El activista por el clima
17 de julio de 2012
Hay algo que no cambió, Matthias Rischau nos recibe con un pocillo lleno de trocitos de manzanas y peras recién picadas colocado sobre la mesa de la cocina, "para mi es un placer", afirma. El padre de familia con tres niños nos recibe con la misma calidez como lo hizo hace seis años, detrás de la barra de su local de comida rápida orgánica de Berlín, que fue quizá el primero en toda Alemania. En aquella época, su empresa creció muy rápido y al poco tiempo ya contaba con cinco sucursales. Él quería salvar el clima y mejorar la alimentación con comida vegetariana y con productos orgánicos de la región. Sin embargo, la empresa llamada Gorilla entró en quiebra tres años más tarde. Quizá el plan de convencer a los ciudadanos de Berlín de las ventajas de la comida vegetariana fue demasiado ambicioso. Quizá sus estándares ecológicos eran demasiado altos. Quizá el mercado todavía no estaba listo para tal proyecto.
Cuando se trata de proteger el clima, a Matthias Rischau no le gustan las cosas a medias. Ahora pinta caras con "pintura de guerra" para la "lucha por el clima", sostiene. Su meta es inspirar a las personas para que cada una contribuya con su pequeño grano de arena a la protección medioambiental. "Las personas tienen que aprender a servir de ejemplo para los demás", dice, y apuesta por afrontar el cambio climático con un cambio cultural.
La senda verde
Junto con su compañero de lucha Robert Felgentreu y algunos voluntarios, Matthias Rischau organiza exposiciones en lugares públicos, para convencer a los transeúntes de dos cosas: en primer lugar, de que se comprometan a protejer el clima personalmente; en segundo lugar, de que sirvan de ejemplo para otras personas y las convenzan de que también participen activamente en la protección medioambiental. La anterior vez, Matthias Rischau y sus colaboradores estuvieron en una zona comercial de Hamburgo con fotos grandes de las personas comprometidas a actuar en favor del clima. Matthias Rischau pinta franjas verdes en el pómulo de cada participante que promete buscar un proveedor de electricidad de fuentes renovables, o comer menos carne o dejar de utilizar bolsas plásticas. Quien convence a un amigo o conocido recibe también una franja en el otro pómulo. La segunda franja la puede pintar uno mismo y Matthias Rischau no puede controlar si la persona realmente cumple su compromiso. Sin embargo, él confía en que las personas cumplan su promesa y se conviertan así en un ejemplo para los demás. Su proyecto se llama "La senda verde" (The Green Path) y el principio básico es "yo actúo y convenzo a los demás".
Él exhorta a los protagonistas a que le envíen una foto que conserve el momento en que logren convencer a otra persona de que tome el camino verde, el momento en el que ambos, el modelo y su seguidor, se pintan una franja verde en su pómulo, representando la promesa mutua de proteger el clima.
Unidos para contrarestar el cambio climático
Las franjas verdes en los pómulos son una alusión obvia a la pintura de guerra de los indios norteamericanos. Para Matthias Rischau, la lucha por el clima se asemeja a la conquista del lejano oeste y a la destrucción de la cultura de los indios norteamericanos. De ahí que él pregunta a los transeúntes "¿indio o cowboy? ", ¿proteger el clima o destruirlo? "No cualquiera decide pintarse la cara", afirma, por ello, el pintarse la cara es un símbolo imponente para convencer a los demás de la importancia de la lucha por salvar el clima.
Pero ¿las franjas verdes de las buenas intenciones benefician realmente al clima? Matthías Rischau responde con humildad y admite que se plantea esa pregunta todos los días. Luego afirma, "es como una obra de teatro que tiene sólo dos espectadores que aplauden con mucho entusiasmo". Él trabaja en este proyecto porque está convencido de que se necesita una nueva cultura de protección medioambiental y de que las grandes conferencias, que además producen grandes emisiones de CO2, no van a salvar el clima.
El cambio cultural sólo será posible si hay suficientes personas que sirvan de ejemplo para los demás. Además, es necesario que los medios informen sobre el tema. "Los informes positivos y los modelos de comportamiento son una gran inspiración", sostiene, y habla además sobre la moral y el efecto de los modelos de comportambiento, sin que sus palabras suenen patéticas.
La propuesta sigue siendo la misma
Los cambios que él propone no son nada nuevo, son demandas que los activistas del clima ya conocen. Sin embargo, siguen siendo temas candentes: regresar a la agricultura regional en vez de mantener la producción de carne global industrializada, generar electricidad de fuentes renovables, consumir menos energía, hacer que el transporte sea ecológico, utilizar más la bicicleta, tomar el tren, dejar de utilizar el auto y tomar menos vuelos.
Matthias Rischau reconoce que hoy en día es muy difícil llevar un estilo de vida completamente respetuoso del medio ambiente. Quizá eso sólo lo logre el hombre que conoció en el parque urbano de Berlín que optó por una vida al aire libre, sin posesiones y lejos del consumismo. Un climatólogo también tiene que tomar un vuelo de vez en cuando, pero lo mínimo que puede hacer es tratar de compensar los efectos negativos de los vuelos, haciendo una donación a organizaciones como Atmosfair, por ejemplo. Además, puede poner todo su empeño en producir menos de 11 toneladas de CO2 anuales, que es el promedio de la huella individual de carbono en Europa.
Matthias Rischau sostiene que se necesita también renunciar a ciertas comodidades. Sin embargo, muchas veces se gana un beneficio en la calidad de vida que mejora cuando se anda mucho en bicicleta, por ejemplo. El apasionado activista utiliza la bicicleta incluso durante el duro invierno de Berlín. Cuando el termómetro marca temperaturas bajo cero, él simplemente se pone las gafas de esquí para protegerse del viento y la nieve.
Él se siente como un solitario incorformista al exigir a los demás llevar una vida como la suya, ya que "todo lo que a mi me importa va en contra de la corriente general". Sin embargo, las agencias gubernamentales ya sugieren todas las medidas propuestas por el activista. "Las instrucciones en los folletos de la Agencia Federal del Medio Ambiente son incluso mucho más radicales", dice.
Berlín, la capital verde
¿Es aún posible salvar el clima? Matthías Rischau cree que sí y tiene la esperanza de que así sea por sus tres hijos. Él sostiene que el nacimiento de sus hijos lo transformó de hedonista en un activista medioambiental. Los cambios que se están llevando a cabo en Alemania son muy alentadores para él. Incluso los gigantes de la industria ya han dado un giro y apuestan por métodos de producción respetuosos del clima; otros se están retirando de la energía atómica e invierten en las energías renovables. Muchas personas en Berlín se han convertido en un ejemplo para otros ambientalistas. Sin embargo, "ya es hora de que Berlín realmente se proponga convertirse en una capital verde y se ponga la meta concreta de lograr crear una sociedad que no dañe el clima hasta el año 2050", sostiene.
Según Matthias Rischau, cada uno de los actos contribuye a lograr la meta de hacer de Berlín una ciudad que no dañe el ambiente. Lo que cuenta "es la suma de todas las acciones". El activista ambiental Matthias Rischau lucha por lograrlo con las franjas verdes y sus convicciones.
Autor: Jan Michael Ihl/CS
Editor: Emilia Rojas-Sasse