varios días. Olha recuerda que él le garabateó una nota en un trozo de papel higiénico. "Te amo. No sé qué va a pasar".
Desde entonces, no ha hablado con él ni recibido una carta, ni siquiera un mensaje de texto. La primera señal de vida la recibió en el verano de 2022, cuando se enteró de que su marido estaba aislado en un centro de detención en Crimea. Según su testimonio, el hombre no ha sido acusado de ningún cargo ni tampoco ha sido visitado por abogado alguno.
Babych dice que su marido había organizado la resistencia contra los ocupantes durante los primeros meses de la guerra. Por eso cree que querían silenciarlo. Ahora espera que la Unión Europea pueda ofrecer ayuda, y quizás incluso negociar un intercambio de prisioneros. Es por eso, relata, que decidió hablar en público de su historia, aun cuando sabe que se pone en peligro y puede convertirse en objetivo de las fuerzas de seguridad rusas.
La UE debe presionar más
Reshetylova pide una misión internacional liderada por Naciones Unidas para negociar la liberación de los rehenes civiles restantes. "Esperamos que la UE imponga más sanciones personales a quienes han cometido los crímenes, como los jefes de las prisiones donde se encuentran estas personas retenidas", dice. "El primer paso es generar conciencia sobre el problema", añade, recordando que "esto no es solo una deportación, sino detención arbitraria con tortura, con muerte en cautiverio".
Reshetylova está convencida de que crear conciencia puede tener éxito. En noviembre estuvo en Skopje, Macedonia del Norte, en el Consejo Ministerial de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE). El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, estuvo presente, lo que causó el boicot de algunos países.
Mientras estuvo ahí, Lavrov tuvo que escuchar duras críticas a la invasión a gran escala desplegada por Rusia. Unos días después, varios detenidos por los que abogaba la organización de Reshetylova, fueron puestos en libertad. Obviamente ella no está segura de que ambos hechos, las críticas oídas por Lavrov y la liberación, estén relacionados. Pero al menos la parte rusa respondió, dice. La conclusión que saca es que "es mejor hacer famosos a los seres queridos. Eso aumenta la posibilidad de que sean liberados".
(dzc/lgc)