El reino de los murciélagos, en el oeste de Alemania
30 de marzo de 2011En los alrededores de la pequeña ciudad de Mayen, en la región volcánica del Eifel, en el Estado federado de Renania Palatinado, uno puede tropezarse de pronto con un extraño terreno, medio escondido detrás de una alta cerca de metal y con una singular historia.
Los romanos extraían de esta zona el basalto que empleaban para sus piedras de molinos, sus cruces de caminos o el empedrado de sus calles. Más tarde, entre de los siglos XVII y XVIII, se excavaron aquí cerca de 500 cavernas. De ahí que el área –cuya superficie está dominada por un sinfín de viejos muros– esté casi completamente socavada en su nivel subterráneo.
El Dr. Andreas Kiefer, experto en murciélagos de la Sociedad Alemana para la Conservación de la Naturaleza (NABU) nos aconseja caminar con cuidado pues, por doquier, se esconden fosos de 10 metros de profundidad. Si uno se fija bien en las grietas, puede ver colgadas pequeñas criaturas durmientes.
Mina, cervecería…
Un par de metros más adelante, nos detenemos frente a una cantera mayúscula. Cuando las empresas extractoras de basalto se decidieron por la explotación a cielo abierto, este sistema de galerías se vio amenazado con su destrucción. Pero, por suerte, Kiefer y otros ecologistas descubrieron a tiempo que una significativa población de murciélagos se había establecido acá.
Los activistas decidieron salvar las instaciones. Pero no fue un empeño fácil, aclara Kiefer con el orgullo propio del jefe de este proyecto: “Se suponía que las galerías tenían que ser desmontadas. Además, el basalto sigue siendo un recurso caro, así que tuvimos que empezar por conseguir mucho dinero para comprar el terreno. Después necesitamos mucho más –y lo seguimos necesitando– para emprender toda una serie de medidas de saneamiento”.
Kiefer y sus colaboradores no sólo invirtieron tiempo para conseguir financiamiento de diversos ministerios y otras autoridades regionales. Además, los activistas se comprometieron con su propio esfuerzo físico para asegurar el terreno contra los peligros de derrumbe.
Un día debe surgir aquí, en el campo de minas de Mayen, un centro de información sobre murciélagos. Y es que éste es, para tan enigmáticos seres nocturnos, el refugio de invierno más importante de Alemania e, incluso, uno de sus “cuarteles generales” más significativos en el centro de Europa.
…y muestrario de murciélagos
16 diferentes especies de murciélagos han sido identificadas en este sitio de hibernación. Desde los más grandes llamados “orejas de ratón” hasta los ínfimos “murciélagos enanos” –que alcanzan apenas 4,5 centímetros–, al menos 100.000 murciélagos buscan refugio aquí entre el fin del otoño y el del invierno.
No es tan fácil descubrir a los durmientes, pero Kiefer sabe dónde hallarlos. Sostiene una lámpara de bolsillo y nos muestra la entrada de una gran grieta de casi siete metros de alto y seis de ancho. Dentro, colgando de un accidente en la piedra, podemos ver y contar hasta 80 caras de murciélagos enanos, colgados en diversas filas, una tras la otra.
Sensores de movimiento y operaciones de conteo con ayudantes voluntarios permiten estimar el alcance de la población de murciélagos, en todo el terreno y en diversas épocas del año.
Proteger naturaleza e historia
El proyecto que dirige Kiefer no sólo protege la naturaleza en este paraje, sino también importantes fragmentos de su historia. Las antiguas excavaciones mineras surgidas hace cientos de años tienen relevancia mundial. Además, en la localidad de Mayen y sus alrededores existieron más de 30 cervecerías que por mucho tiempo compartieron tan oscuras galerías con los murciélagos.
“Esta vieja mina fue utilizada como almacén de cerveza en el siglo XIX porque mantiene una temperatura estable durante todo el año”, aclara el ecologista. Hoy ya no tienen reservas de cerveza, pero los activos huéspedes de la noche siguen festejando sus encuentros en estas instalaciones.
En invierno los murciélagos vienen a dormir, pero también a fines del verano se encuentran aquí hasta 5.000 de estos mamíferos nocturnos por uno o dos días. Luego, aclara Kiefer, se vuelven a sus “cuarteles de verano”. El activista supone que las madres muestran a sus descendientes donde hallar refugio y pareja: “siempre digo que es la disco del pueblo”, sonríe.
Proteger seres humanos
Andreas Kiefer y su equipo no ahorran esfuerzos en proteger el hábitat de los murciélagos. Con ello, explican, sirven también a los seres humanos, pues estos animales juegan un rol importante en el ecosistema. En la noche, se alimentan de insectos y contienen plagas que afectan a bosques y árboles frutales.
Los murciélagos enanos mantienen a raya a molestas poblaciones de mosquitos. “Pero para mí es importante decir que los protegemos también por sí mismos”, dice Kiefer, “porque son parte de nuestra naturaleza”.
Autora: Irene Quaile / R. Muñoz Lima
Editor: Enrique López Magallón