EE.UU.-América Latina: promesas y desaires
24 de marzo de 2011El presidente estadounidense, Barack Obama, abandonó esta semana, con dos horas de adelanto, su gira de cinco días por tres países latinoamericanos. Sus asesores se esforzaron por mostrar –dentro y fuera de EE.UU.– a un mandatario tan preocupado por la crisis en Libia como por impulsar la recuperación del liderazgo de su país en la región vecina, lo que también se presenta como “una nueva era de relaciones en igualdad de condiciones”.
Además de Brasil, el socio mayor en el subcontinente, y Chile, un aliado ya consolidado; la visita a El Salvador “envió una señal de que hay una izquierda moderada con la que EE.UU. puede cooperar, sin que ello se vea afectado por el rumbo ‘antichavista’ con que se identifica la política norteamericana en la región”, dijo a Deutsche Welle Günther Mailhold, subdirector de la Fundación Ciencia y Política (SWP) en Berlín.
La gira fue un intento por reubicar a América Latina, al menos a nivel de discurso, “entre las prioridades de la agenda política de EE.UU.”, aseguró Mailhold. “La agenda fue fundamentalmente económica, para marcar cierta presencia ante la creciente influencia de China en América Latina”, considera, sin embargo, Leslie Wehner, politólogo del Instituto GIGA de Estudios Latinoamericanos de Hamburgo.
Pero las expectativas latinoamericanas eran más altas. Brasil no recibió apoyo explícito a su candidatura como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. El discurso a América Latina –pronunciado desde Chile– fue recibido sin entusiasmo y tildado de “burocrático” y “generalista” por varios medios de prensa y ambos expertos entrevistados por Deutsche Welle. Además chocó con la crítica de varias figuras y organizaciones políticas de la región, al coincidir con la asunción temporal del mando por parte de EE.UU. en la ofensiva militar internacional en Libia. En medio de todo, fue quizás El Salvador el más satisfecho con ciertos gestos financieros y simbólicos en esta visita.
Brasil: ¿socio mayor?
EE.UU. estaba sobre todo interesado en el comercio bilateral con Brasil, pues ya existe un tratado de libre comercio con Chile, aunque China es ahora el primer socio comercial de ambos. Pero Obama no hizo, ni en Brasil ni en Chile, “ofertas específicas para relanzar la agenda bilateral como podría ser la remoción de las barreras agrícolas”, insistió Wehner. Aunque sí se firmaron una serie de protocolos, entre los que destacan acuerdos de cooperación con Brasil en temas energéticos.
En términos políticos, Brasil esperaba que EE.UU. apoyara su candidatura como miembro permanente del Consejo de Seguridad, así como Obama lo hizo antes con India. Pero, si “en el caso de India está claro que ésta puede ser un contrapeso contra la emergencia china, potenciar a Brasil puede ser contraproducente para EE.UU., que sigue viendo a Latinoamérica como parte de su esfera de influencia”, sostuvo Wehner, especialista en política exterior latinoamericana.
“La decisión estadounidense de no comprometerse con Brasil tiene detrás, entre otras razones estratégicas, “la estrecha conexión EE.UU.-México, a través del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), pues el Gobierno mexicano tiene aspiraciones similares a las brasileñas”, destacó Mailhold, experto en política internacional, desde Berlín.
El Salvador: gesto simbólico y compromiso financiero
La política migratoria, de seguridad y de desarrollo económico estuvieron en el centro de las conversaciones entre Obama y el presidente salvadoreño, Mauricio Funes, primer presidente de izquierdas democráticamente electo tras la guerra civil (1980-1992). Obama es también el primer presidente norteamericano que visita el país desde entonces, cuando EE.UU. apoyó y financió al Gobierno militar de derecha frente a la izquierdista guerrilla rebelde.
Obama anunció ayudas de 200 millones de dólares para un programa centroamericano de seguridad que contemplaría, a diferencia de sus antecesores, no sólo capacitación policial y judicial, sino también estrategias de prevención. El “Triángulo del Norte de Centroamérica”, formado por El Salvador, Honduras y Guatemala, es considerado actualmente una de las regiones más peligrosas del mundo.
“En términos simbólicos, tanto para El Salvador como para Chile, hay un reconocimiento al avance de la democracia institucionalizada y no a los personalismos en un contexto democrático”, señala Leslie Wehner, investigador de origen chileno radicado en Hamburgo. El caso de Chile, “es significativo porque tras su cambio de Gobierno de la izquierda a la derecha, las políticas de Estado se han mantenido inalteradas, con una ruta de respeto al libre comercio, los derechos humanos y la democracia”, agrega el experto.
Relaciones EE.UU.-América Latina: ¿hacia dónde?
Ni siquiera la presencia de actores extraregionales como China, Rusia o Irán, es observada como peligro para el rol de los EE.UU. en la región, sugiere Mailhold, “pues esos países persiguen proyectos económicos que no parecen derivar hasta ahora en influencias políticas”. De ahí que EE.UU. “priorice sus intereses de seguridad en el Caribe”, advierte el subdirector de la fundación alemana Ciencia y Política. Eso sí, sin perder de vista al gigante brasileño.
“Latinoamérica sigue siendo un actor secundario en la política exterior norteamericana”, asegura también Wehner. Pese a la expectativa generada por Barack Obama, la agenda sigue marcada por “las percepciones de seguridad de EE.UU., los temas clásicos de la migración y el combate al narcotráfico, una realidad para algunos países, pero no para todos”, agrega el experto del Instituto de Estudios Latinoamericanos de Hamburgo.
Así, además del desaire a Argentina, justificado por la cercanía de las elecciones presidenciales en ese país, quedó también pendiente la visita del presidente estadounidense a Colombia, probablemente por la incapacidad de su administración para cerrar un tratado de libre comercio con la nación sudamericana, bloqueado por el Congreso. Ello pese a que EE.UU., como Europa, no quiere perder terreno comercial frente a China.
Autora: Rosa Muñoz Lima
Editor: Pablo Kummetz