El manual del evasor fiscal
20 de febrero de 2008El principado de Liechteistein tiene más del doble de empresas que de ciudadanos. De acuerdo con las cifras más recientes, 35.000 personas habitan en la pequeña demarcación europea, mientras que ahí mismo tienen su sede 80.000 firmas, muchas de las cuales reportan como domicilio un apartado postal.
Fundaciones y fideicomisos
Desde el punto de vista financiero, Liechtenstein es descrito como un paraíso fiscal. Ello se debe a varios factores, el primero de los cuales es de orden geográfico. El principado consta de un territorio de 160,4 kilómetros cuadrados, envueltos más allá de sus fronteras por dos prósperos países: Suiza y Austria.
Pero sobre todo, son las normas jurídicas, financieras y fiscales las que caracterizan al pequeño principado. El derecho local permite la constitución de fundaciones con fines privados. Esto implica una diferencia fundamental respecto a lo que sucede, por ejemplo, en Alemania y Austria; ahí, tales instituciones deben servir a la utilidad pública.
Esto va acompañado de un marco fiscal que, en Liechtenstein, dispone tasas impositivas casi inexistentes para tales fundaciones: 0,1 por ciento a capitales menores a dos millones de francos; si tal cantidad es aumentada, la tasa se rebaja a 0,075 por ciento y si el monto rebasa los 10 millones de francos, la carga fiscal casi desaparece: queda en 0,005 por ciento.
La situación se perfila inmejorable para todo aquel que pretenda radicar grandes sumas de dinero en el principado europeo y, de hecho, el traslado por sí mismo no implica crimen alguno. Pero muchos dueños de capital deciden además establecer fideicomisos que se encargan de administrar por interpósita persona tales fondos. Y aquí aparece el tercer elemento de importancia.
Muro de silencio
En Liechtenstein se guarda celosamente el secreto bancario. Éste es, de hecho, uno de los pilares sobre los cuales descansa el sistema bancario del principado y ni siquiera las autoridades fiscales de otros países habían sido capaces de romper el infranqueable muro de silencio.
La combinación de todos los factores mencionados resultó irresistible para muchos dueños de grandes capitales.Al trasladar éstos a Liechtenstein y no reportarlos en sus respectivos países, incurrieron en el delito de evasión bajo la suposición de que estaban amparados por el secreto bancario.
Pero, como se sabe, un empleado del propio sistema decidió romper la regla sagrada a cambio de grandes sumas de dinero y reveló no una, sino cientos de identidades de posibles evasores fiscales alemanes.
La información fue almacenada en discos compactos y transmitida a los servicios secretos germanos, que al parecer pagaron más de cuatro millones de euros a su informante.
Asunto político
El tema llegó al nivel político más alto, en el encuentro que sostuvieron los jefes de gobierno de Alemania y Liechtenstein, Angela Merkel y Otmar Hasler. Merkel afirmó que su país “ejercerá presión” sobre Liechtenstein a fin de que el principado emprenda medidas severas contra la evasión fiscal.
Se sospecha que son miles los alemanes acaudalados que defraudan al fisco a través de fideicomisos en Liechtenstein. Curándose en salud, y ante la suerte sufrida por el presidente del consorcio postal alemán, Klaus Zumwinkel, muchos de ellos han comenzado a inundar a las oficinas recaudatorias germanas con autodenuncias en las que reportan los capitales y las ganancias radicadas en Liechtenstein.
En otras palabras, la presión ha forzado a estos millonarios a atenerse, por fin, a lo que ordena la ley.