Reina por un año
6 de diciembre de 2010Un buen vino vale oro, eso lo sabe todo conocedor, los buenos vinos son altamente valorados, sobre todo en tiempos de incertidumbre económica, cuando los compradores buscan inversiones seguras. Así como el oro tiene un valor intrínseco, los buenos vinos son altamente cotizados por las mismas razones. Pero también los buenos vinos necesitan promoción.
Cada año los viticultores alemanes coronan a una reina cuya misión es viajar alrededor del mundo para promocionar las bondades de los vinos alemanes. La coronación sigue una vieja tradición comenzada en la región del Palatinado en 1931, donde se encuentra la ruta de los vinos alemanes y donde se coronaba hasta 1949 a la reina alemana del vino.
La 62a reina del vino
A partir de 1949 cada región vitivinícola corona a su propia reina y todas compiten por el título nacional. En octubre pasado fue coronada Mandy Grossgarten, finalista entre doce candidatas a la corona de vides y reina 62 en la larga tradición. Lo decisivo no fue tanto su belleza como su conocimiento sobre la explotación vitivinícola, la bodega y los viñedos en los valles del Rin y el Mosela, donde el cultivo de la vid se remonta a los tiempos de los romanos que dejaron su huella en la zona, donde todavía pueden visitarse sus prensas, lagares y monumentos.
Además, cada candidata debe diferenciar claramente el aroma y sabor de cada uva, ya sea de vino tinto o blanco. En Alemania un 20,2 % de la superficie de cultivo es de la variedad Rieslig, seguido por la uva Müller Thurgau. También se cultivan las uvas tintas Borgoña tardía azul, Dornfelder, Silvaner, y otras.
La ganadora de la corona tiene que dar muestra de su temple y someterse a un examen sobre sus conocimiento ante cámaras de televisión, a final de cuentas su trabajo durante los posteriores doce meses será hablar y convencer a los grupos más diversos, dentro del país y en el extranjero, sobre las cualidades de los vinos alemanes. La coronación de la reina del vino es un evento seguido con atención sobre todo en el sur del país.
La reina sonríe y trabaja
A partir de su coronación comienza el trabajo duro para la reina, que tiene que representar a uno de los símbolos más importantes de la cultura y la economía alemana. Eso lo sabe la predecesora de Mandy Grossgarten, que tuvo que viajar tres veces a Asia, dos a Estados Unidos y numerosas ocasiones a países europeos vecinos.
Han pasado los tiempos en los que la reina sonreía y posaba conformándose con el papel de chica guapa y blanco de las miradas. Desde que tuvo al cetro Heike Schmitt en 1978 y corrigiera al entonces presidente alemán Walter Scheel, que elogió el vino francés pero poca idea tenía del vino alemán, la reina es una figura importante y reconocida por sus representados.
El papel de reina le ofrece una excelente formación en la materia y con ello un buen potencial profesional, como se vio en la trayectoria de Julia Klöckner, reina del vino en 1995, actualmente diputada por Renania Palatinado en el Parlamento alemán, que podría convertirse en jefa del Gobierno de dicho Land alemán en las próximas elecciones.
“El reinado de doce meses deja una marca indeleble en una, se aprende a hablar en público y a ser ciudadana del mundo”, afirma Klöckner, quien reconoce que no sería ahora lo que es si no hubiera sido reina del vino.
Autor: Günther Birkenstock/ Eva Usi
Editor: José Ospina Valencia