El retorno de la KGB
20 de septiembre de 2016Una inusual caravana llamó la atención en el verano ruso. A comienzos de julio apareció en internet un video amateur que muestra a varios hombres a bordo de todoterrenos alemanes circulando por las calles de Moscú. Eran graduados de la academia del servicio secreto FSB que festejaban el término de su período de preparación. Los jóvenes, todos vestidos con camisas blancas, se presentaban como miembros de una tropa de elite, como dueños del país. El escándalo posterior giró en torno a que los noveles agentes de inteligencia se exhibieron de forma ostentosa. Los oficiales afectados y sus superiores fueron degradados y en algunos casos despedidos, informó posteriormente el FSB.
El incidente es un símbolo de la posición que ocupan los servicios secretos en Rusia. Desde la llegada al poder del presidente Vladimir Putin, quien en la era soviética fue oficial del Comité de Seguridad del Estado (KGB) y a fines de los noventa dirigió a la entidad que sucedió a la KGB, el FSB, la influencia de los servicios no ha dejado de incrementarse. Desde hace años los puestos claves del Gobierno son ocupados por exagentes de inteligencia.
Tres en uno
Parece ser que pronto se darán pasos en una dirección inesperada: los servicios secretos y de seguridad serán reformados de forma integral, informó el lunes 19 de septiembre el periódico moscovita Kommersant. Los planes hablan de un Ministerio para la Seguridad del Estado, MGB. El nuevo superministerio se formaría tras la fusión del actual FSB con el servicio de inteligencia exterior SWR. También algunas partes del Servicio de Protección, que se preocupa de la seguridad de políticos y funcionarios, se integrarían en esta nueva entidad.
“En la práctica, el FSB asumirá las funciones de la antigua KGB”, escribió Kommersant. Además está previsto que el nuevo ministerio, en casos determinados, se encargue de vigilar o supervisar las investigaciones de otros órganos de justicia. Esta nueva MGB debería estar lista antes de las próximas elecciones presidenciales, que son el año 2018.
La reforma integral de las fuerzas de seguridad ya comenzó en la primavera con la fundación de la Guardia Rusa. Esta nueva organización fue creada sobre la base de las llamadas “tropas internas”, una especie de unidad militar del Ministerio del Interior. La Guardia Rusia está bajo el mando personal de Putin. En la cúpula se encuentra también el antiguo guardaespaldas del presidente, Viktor Solotow. Algunos observadores sugieren que la Guardia Rusa fue fundada especialmente para la represión de posibles protestas civiles. Aunque ese tipo de protestas no se vislumbra en el corto plazo, la situación económica en el país ha empeorado -en especial por los bajos precios del petróleo- y no es descartable que el malestar social comience a crecer.
Un nombre con un pasado oscuro
Las autoridades de Moscú no han confirmado ni desmentido el reporte de Kommersant. El portavoz de Putin, Dmitrij Peskov, no quiso referirse al tema el lunes 19 de septiembre.
Tampoco está claro si el nuevo ministerio tendrá finalmente el nombre de MGB. El periodista ruso Oleg Kaschin lo duda. El nombre tiene una carga histórica muy fuerte, dice Kaschin a DW. El famoso servicio secreto soviético se llamó MGB entre 1946 hasta la muerte de Stalin, en 1953. “Fueron solo algunos años tras la Segunda Guerra Mundial, pero en ese período hubo una terrible ola de represión”, recuerda Kaschin. El MGB soviético actuó de forma especialmente dura contra los disidentes y los sospechosos de espionaje. El culto a la persona del líder soviético, así como también su poder, alcanzaron entonces nuevos máximos.
¿Retorno completo a la URSS?
Si el FSB finalmente asume las competencias e incluso el antiguo nombre de la era estalinista, encajaría con el concepto promovido desde las altas esferas rusas de generar las condiciones para una especie de regreso a la simbología y prácticas soviéticas. Ese proceso comenzó ya en el año 2000, con la reintroducción de la melodía del himno soviético. Stalin y su mandato “con mano de hierro” son glorificados desde hace años por los medios estatales. En todo el país se han erigido monumentos de Stalin y sus imágenes se pueden ver en numerosos carteles callejeros.
En los últimos dos años, especialmente tras la anexión rusa de Crimea, este proceso se aceleró significativamente. La mayoría de los rusos (el 54 por ciento) consideran que el rol de Stalin en la Unión Soviética fue positivo, según un estudio del Instituto de Investigaciones Levada, presentado en marzo. Uno de cada cuatro rusos ve en el terror impuesto por Stalin “una necesidad”, y estos puntos de vista se extienden cada vez más, según el estudio. En este contexto, la reforma y cambio de nombre del FSB en MGB parecen dar el golpe final.