El sí de Camilla y Carlos
9 de abril de 2005Los británicos aman la ironía. Y la historia no ha escatimado en guiños irónicos en lo que al matrimonio de Carlos y Camilla se refiere. Baste recordar que el origen de la Iglesia Anglicana se remonta a los tiempos en que el famosísimo Enrique VIII no quiso ceñirse a los estrechos márgenes matrimoniales que exigía el rigor católico y optó por organizarse una Iglesia más a su medida. Que después se le haya pasado la mano, obviando los engorrosos trámites de divorcio mediante el rápido procedimiento de la decapitación, es otro asunto.
Los problemas de hoy
Pero muchas aguas han corrido por el cauce del Támesis en estos últimos 500 años y, en el siglo XXI, no han faltado los conservadores anglicanos que se han opuesto resueltamente al matrimonio de un postulante al trono con una mujer separada. Para esta Iglesia, aún estrechamente ligada a la monarquía, el asunto sigue siendo problemático. En consecuencia, Carlos y Camilla tuvieron que conformarse con una boda civil, coronada posteriormente sólo por una misa y la correspondiente bendición del arzobispo anglicano Rowan Williams.
Carlos, por su parte, está empeñado en zafarse de la impronta de sus antepasados con problemas nupciales como Enrique VIII. El príncipe de Gales rindió su reverencia personal al Vaticano, al posponer en un día su matrimonio para acudir a las exequias del Papa Juan Pablo II. Y tampoco piensa seguir las huellas de Eduardo VIII, que en 1936 abdicó para casarse con Wallis Simpson. Por lo menos no ha dado señas de querer renunciar al trono aunque muchos piensen que ya pasó su hora y que mejor sería coronar al príncipe William. El hijo del novio es, por ahora, el miembro de la realeza que más simpatías goza entre los súbditos, aunque la reina Isabel siga siendo la Nr. 1 indiscutida.
Discusión pública
Ocasiones como la que ofrece esta boda no sólo son propicias para que prensa comente hasta la saciedad todos los detalles sino también para que resurja la discusión sobre el futuro de la corona británica. Sus detractores se han frotado las manos con la racha de mala suerte que acompañó a los novios durante las últimas semanas. Por su parte, la principal agrupación de partidarios de la república ha lanzado una campaña en los periódicos, destacando una encuesta según la cual el 65% de los británicos cree que este matrimonio perjudicará a la monarquía. "Todo indica que la monarquía desaparecerá", señala convencido Stephen Hasler, líder de "Republic".
La mayoría, sin embargo, no comparte semejante convicción, como lo demuestra la atención con que la opinión pública ha seguido las alternativas de esta boda, aunque no tenga el carácter de un cuento de hadas. Pero justamente en esta exposición al público podría radicar el mayor peligro para la corona. El periódico alemán Süddeutsche Zeitung opina que "no son los cronistas, sino la propia familia de los Windsor la que socava la monarquía, porque ha olvidado que su mística se basa también en la discreción de sus miembros."