EE.UU. y Cuba retoman conversaciones migratorias
17 de julio de 2013Estados Unidos ha dicho a Cuba quiere discutir cara a cara "muy pronto" el incidente en torno al barco norcoreano interceptado en Panamá y que según admitió La Habana transportaba armamento "obsoleto" hacia Corea del Norte, adelantó este miércoles (17.07.2013) la portavoz alterna del Departamento de Estado, Marie Harf.
El tema, sin embargo, no empañó la nueva ronda de conversaciones migratorias bilaterales que se reanudaron poco después en Washington. El encuentro, el primero tras dos años de interrupción de estas citas regulares, estuvo presidido por el subsecretario adjunto de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Edward Alex Lee, y por la directora de Estados Unidos del Ministerio de Exteriores de Cuba, Josefina Vidal.
"La reunión se desarrolló en un clima respetuoso", informó la delegación cubana, según la cual en el encuentro "se revisó la marcha de los acuerdos migratorios vigentes entre los dos países" y "se evaluaron los principales resultados de las acciones emprendidas por cada una de las partes y de forma conjunta para enfrentar la emigración ilegal y el tráfico de emigrantes".
Aunque fueron anunciadas hace un mes, la celebración de estas conversaciones había sido puesta en duda tras el incidente en Panamá. Pero, pese a las voces que reclamaban en Washington la suspensión inmediata de las conversaciones, el gobierno norteamericano se ha mostrado hasta ahora cauto sobre la posibilidad de que el material cubano interceptado pueda suponer una violación de las resoluciones de Naciones Unidas que prohíben el comercio de armas con Corea del Norte.
Cautela en Washington, pese a reclamos
Hay que "obtener más datos sobre lo que pasó, dónde y qué exactamente había en el barco, así que nos reservamos opiniones hasta que hayamos hecho una determinación en ese sentido", había dicho la víspera el portavoz del Departamento de Estado Patrick Ventrell. Así que el Departamento de Estado se negó a suspender la reunión migratoria, argumentando, según su portavoz adjunta, Marie Harf, que se trata de un "proceso continuado" importante para Washington porque "una imigración segura va en interés de Estados Unidos".
"Han ayudado a gente que quiere hacernos daño a Estados Unidos, y esto no es más que otro ejemplo", aseguró sin embargo el senador demócrata por Florida, Bill Nelson, a una emisora local de Miami. También su colega de bancada y partido, Bob Menéndez, crítico con cualquier gesto de la Casa Blanca hacia La Habana, consideró en la cadena Univisión que el incidente "debe abrir los ojos a la administración de que Cuba no tiene buena voluntad hacia Estados Unidos". Y la congresista republicana y reconocida anticastrista cubanoestadounidense Ileana Ros-Lehtinen había reclamado previamente la suspensión "inmediata" de la cita migratoria "hasta que (Cuba) dé respuestas claras y coherentes sobre este incidente".
“Consistente” con los intereses de EE.UU.
El gobierno de Barack Obama ha subrayado en todo momento que este tipo de encuentros "no representan un cambio significativo en la política estadounidense hacia Cuba", tal como insistió el Departamento de Estado al anunciar tanto las conversaciones migratorias que ahora comienzan como las destinadas a buscar la reanudación del correo postal directo bilateral celebradas en junio.
La última ronda de conversaciones migratorias, la cuarta, tuvo lugar en enero de 2011 en La Habana. Después de seis años de pausa, Cuba y Estados Unidos habían reanudado estos contactos tras la llegada a la Casa Blanca de Obama en 2009. La cita de 2011, sin embargo, se vio ya empañada por el caso del contratista estadounidense Alan Gross, cuyo encarcelamiento en La Habana se ha convertido en los últimos años en el principal obstáculo para un acercamiento entre la isla y el país norteamericano.
Hasta la nueva interrupción de los encuentros, Cuba había venido buscando un nuevo acuerdo migratorio con Estados Unidos, después del que ya suscribieron en 1994 a raíz de la llamada "crisis de los balseros", cuando miles de cubanos llegaron a costas norteamericanas a bordo de embarcaciones precarias. Desde entonces, Estados Unidos se compromete a conceder cada año 20.000 visados a cubanos para facilitar una salida ordenada de la isla, mientras que Cuba acepta de vuelta sin represalias a aquellos que son devueltos por las autoridades estadounidenses.
"Seguir garantizando una migración segura entre Cuba y Estados Unidos es algo consistente con nuestro interés en promover mayores libertades y un creciente respeto a los derechos humanos en Cuba", argumentó el Departamento de Estado el mes pasado sobre la nueva cita migratoria.
RML (dpa, Reuters)