El "presidente bitcoin" ante su reelección en El Salvador
2 de febrero de 2024Nayib Bukele conoce el impacto de los mensajes claros y sencillos. Al comienzo de su primera presidencia, en 2019, se presentó como un líder fuerte que haría de El Salvador un país seguro y de importancia internacional. Por ello, el presidente de 42 años es ahora venerado por muchos. Otros lo rechazan, por autoritario.
Su lucha contra lasbandas criminales, en particular, es seguida con entusiasmo en muchos países que tienen problemas similares. Bukele ha convertido el país más inseguro de América Latina en uno que vuelve a atraer cada vez más turistas. La población vuelve a atreverse a salir a la calle, la economía crece lentamente y el desempleo disminuye.
Pero el descenso de la tasa de delincuencia ha tenido un alto precio: el país, con sus 6,3 millones de habitantes, tiene ahora la tasa de encarcelamiento más alta del mundo.
Las cárceles también están tan llenas porque Bukele no se toma muy en serio los derechos civiles. Por ejemplo, ha ampliado a dos años la detención preventiva de presuntos delincuentes. Las organizaciones de derechos humanos afirman que muchas personas encarceladas son inocentes. Los periodistas críticos denuncian amenazas cuando informan sobre la injusticia y las maquinaciones de la red de Bukele.
Pero Nayib Bukele elude con sonrisas tales acusaciones. Hace sólo dos años, se describió a sí mismo con un guiño como el "dictador más cool del mundo". Esto no le ha perjudicado, sino todo lo contrario: según una encuesta de Gallup realizada a mediados de enero, el 80 por ciento de los salvadoreños quieren volver a votar a Bukele para presidente el próximo domingo. El segundo candidato ni siquiera obtiene el 5 por ciento.
Inversiones poco transparentes
Bukele ha ocupado titulares internacionales principalmente por sus visiones con respecto al bitcoin: fue en septiembre de 2021 cuando El Salvador se convirtió en el primer país del mundo en introducir el bitcoin como medio de pago oficial.
Desde entonces, el país ha estado invirtiendo en esa moneda digital. El Salvador también desarrolló su propio monedero digital: Chivo. Con él se pretendía dar acceso a las transacciones bancarias a las personas que antes sólo utilizaban dinero en efectivo. Cualquiera que instalara la aplicación y demostrara su identidad recibía 30 dólares además.
En un video que Nayib Bukele compartió recientemente con sus 6,2 millones de seguidores de Instagram y 7,5 millones de fans de TikTok, se informa del éxito de la misión: "El Salvador sigue obteniendo ganancias", dice. "Si vendiéramos ahora, tendríamos siete millones de dólares en plus". Muchas personas también podrían participar ahora en transacciones bancarias gracias al "dinero del futuro", continúa. En el video, se acusa a los medios de comunicación, incluida DW, de informar de forma parcial y negativa sobre el tema.
La cartera de bitcoin de El Salvador podría estar realmente en números negros en este momento. Pero nadie puede asegurarlo. "No sabemos realmente cuánto ha ganado o perdido el Tesoro del Estado con bitcoins porque no hay pruebas transparentes de cuándo compró el presidente cuántos bitcoins y en qué forma", afirma el investigador sobre América Latina Christian Ambrosius, de la Universidad Libre de Berlín. Bukele sólo anuncia de vez en cuando a través de X (antes Twitter) a qué precio adquiere bitcoins el Estado.
El éxito general de la "misión bitcoin" también ha sido bastante modesto hasta ahora. La revolución social aún no se ha materializado. Incluso dos años después de su lanzamiento, el bitcoin no está especialmente extendido.
Christian Ambrosius no ve una estrategia económica a largo plazo. "En mi opinión, la llamada economía bitcoin consiste principalmente en aire caliente", dice.
Pero al menos el espectáculo en torno al bitcoin ha conseguido elevar el perfil del país, dice Ambrosius. El turismo podría seguir beneficiándose de ello. Los mensajes sencillos y claros de Bukule parecen captar la atención, mientras que las críticas a su enfoque autoritario están rebotando en él y, al parecer, en los votantes de El Salvador.
(gg/ers)