El Papa en Polonia: la hora de la reconciliación
26 de mayo de 2006El periódico Kieler Nachrichten, de Kiel, apunta: "El 7 de junio de 1979 marcó el comienzo del fin del bloque del Este. Fue el día en que Juan Pablo II celebró ante cientos de miles de personas una liturgia en el campo de exterminio de Auschwitz, donde apeló a la dignidad del ser humano. El 28 de mayo de 2006 no provocará un terremoto político como el de entonces. Sin embargo, podría convertirse en un día histórico. ¿Quién podría recordar con mayor credibilidad los crímenes de los nazis que un Papa alemán en Auschwitz? ¿Quién podría exhortar con más vehemencia a mantener vivo ese recuerdo? Lo necesario que ello resulta se aprecia justamente en estos días en el país, cuando el extremismo de derecha y el antisemitismo vuelven a convertirse en un serio peligro para la democracia".
Triple dimensión
El rotativo Badische Neuesten Nachrichten, de Karlsruhe, opina: "Al Papa le espera una tarea difícil durante la visita al antiguo campo de concentración de Auschwitz, que se incluyó en su agenda por su propio deseo. En ningún otro país se percibe tanto al Papa como alemán, como en Polonia. Allí todavía siguen estando muy vivos los recuerdos de las atrocidades de la ocupación en tiempos de los nazis. En consecuencia, cada gesto de Joseph Ratzinger en Auschwitz tendrá ahora una connotación triple: la de una reconciliación cristiano-judía, germano-judía y germano-polaca".
Esperanza europeísta
El diario La Croix, de París, comenta: "La peregrinación de Benedicto XVI a la patria de Juan Pablo II merece ser vista como un rayo de luz en un cielo oscuro. La cálida recepción brindada por el pueblo polaco a un Papa nacido en Alemania alimenta las esperanzas de aquellos que todavía creen en una Europa reconciliada consigo misma, unida en su diversidad. Pocos acontecimientos permiten aquilatar tan bien la senda de reconciliación que emprendió el continente desde hace 50 años. (...) La reconciliación abrió un camino para el futuro. El camino hacia una paz que hasta ahora no había tenido precedentes en el continente europeo. El camino hacia la elección, en mayo de 2005, de un Papa alemán que ahora acudirá a Auschwitz para orar allí donde toda esperanza fue metódicamente destruida".
Una extraña sensación
Il Messaggero, de Roma, hace notar que "a todos los invade una sensación extraña. (...) El Papa viaja a Varsovia, pero no es el mismo Pontífice. No es Juan Pablo II. Es Benedicto XVI, quien con gran entusiasmo lee algunas líneas en polaco y pronuncia sus discursos en italiano. Los polacos se propusieron llamarlo 'nuestro Papa' en los afiches y otros lugares. Aún así, esa extraña sensación se mantiene. (...) Nadie tiene la culpa, y el propio Papa Benedicto la comprende, la justifica y ayuda a superarla".