Egipto: ¿se extiende la "Revolución del Jazmín"?
29 de enero de 2011“No sirve de nada encarcelar a personas o bloquear el flujo de información. Tenemos que conseguir llegar a un diálogo pacífico en Egipto, pues por supuesto que la estabilidad del país es de extraordinaria importancia, pero no al costo de la libertad de expresión”, declaraba la canciller alemana, Angela Merkel, en una conferencia de prensa celebrada en el Foro Económico Mundial de Davos el pasado viernes.
Merkel, como su ministro de Exteriores, Guido Westerwelle, pidieron “un desarrollo democrático” en el país árabe, pues la violencia contra quienes reclaman libertades “sólo puede engendrar extremismo y fundamentalismo”, advirtió Westerwelle en Berlín, el mismo político que el pasado año, durante una visita de Mubarak a Alemania, lo elogiara como “hombre de gran sabiduría y mirada firme hacia el futuro”.
De cara a las actuales protestas y tras los acontecimientos en Túnez, Europa recomienda apertura a los gobiernos árabes involucrados y se pregunta si las revueltas se extenderán, presas del efecto dominó.
Europa y EE.UU., a sabiendas…
Tanto los gobernantes europeos como los norteamericanos saben hace mucho cuál es la situación de la democracia, las libertades civiles y los derechos humanos en general a orillas del Nilo. Pero Mubarak mantiene a raya a los islamistas y ha sido una pieza clave para garantizar la paz con Israel. El Gobierno egipcio era visto con buenos ojos en Occidente. Su ejército fue armado y entrenado por Estados Unidos para garantizar la estabilidad de esta nación pro-occidental.
En lo que toca a Europa, “no es que los gobiernos y la Unión Europea hayan apoyado abiertamente a los dictadores del mundo árabe, sino que cuidaron el contacto con estos países. Por supuesto que no siempre se ha aplaudido el comportamiento de quienes ostentan el poder pero, por otro lado, tampoco se querían dar lecciones de moral”, opina Dominique Baudis, director del parisino Instituto para el Mundo Árabe y asesor del presidente francés.
Gabinete renuncia, pero protestas continúan
Las protestas continuaron en Egipto por quinto día consecutivo este sábado (29.01.2011). Miles de manifestantes no se dieron por vencidos en la capital, El Cairo, y tampoco en ciudades como Alejandría y Suez. Continuaron exigiendo obstinadamente la renuncia del presidente, a pesar de que ello le ha costado la vida a más de 100 personas y heridas por lo menos a unos 1.000, según reportes de la televisora árabe Al-Yazira.
Pero el presidente ha rechazado los llamamientos a su dimisión. En su lugar ordenó la de su gabinete, que lo obedeció en pleno, dando vía libre a la formación de un casi íntegramente "nuevo" Ejecutivo, con excepción del propio presidente.
“Pedimos una verdadera democracia y derechos civiles, pero nada de esto ha sido respondido”, dijo a la agencia de noticias dpa Mohamed el Beltagui, un líder del proscrito grupo opositor Hermanos Musulmanes. Tampoco el premio Nobel de la Paz sometido a arresto domiciliario, Mohamed El Baradei, o el resto de los manifestantes aceptan la “respuesta” de Mubarak.
Entretanto, el Gobierno alargó el toque de queda, que será efectivo entre las cuatro de la tarde del sábado y las ocho de la mañana del domingo. Los teléfonos móviles funcionan por momentos e Internet sigue bloqueado, como consecuencia de restricciones impuestas sobre todo en grandes ciudades para evitar la difusión de las protestas.
¿Se extiende el olor a jazmín?
La llamada “Revolución del Jazmín” – que condujo en Túnez al derrocamiento del ahora antiguo presidente, Zine el-Abidine Ben Ali, y al establecimiento de un Gobierno de transición que se prepara para convocar a elecciones – pareciera haber contagiado a sus vecinos en Egipto, una nación físicamente mayor, con un aparato estatal y de seguridad también superior. Y está por ver si las revueltas acaban aquí como en Túnez o como el pasado año en Irán.
“Los motivos para una revuelta de este tipo existen por todas partes en el Magreb”, explica Francis Ghiles, del Centro de Estudios Internacionales de Barcelona. Sin embargo, no es tan fácil que el desenlace tunecino se extienda como en un “efecto dominó” a las vecinas Marruecos y Argelia.
Más temprano o más tarde…
En Marruecos, el rey Mohamed VI goza de una sólida base de poder, su rol como máximo líder espiritual de los musulmanes marroquíes refuerza su legitimidad, comenta a Deutsche Welle el experto barcelonés. Sin embargo, de la mitad de la población marroquí, que no rebasa los 25 años, alrededor del 40 por ciento está desempleado. Los militares y los servicios secretos tienen una fuerte presencia en la vida diaria.
En Argelia ya volaron piedras, gases lacrimógenos y cócteles Molotov por el alza del precio de los alimentos este enero. Tres cuartos de los habitantes tienen mmenos de 30 años y no hallan trabajo, vivienda, perspectivas. El país es rico en petróleo, pero las diferencias sociales son enormes, destaca Ghiles, y apenas existe esa clase media que tan importante papel jugó en las protestas de Túnez.
Por otra parte, los militares y los servicios secretos argelinos están estrechamente ligados al poder político y al negocio con los recursos energéticos, así que tendrían mucho que perder con una revolución. En caso de emergencia, asegura Ghiles, el Ejército argelino – a diferencia del tunecino – dispararía a los manifestantes. La última guerra civil le costó 200.000 almas a este país.
No obstante, “si se repiten acontecimientos como los más recientes en Argelia, los de hace unos años en Marruecos o ahora mismo en Túnez y Egipto, los gobiernos tienen que sacar sus propias conclusiones”, insistió Ghiles, “de lo contrario, todo podría explotar como una olla de presión”, aunque esto quizás sólo ocurra más tarde. “Si no hay una redistribución de la riqueza, si los 10.000 más ricos se siguen comportando de esa forma tan arrogante" agregó el experto, "la revuelta llegará”.
Autores: M. Durm (Cairo)/ A. Göbel (Rabat)/ R. Muñoz Lima
Editora: Luna Bolívar Manaut