El carnaval se extiende por Alemania
11 de noviembre de 2007Llueva o truene, los fanáticos del carnaval son en extremo puntuales. Este domingo, 11 de noviembre, llovió, pero para eso están los paraguas: justo a las 11 horas con 11 minutos, los carnavaleros dieron por inaugurada la “quinta temporada” del año, es decir, la época de carnaval. Decenas de miles de princesas, payasos y otros personajes multicolores saludaron en Colonia, Düsseldorf y Bonn la llegada de esta época de diversión, que culmina el lunes previo al Miércoles de Ceniza con el desfile del Rosenmontag (Lunes de las Rosas).
La región de Rin se vuelca pues desde ya a la magia del carnaval. Y la tradición renana, que antes sólo se contemplaba con cierta extrañeza en otras partes de Alemania, comienza por lo visto a contagiar a los habitantes de otras regiones. Por ejemplo, a los berlineses.
El Rin en Berlín
Todo comenzó con el traslado del gobierno a Berlín. Cerca de 40.000 personas tuvieron que mudarse entonces del apacible Bonn, ubicado junto al Rin, a las orillas del Spree. Y, por supuesto, les costó su tanto aclimatarse. Extrañaban los platillos regionales, la cerveza de Colonia (Kölsch) y, por supuesto, el carnaval.
Dos empresarios del área gastronómica se dieron cuenta de la oportunidad que brindaban esas nostalgias renanas y abrieron un local que intenta trasladar la atmósfera y el sabor de Bonn a Berlín. “Ständige Vertretung” (Representación permanente) se llama el bar en cuestión, en alusión al nombre que se le daba antaño a la representación diplomática germano occidental en la RDA. Entretanto, el local tiene ya filiales en Hamburgo, Hannover, Leipzig y Bremen.
En el año 2001 tuvo lugar el primer desfile de carnaval en Berlín y uno de los fundadores de la “Ständige Vertretung” fue coronado príncipe. Desde entonces el movimiento ha seguido creciendo y el año pasado ya había 22 asociaciones carnavaleras en la capital de Alemania.
Hamburgo en la mira
La próxima meta es llevar los sones del carnaval al frío norte, concretamente a Hamburgo. Hasta ahora, sólo resuenan en el interior del bar renano, donde se entonan los típicos cánticos de Colonia, que los hamburgueses tratan de aprender. No sólo el dialecto, sino también la idiosincracia del Rin resulta difícil de asimilar en el puerto nórdico. Pero si hay algo que a la larga puede contagiar hasta al más flemático, es el buen humor renano. Por lo menos eso es lo que creen los impulsores de la iniciativa de exportar el carnaval a todo el país.