¿El fin de la política de ahorro de la UE?
30 de enero de 2015El triunfo de Alexis Tsipras en las elecciones Griegas representa para muchos gobiernos europeos un accidente operativo, y bastante grave. Durante la campaña electoral de 2012, en la que ya participó Syriza, gobernantes europeos de tan diverso cuño político como la cristianodemócrata alemana Angela Merkel, el socialista francés Francois Hollande y el independiente Mario Monti, por ese entonces primer ministro de Italia, lanzaron advertencias contra la alianza izquierdista griega. Esto, pese a que tanto Hollande como Monti no simpatizaban con la política de ahorro, percibida como un dictado alemán, y por lo tanto podrían haber visto en Tsipras un posible aliado. No fue así, en primer lugar, porque el dirigente izquierdista griego les pareció demasiado radical. Y, en segundo término, porque también Francia e Italia son acreedores de Grecia. Ambos países temen, al igual que otros, que Atenas no pague sus deudas. “Se contrajeron obligaciones y estas deben ser cumplidas”, subrayó preventivamente Hollande, tras conocerse el resultado de los comicios griegos.
Tsipras anunció de inmediato el término de la política de ahorro y no solo se propone detener importantes reformas, sino darles marcha atrás. No obstante, Janis Emmanouilidis, analista del Centro de Política Europea de Bruselas y profundo conocedor de Grecia, piensa que “hay margen para un entendimiento”. En su opinión, el nuevo gobierno se dará cuenta de que algunas cosas no son factibles. Habrá pues largas negociaciones sobre las condiciones de pago de la deuda. Además, pese a todos los desmentidos de Berlín y de Bruselas, muchos políticos pueden imaginar un alivio limitado en las condiciones impuestas a Atenas. Según Emmanouilidis, todo dependerá de “lo que pueda ofrecer Syriza”. Por ejemplo, si en lo tocante a la lucha contra la evasión tributaria “puede ofrecer algo que vaya más allá de lo que hicieron sus antecesores”, podría llegarse a su juicio finalmente a un acuerdo.
¿Efecto dominó?
Pero no se trata solo de Grecia. Lo que intranquiliza a países preocupados fundamentalmente de la estabilidad, como Alemania, es que pueda producirse una ola de protestas a nivel europeo, que eche por la borda el consenso labrado con tanto esfuerzo en materia de política financiera. En España, el nuevo partido izquierdista “Podemos” espera lograr un triunfo electoral en los comicios parlamentarios del otoño. “Podemos” supera de momento levemente al Partido Popular y al PSOE en las encuestas. También en Portugal se está formando un movimiento según el modelo de Syriza. Italia y Francia –con sendos gobiernos socialistas- han secundado hasta ahora a regañadientes la actual política, intentando reiteradamente eludir la aplicación de reformas. En opinión de Emmanouilidis, podrían tomar ahora el triunfo de Tsipras como pretexto para tratar de ablandar la política de ahorro.
El consenso europeo no solo se ve amenazado por la izquierda sino también desde el flanco derecho: en Francia, la dirigente del Frente Nacional, Marine Le Pen, recoge los puntos que le convienen de las declaraciones del nuevo gobierno griego, no solo en lo tocante a su postura frente a Bruselas, sino también los que denotan comprensión con la política del presidente ruso, Vladimir Putin. Similar es la visión de la Liga Norte, en Italia. El periódico moscovita “Nesawissimaja Gaseta” ya augura que “el nuevo gobierno griego podría convertirse en la principal avanzadilla de la resistencia a las sanciones europeas contra Rusia”.
Los frutos de la austeridad
Irónicamente, el consenso en la política financiera europea podría tambalear justo en momentos en que comienzan a verse sus frutos. Las economías de España y Portugal vuelven a crecer. A diferencia de Grecia, Portugal ya ha podido prescindir del salvavidas financiero. Más éxito aun ha tenido Irlanda, que tampoco necesita más el programa de ayuda y presenta positivas tasas de crecimiento. Incluso en Grecia las cosas van mejorando.
Emmanouilidis considera que el efecto del triunfo de Syriza en la política europea “no será tan grande como algunos suponen". Hace notar que Grecia es un caso especial en la eurozona, debido a la gravedad de sus problemas y al proceso de cambio que necesita. A su juicio, aún es demasiado temprano para poder predecir el éxito o fracaso de Tsipras y su triunfo electoral tendrá solo repercusiones limitadas a nivel europeo.