Polonia enfrentada

"Wawel no", gritan quienes se han concentrado frente al arzobispado de la ciudad. Son unas 2.000 personas y protestan contra la decisión de que los restos mortales de Lech Kaczynski y su esposa María descansen en el castillo anexo a la catedral de Wawel, que se alza sobre una colina, en lo alto de Cracovia, como símbolo de la cultura e historia polacas. "Varsovia es para los presidentes, Wawel para los reyes", puede leerse sobre una pancarta.

"Lo natural sería que Kaczynski recibiera sepultura en la catedral de Varsovia, junto a los restantes presidentes de Polonia", dice Jan Widacki, jurista y uno de los diputados que sienta la izquierda en el Parlamento polaco. "Enterrar a Kaczynski en Wawel supondría un acto fuera de lo normal y llevaría a establecer automáticamente una determinada interpretación de su presidencia, y eso es precisamente lo que deberíamos de evitar".

Al parecer, Widacki no está solo con su opinión. Pasado el dolor y la estupefacción iniciales, algunos polacos empiezan a preguntarse si, más allá de la trágica muerte, la actividad política del presidente que acaban de perder es realmente merecedora de tanta pompa, o si en medio de la tragedia está siendo mitificando ciegamente.

Al lado de Jozef Pilsudski

Jozef Pilsudski fue el primer jefe de Estado de la República de Polonia: para un pueblo que tanto tuvo que luchar por su independencia y su derecho a constituir un país, alguien muy significativo. A su lado se están instalando ya los ataúdes para Lech y María Kaczynski, y los carteles que portan los críticos también dicen "Kaczynski no merece ese honor".

Y no sólo la oposición y quienes se manifiestan frente la arzobispado consideran Wawel como el lugar equivocado para la sepultura de los Kaczynski. Entre artistas, intelectuales e incluso dentro de la misma Iglesia católica se han oído voces en contra. El mítico cineasta polaco Andrzej Wajda instó a los eclesiásticos a que retrocedieran en tan controvertida decisión, que fue tomada conjuntamente con la familia del presidente.

"No son verdaderos patriotas"

Ni siquiera una semana ha logrado el pueblo polaco mantenerse unido en tiempos difíciles, lamenta el ex ministro de Exteriores Daniel Rotfeld. "Es una lástima que se haya desatado este enfrentamiento", dice, "el sentimiento de unidad nacional que observábamos desde el sábado debería haber durado un poco más, y no quedar hecho pedazos ya con el entierro".

La elección de Wawel como lugar para el sepelio es ya irrevocable. Si la ceniza del volcán islandés que enturbia el espacio aéreo europeo lo permite, jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo planean desplazarse a Cracovia el próximo domingo para asistir al último adiós al matrimonio Kaczynski. Echar atrás todo el dispositivo desplegado sería una tarea difícilmente realizable.

Mientras tanto, el Partido Ley y Justicia, al que pertenecía el fallecido presidente, trata como puede de defenderse de los ataques, y de rumores como que fue Jaroslaw Kaczynski, el ex primer ministro polaco, quien presionó para que su hermano gemelo recibiera sepultura en Cracovia.

"Lech Kaczynski, que realmente fue un gran patriota, permanecerá para siempre en la memoria si es enterrado en Wawel. Esta decisión la tomaron personas inteligentes y los manifestantes no quieren aceptarlo. No sé qué decir, pero a mí me parece que no son verdaderos patriotas", acusó Andrzej Duda, miembro de la presidencia polaca.

"Wawel divide a los polacos", titula el diario Gazeta Wyborcza, y el rotativo Dziennik va aún más lejos: "Guerra polaco-polaca por Wawel", escribe.

Autor: Ludger Kazmierczak/ Luna Bolívar

Editor: Pablo Kummetz