El último año de Bachelet
10 de marzo de 2017Una ráfaga de reformas se ha puesto en marcha en Chile: educacional, previsional, tributaria, constitucional, laboral… si hay algo que no se le puede reprochar al gobierno, es inactividad. La presidenta llamó a reconocer los logros: "Hemos estado haciendo obras de fondo para todo el país. Toma tiempo, no siempre es fácil, pero vale la pena”, dijo al inicio del año escolar. Pero las encuestas no reflejan el reconocimiento que quisiera la mandataria. Michelle Bachelet inicia el cuatro y último año de su segundo mandato con pobres evaluaciones. El apoyo promedio de 2016 se cifró en un 25 por ciento, según un sondeo dado a conocer en enero por la consultora Adimark.
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Reformas en la mira
Carlos Huneeus, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, considera que diversos factores inciden en estas cifras. "Yo no lo tomaría como un indicador de la calidad de su gestión, sino como una expresión, a nivel de la opinión pública, del debilitamiento de la participación electoral y el debilitamiento de los partidos, que viene de hace mucho tiempo”, dice el académico, que fue director del Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea. No obstante, apunta también a la responsabilidad gubernamental por la falta de prolijidad "para definir bien los objetivos” y llevar adelante las reformas. "La presidenta tuvo visión al declarar que no se podía seguir con un sistema tributario tan injusto, ni con la educación dominada por el mercado. Esa fue una promesa de campaña correcta, que yo comparto, pero ha habido de parte del gobierno errores en la ejecución de esas reformas, que no han permitido que la población las valore”, opina.
Raphael Bergoeing, investigador del Centro de Estudios Públicos (CEP) ve un problema de fondo: "El gobierno decidió asumir desafíos muy complejos, y de manera simultánea, y eso se contradice con la forma como el país había decidido asumir reformas”, indica, aludiendo al modelo que impulsó la Concertación de Partidos por la Democracia, que llegó al poder tras la dictadura de Pinochet. "La mejor prueba de ello es que son justamente antiguos concertacionistas, muchos de ellos economistas que estuvieron en cargos importantes en los años 90, algunos de los más críticos con respecto a la manera como este gobierno decidió llevar a cabo el plan de reformas”, apunta.
El fin del triunfalismo
Bergoeing , también economista, plantea por otra parte que "estos tres años han sido los que han tenido la tasa de crecimiento promedio más baja desde el trienio 83-85”, y llama también la atención sobre la reducción de la inversión privada. "Más allá de que haya un efecto externo, más allá de que esto pueda ser una respuesta ideológica del mundo empresarial al gobierno, objetivamente, en los datos, estos tres años han sido anómalos”, afirma Bergoeing, quien fue superintendente de Bancos e Instituciones Financieras durante el gobierno de Sebastián Piñera.
El diagnóstico de Huneeus es menos negativo, dentro de "un contexto internacional complicado”. Pero, según el politólogo "aquí se rompió una especie de consenso impuesto desde arriba, de que esta era una economía que caminaba como un avión, que todo lo que había que hacer era seguir adelante tal cual”. A su juicio, esa visión triunfalista ignoraba los problemas latentes, como la dependencia del valor del cobre y la desigualdad en la distribución del ingreso. "Y la gente está protestando. Protestaron los estudiantes primero, después ha protestado la ‘tercera edad', pidiendo que haya pensiones decentes”, puntualiza, haciendo notar que Bachelet ha tenido que lidiar con problemas heredados.
El año electoral
La situación económica, en todo caso, estará sobre la mesa en este año electoral. El Banco Central de Chile redujo su estimación de crecimiento en 0.25 puntos porcentuales, a entre un 1,5 y un 2,5 por ciento para 2017. Y eso, según el investigador del CEP, debe preocupar a la coalición gobernante: "Aunque tener una buena economía no es suficiente para que un gobierno sea reelegido, cuando la economía está mal, se hace muchísimo más difícil ser reelegido”.
Con las elecciones de noviembre en la mira, otro efecto será a juicio de Bergoeing un cierto freno a las reformas, porque "las encuestas han sido muy castigadoras y muestran un rechazo, justo o injusto, a la forma en que se implementaron”. Huneeus tiene una visión diferente. "A la coalición de gobierno le interesa que salgan proyectos de leyes, reformas, para así poder mostrarlos en la campaña”, afirma, aunque piensa que va a ser un "año difícil”, porque los partidos están muy debilitados y la presidenta Bachelet "no tiene un poder de liderazgo” sobre ellos.