El mexicano Abel Barrera Hernández, premiado por AI Alemania
23 de marzo de 2011“Sabemos lo que es la injusticia, y sabemos que tenemos que hacer algo para que no se repita”, cita la fracción alemana de Amnistía Internacional (AI) al mexicano Abel Barrera Hernández. A él le concedió la ONG el premio que entrega a los luchadores por los derechos humanos que batallan en circunstancias especialmente difíciles.
Impunidad militar
“Desde que el Gobierno de Felipe Calderón iniciara la llamada ‘guerra contra el narcotráfico’, las violaciones de los derechos humanos y las denuncias de agresiones por parte del ejército- al que se le ha ordenado asumir tareas policiales- han aumentado considerablemente”, dice Ferdinand Muggenthaler, encargado de temas americanos de AI Alemania, “no estamos hablando de errores, sino de crímenes. Esta estrategia antidrogas no genera más seguridad, sino todo lo contrario”.
Valentina Rosendo Cantú e Inés Fernández Ortega fueron amenazadas, maltratadas y violadas por soldados. El suyo no es un caso aislado, pero sí uno que ha llegado hasta el Tribunal Interamericano de Derechos Humanos, con sede en Costa Rica. Y es que en el Estado de Guerrero, en el suroeste mexicano, Abel Barrera Hernández y su centro Tlachinollan le han declarado su propia guerra legal a la impunidad con la que actúan los militares.
“La justicia castrense se encarga normalmente de juzgar estos delitos, por lo que casi siempre quedan impunes. Pero la presión que ejerce el que un tribunal internacional se pronuncie hace aumentar las posibilidades de que la justicia civil intervenga y con ello de que los culpables tengan que responder por sus actos. El trabajo de Barrera Hernández repercute más allá de las fronteras de Guerrero”, asegura Muggenthaler.
Una labor en expansión
Tlachinollan ofrece asesoramiento y ayuda a las víctimas de la violencia a la hora de interponer denuncias. Por desconocimiento, por falta de medios o porque no dominan el castellano, para la población indígena local hacer llegar sus quejas no es tarea sencilla. “Tampoco tienen éstas el mismo eco que las de los ciudadanos de Juárez u otros sitios”, comenta el experto de AI. El racismo, especialmente en el ejército, todavía persiste.
Al contrario que en la frontera con Estados Unidos, donde reina el tráfico, Guerrero es una zona dominada por las plantaciones de droga. En el enfrentamiento entre fuerzas estatales y narcotraficantes son con frecuencia los pueblos autóctonos quienes ponen los daños colaterales. Ellos están en medio del fuego enemigo. “A veces se les obliga a cultivar droga, otras veces se ven obligados por la pobreza”, explica Muggenthaler.
Y Abel Barrera Hernández y Tlachinollan no sólo llevan demandas ante los jueces: colaboran en el desarrollo de planes de agricultura alternativa y sostenible, ejercen de mediadores en temas políticos y religiosos y forman parte de una red de ONG que trata de mejorar las condiciones de vida de la población. “Su historia se parece un poco a la nuestra”, compara Muggenthaler, “también nosotros empezamos con un objetivo concreto, en nuestro caso defender a los presos de conciencia, que con el paso del tiempo se fue ampliando a otras actividades”. Así, la entrega del galardón a Barrera Hernández encaja a la perfección con este 2011 en que AI cumple medio siglo.
Autora: Luna Bolívar Manaut
Editor: Enrique López