El sexo fuerte y la violencia
26 de noviembre de 2003Muchas mujeres optan por ocultar el problema. En el 2002 se instauró una ley contra la violencia doméstica que mejora la situación legal de las mujeres y permite denunciar ante las autoridades a sus agresores. Justamente esta ley es la que aporta un mejor conocimiento de la realidad en los hogares alemanes y de la verdadera dimensión del problema. Aún cuando no existen índices de comparación los expertos aseguran que la violencia doméstica sigue creciendo.
Ante una realidad cada vez más complicada, desempleo, pobreza, un mundo que cambia cada vez más rápido, crecen las presiones espirituales y emocionales. Las tensiones muchas veces desembocan en agresión y violencia. Los científicos especializados en la investigación de la agresión, definen como factores relevantes la falta de autoconfianza y también poca educación. Está comprobado que son los hombres los que suelen caer en el uso de la violencia. Casi el 90% de todos los acusados de asesinato son hombres. El 75% de los asesinatos involuntarios son cometidos por hombres, el 85% de las lesiones corporales va a cuenta de los hombres.
Muchas caras de una moneda
También a nivel mundial, según ha dado a conocer la UNIFEM, el Fondo para la Mujer de las Naciones Unidas, se registra un incremento de la violencia doméstica. La violencia contra la mujer parece haberse convertido en algo así como una epidemia, según Noeleen Heyzer, directora de esta organización de la ONU. Más allá de la violencia doméstica se registra un incremento desmedido del comercio sexual con mujeres y niñas. El incremento se da a tal velocidad que hasta los expertos están alarmados. Es la rama del crimen organizado con el crecimiento más rápido. Cerca de 700.000 mujeres son vendidas anualmente. Pero la violencia se presenta de muchas maneras. En la industria textil de muchos países las mujeres trabajan bajo condiciones infrahumanas y se les paga de forma miserable. También este tipo de violencia es un problema femenino.
Ellos tienen la solución
Aún cuando las mujeres pueden hacer hincapié en el problema, les faltan los medios para remediarlos. Hace falta un reparto equitativo de las posesiones, del trabajo pagado de forma equitativa, del acceso a la educación, al poder y la influencia política. Esto hace a las mujeres víctimas de la discriminación y en muchas ocasiones desemboca en que se catalogue la violencia contra las mujeres como un problema privado, y no como un problema político.
Está especialmente en manos de los hombres poner un fin a la espiral de la violencia doméstica y de la violencia contra la mujer en general. Son ellos quienes deben crear leyes que condenen cualquier tipo de violencia contra la mujer, deben incrementar sus esfuerzos por reducir la violencia doméstica.