Catherrine Leclery en carnaval: "Todos somos drag queens"
19 de febrero de 2020Barra de labios, rímel, polvos compactos… En los próximos 45 minutos André se transformará en Catherrine. Como casi todos los días. Y conoce al dedillo cada paso para hacerlo: peluca, zapatos de tacón, un disfraz elegante… "Es la hora del show, baby", dice. Catherrine Leclery ya está lista para la velada.
Un generoso salario
"Todos venimos desnudos al mundo, todo lo demás es ser drag queen”, reza una conocida frase de RuPaul, un moderador de la televisión estadounidense que además crea tendencias en la escena drag. Catherrine Leclery también lo tiene claro. "Todos somos drag queens. Hay mujeres que se maquillan cuando acuden a un bar, se ponen tacones altos, joyas y se hacen bonitos peinados. Los hombres se cuidan la barba y se ponen elegantes. Todo eso es una forma de ser drag”, dice Leclery, que se considera a sí mismo un artista. "Me encanta transformarme y sorprender a la gente de forma positiva”.
Catherrine Leclery nació en el sur de Brasil y recibió el nombre de André. En 1995 viajó junto a su madre a Alemania de vacaciones y para visitar a una amiga en Düsseldorf. En la maleta, llevaba el billete de vuelta a su país y una peluca. Pero las cosas no salen como estaban planeadas. Una tarde acudió a un bar brasileño en Düsseldorf, donde fue descubierto. Pocos días después, tenía ante sí un contrato de trabajo. "Pensé: ‘Oh, qué generoso, ¿ese es mi salario mensual?' 'No', me dijo el organizador. ‘Ese es tu sueldo diario'. Me di la vuelta, le di un beso a mi madre y le dije: 'Aquí me quedo”.
Desde entonces, Catherrine Leclery actúa no solo en Alemania, sino por todo el mundo. El pasado año fue especial, ya que Catherrine fue la primera drag queen que bailó en la carroza principal del carnaval de Río de Janeiro. Un gran honor y también un gran paso hacia la aceptación y la tolerancia. Aunque la ciudad de Colonia se ha convertido en su hogar, Leclery celebra el carnaval en Brasil. En Renania, el carnaval es un gran acontecimiento, pero "en Brasil no necesitamos caipiriña para divertirnos. Llevamos el baile y el ritmo de la samba en la sangre. La gente en Alemania necesita mucha cerveza para relajarse. Y siempre me deja atónito que ya a las 12 del mediodía muchos estén borrachos, justo cuando todo acaba de empezar. Eso me parece una pena”. Pero las cosas no fueron fáciles en Brasil durante su infancia.
Más amor y respeto, por favor
Sin maquillaje, peluca y zapatos de tacón, André relata su infancia en Brasil: "Era negro, pobre y homosexual. Hay que ser muy fuerte y tener los huevos muy bien puestos para luchar y seguir adelante. Y decirse a uno mismo una y otra vez: ‘Me da igual lo que los demás piensen. Yo sigo adelante con mi camino”. Su padre abandonó a su familia cuando André tenía 10 años y su madre no aceptaba su homosexualidad, e incluso intentó enviarlo a un siquiatra. En cambio, su abuela, con quien creció durante mucho tiempo, siempre lo apoyó y lo aceptó como era. André tuvo que aprender rápidamente a lidiar con las reacciones homófobas. "No solo en Brasil, también en Alemania. Incluso aquí en Colonia, que se supone que es una ciudad ‘liberal'. Hoy la gente es muy agresiva, creo que necesita algo más de amor”, dice.
Ese es el deseo de Catherrine Leclery: más aceptación de las diferencias. Y asegura que los transexuales lo tienen aún más difíciles que las drag queens. Al fin y al cabo, estas se transforman en un personaje, hacen un espectáculo y se presentan como artistas. "Pero los transexuales no son bien vistos ni en la calle, ni en el trabajo. No son aceptados, ni comprendidos”.
"Mamá, ¿qué es eso?"
Leclery quiere que la gente la conozca de cerca. En su trabajo en el restaurante "Oscar”, en Colonia, habla casi a diario con los comensales. "En ocasiones quieren hacerse fotos conmigo, otras veces se quedan parados, pero, cuando se dan cuenta de que otras personas me besan y abrazan, también quieren un beso mío. Y hay otra gente muy arrogante y desvergonzada”. Pero, en estos casos, Leclery reacciona de forma amable, aunque firme. Lo único que pide es respeto.
Y lo que le parece más bonito es cuando los niños les preguntan a sus papás: "Mamá, ¿qué es eso? ¿Un hombre o una mujer?” Los padres suelen parecer incómodos y Leclery trata de contestarles, porque opina que a los niños hay que darles respuestas. "Les digo: ‘¿has estado en el circo y has visto los payasos pintados y con nariz roja? Eso es un artista y yo soy lo mismo, pero sin nariz roja'. Los padres suelen darme las gracias. Solo si damos explicaciones a los niños, crecerán más abiertos y sin prejuicios. Porque, al fin y al cabo, de una manera u otra, todos somos drag queens”.
(ms/cp)