La tecnología limpia se abre paso en África
11 de junio de 2013África ha sido duramente golpeada por el cambio climático una y otra vez. De ahí que el continente ha intensificado sus esfuerzos por impulsar la investigación e innovación para hacer frente a este problema. En Kenia, por ejemplo, se fundaron instituciones de investigación como el “Climate Innovation Centre” (Centro de Innovación para el Clima) y la “East Africa Climate Innovation Network” (Red de Innovación Climática de África del Este). Asimismo, la Unión Africana estableció en 2012 un órgano asesor en temas de ciencia, tecnología e innovación, el “Panel on Science, Technology and Innovation”. El objetivo es desarrollar una investigación científica que se enfoque en África y elaborar soluciones a la medida del continente. Calestous Juma es el copresidente de este consejo asesor.
Juma nació en Kenia, y es catedrático en Harvard donde dicta la materia de “Prácticas de Desarrollo Internacional”. En el marco de su cátedra, dirige dos proyectos: el Proyecto de Ciencia, Tecnología y Globalización y el de Innovación Agrícola en África. Asimismo, Juma es fundador del “African Centre for Technology Studies” (Centro Africano de Estudios Tecnológicos) en Nairobi. El investigador ha escrito ampliamente publicaciones sobre ciencia, tecnología y desarrollo sostenible.
En una entrevista por correo eléctrónico, Juma explicó a Global Ideas los retos y las oportunidades que plantea el cambio climático al continente africano. También habló acerca de las fuerzas impulsoras detrás de la dinámica actual de las innovaciones, del papel de las universidades africanas en este ámbito, y explicó por qué el pensamiento dogmático impide el desarrollo de todo el potencial científico del continente.
Global Ideas: ¿Considera que en África el ambiente es cada vez más propicio para la investigación del clima?
Calestous Juma: Siempre ha habido un interés en la investigación sobre el clima e innovación desde un punto de vista africano. Ya desde 1970, África ha sido muy consciente de las consecuencias de la inestabilidad climática. Esto se debe especialmente a las persistentes sequías y consecuentes crisis de hambrunas que ocurren. El hecho de que la agricultura sea la base de la economía también ha contribuido a la creciente sensibilización sobre el cambio climático. Principalmente porque el sector agropecuario da empleo al setenta por ciento de la población en muchos países.
El año pasado, el Banco Mundial creó el “Climate Innovation Center” en Kenia para apoyar a los empresarios que trabajan en tecnologías verdes y para fomentar el diálogo sobre el cambio climático en la región. ¿Qué piensa sobre este tipo de iniciativas?
La ayuda proveniente de instituciones como el Banco Mundial sería mucho más efectiva en África si estos nuevos centros se crearan dentro de las universidades establecidas. De este modo, los centros se podrían beneficiar del apoyo adicional de la facultad y en particular de los estudiantes. Al crear entidades independientes, las instituciones internacionales dan una impresión negativa sobre el posible papel de las universidades locales. Esto tiende a generar resentimiento por parte de estas entidades que están siendo marginadas del proceso. Existe una amplia evidencia que muy buenas ideas provenientes de las universidades africanas han sido rechazadas. Realmente no tiene ningún sentido hablar del clima africano y de una agenda de investigación sobre la innovación sin tomar en cuenta a los centros de aprendizaje del continente, que son las universidades.
Pero hay también ejemplos positivos. Yo trabajo con el gobierno de Eslovenia en pos del desarrollo ecológico en África promoviendo la investigación de biopolímeros. Hemos optado por integrar nuestros esfuerzos con los de las instituciones ya existentes. A través de la Universidad Jomo Kenyatta de Agricultura y Tecnología de Kenia, esta iniciativa se vinculará con el sector privado regional, con las instituciones gubernamentales y con las redes internacionales de centros de investigación de las universidades.
¿Cuáles son los factores que frenan la investigación e innovación en África?
Creo que una de las principales barreras para la investigación sobre el clima es el pensamiento dogmático. Hay una tendencia general a disociar el crecimiento económico de la investigación sobre el clima. Esto no solamente menoscaba la importancia del tema, sino que también limita la participación de otros actores, especialmente del sector privado. Muchas de las soluciones a la problemática podrían provenir de grupos que no necesariamente se enfocan en la investigación sobre el clima. Las personas que están promoviendo la eficiencia energética puede que tengan una motivación económica, pero su trabajo podría brindar importantes contribuciones a la agenda climática.
Otro aspecto del pensamiento dogmático es la tendencia a enfocar y reducir gran parte de la investigación sobre el clima a las emisiones de CO2. Debemos recordar que África cuenta con una base industrial pequeña, y como consecuencia genera pocas emisiones de CO2. Muchas más personas se harían eco del problema si se lo colocara dentro del contexto de la degradación ecológica que es mucho más amplio.
¿Cómo puede África aportar su propia contribución a la investigación del clima global?
África tendrá que incorporar los aspectos relevantes al clima en sus principales planteamientos de desarrollo, por ejemplo en la agricultura e infraestructura. El vínculo entre la agricultura y el cambio climático va en ambos sentidos. En primer lugar, es probable que el cambio climático afecte drásticamente al sector agropecuario africano, que depende en gran medida de las lluvias. Por otro lado, el diseño de los sistemas agrícolas tendrá que tomar más en cuenta el cambio climático. Y es aquí donde se necesita la investigación. Es decir que se necesita un enfoque de aproximación a las redes globales de investigación de las universidades, e impulsar un intercambio, vinculando a los agricultores, las empresas, agencias estatales y comunidades locales entre sí. Fundamentalmente, la agenda africana de investigación sobre el clima se debería centrar más en desarrollar soluciones y apostar por la innovación.
Sin embargo, considero que la contribución más importante que África podría hacer es abordar los desafíos económicos y al mismo tiempo reducir el impacto medioambiental. Esta es la base fundamental del desarrollo sostenible.
El imponer al continente rígidos requisitos ecológicos sin tener en cuenta las necesidades económicas no dará resultado. Los países industrializados han dejado un legado de polarización entre los objetivos económicos y ecológicos, pero África puede evitar tomar el mismo camino.
¿En qué áreas cree usted que la innovación e investigación en África están contribuyendo en la lucha contra cambio climático?
África vibra de energía emprendedora e interés por la innovación. Y gran parte de su potencial radica en saltarse etapas en los avances tecnológicos, lo que a su vez beneficia indirectamente a la innovación desde un punto de vista ecológico. Por ejemplo, el uso generalizado de teléfonos móviles en todo el continente supone beneficios directos e indirectos. El sector de las telecomunicaciones dejaría una huella ecológica mucho más grande si ese mismo nivel de conectividad fuese proporcionado por las líneas de teléfono fijas tradicionales. El “ahorro ecológico" que brinda la tecnología móvil todavía está por ser cuantificado. Asimismo, la energía fotovoltaica es ejemplo los beneficios directos. La necesidad de suministrar energía a las torres de celulares y de cargar los teléfonos móviles es lo que ha impulsado el uso de la energía solar.
¿Entonces está diciendo que muchas de las innovaciones de bajo costo, como las lámparas o cocinas solares, no son necesariamente impulsadas por un interés ecológico?
En muchos casos se adopta la energía limpia, como la solar, por razones económicas o de conveniencia, y el beneficio ecológico es un efecto secundario. Yo no creo que estas tecnologías se estén adoptando con el objetivo específico de enfrentar las consecuencias del cambio climático a mayor escala. Sin embargo, creo que este es el camino que se tomará en África. En este sentido, el enfocarse en la eficiencia económica y energética también ayuda al ambiente.
En términos de infraestructura energética, África tiene todavía mucho que hacer. Millones de personas aún no tienen acceso a la red de distribución eléctrica. ¿No es eso algo contraproducente para lograr una mayor eficiencia energética?
Es cierto que muchas localidades en África no cuentan con una infraestructura de energía tradicional. Eso sin duda trae desafíos. Sin embargo, supone también una oportunidad para pasar directamente a utilizar nuevos sistemas energéticos descentralizados, como el solar y eólico. El potencial de la tecnología de energías renovables descentralizada es enorme, sobre todo porque los precios bajan constantemente.
El enfoque estratégico de África debería estar en la expansión del uso de la tecnología de energías limpias. Para eso será necesario crear las condiciones adecuadas. Por ejemplo, las regulaciones de construcción de viviendas se deben modificar para que sea más fácil montar paneles solares como parte del techo. Del mismo modo, pagar por alimentar la red eléctrica incentivaría a que surjan más productores de energía.
Sin embargo, dado el bajo nivel de disponibilidad de energía, todavía serán necesarias las fuentes de energía tradicionales, como la hidroeléctrica. Es imprescindible que África actúe de manera pragmática. China, por ejemplo, comenzó con centrales eléctricas de carbón pero ahora se está convirtiendo en un líder mundial en energías renovables. África puede comenzar con un sistema mixto que es mejor que lo que hizo China debido a que la tecnología de energías limpias no estaba aún a su alcance. África puede aprovechar la gran cantidad de conocimientos científicos y técnicos disponibles en todo el mundo para resolver los problemas locales en campos como la energía y el medio ambiente.
Autoras: Sonia Phalnikar / Carolina Salinas
Editor: Emilia Rojas