Brasil: “La extrema derecha no volverá a desaparecer”
29 de septiembre de 2022DW: Sr. Della Costa Stuenkel, hay indicios de que Bolsonaro podría ser derrotado en las próximas elecciones por el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva. ¿Cuál sería en tal caso el legado de Bolsonaro?
Oliver Della Costa Stuenkel: En primer lugar, hoy en día existe en Brasil una extrema derecha que no volverá a desaparecer. En segundo término, debido a que se ha facilitado la adquisición de armas, (…) muchos brasileños, especialmente de derecha, están actualmente armados. Y, en tercer lugar, Bolsonaro ha debilitado mucho al Estado brasileño. Debido a grandes recortes de fondos, ha causado enormes daños, especialmente en el campo de la protección del medio ambiente, la educación y la salud.
¿Es el bolsonarismo un peligro para la democracia?
Bolsonaro es, a fin de cuentas, un caudillo de cuño latinoamericano, un populista con ambiciones autoritarias. Con frecuencia lo comparo con el fallecido presidente venezolano Hugo Chávez, naturalmente con otro sello ideológico. Ambos intentaron concentrar el poder en el Ejecutivo y militarizar los gobiernos. Atacaron a los medios de comunicación y a las universidades. Intentaron politizar la burocracia y aislaron internacionalmente a sus países. Y ambos se comunicaban a través de sus propios canales con el pueblo, eludiendo a los medios. Ahora, Bolsonaro cuenta allí a sus seguidores que ganará las elecciones en la primera vuelta. Ellos se lo creen y dicen que las encuestas están falseadas. Cerca de una cuarta parte de los electores de Bolsonaro se oponen a que acepte una derrota.
Eso suena al proceder de Donald Trump…
No hemos llegado aún al punto en que se encuentra Estados Unidos. Allí, gran parte de los republicanos cree que Biden no ganó las elecciones. Pero también en Brasil hay una radicalización, que no se sabe a dónde conducirá. Mi mayor preocupación es que tras las elecciones se produzcan hechos de violencia y caos.
Hay temores de que Bolsonaro pueda recurrir a los militares si pierde…
Los militares no darán un golpe de Estado. Los generales no están locos y no harán rodar los tanques. Pero si el resultado electoral es estrecho y se producen disturbios, Bolsonaro podría ordenar a los militares restablecer el orden.
¿Por qué apoya todavía tanta gente a Bolsonaro?
Brasil no tuvo crecimiento económico en los últimos diez años. Fue una década perdida. El país está en un estado catastrófico. (…) En opinión de muchos brasileños el sistema no funciona, y eso los hace permeables a ideas radicales. Un extremista como Bolsonaro no surge en una sociedad estable. En segundo término, con frecuencia se pasa por alto que numerosas reformas progresistas provinieron en Brasil de los tribunales y no del ámbito político. Muchos avances en materia de derechos humanos obedecen a nuevas interpretaciones hechas por la Justicia, como el matrimonio homosexual. Críticos derechistas dicen que eso no es democrático. Los partidarios de Bolsonaro son personas que temen cambios progresistas, por ejemplo, impulsados por el feminismo. Ellos comparten la visión social de un Vladimir Putin. Un tercer punto importante es que los electores de Bolsonaro ya no acceden a los medios de comunicación tradicionales. Viven en un mundo informativo aparte. Todo lo que ven y escuchan es rigurosamente de derecha.
Bolsonaro aisló internacionalmente a Brasil. ¿Cambiará eso si gana Lula?
Brasil está hoy más aislado que nunca desde la redemocratización de 1988. Bolsonaro celebra ese aislamiento, sus seguidores piensan que están haciendo bien las cosas si las democracias liberales los evitan. Brasil no conseguiría hoy organizar ningún encuentro bilateral en Europa, con excepción de Serbia, Polonia y Hungría. Con Lula, eso cambiaría en 24 horas. Brasil se convertirá de inmediato en socio en temas relacionados con el medio ambiente, los derechos humanos, el multilateralismo y la democracia. Menos claro es si con Lula se llegará a sellar rápidamente un acuerdo de libre comercio con la UE. Su partido no está a favor de la globalización. Para Lula es más importante la industrialización de Brasil que el libre comercio. No quiere ser solo exportador de materias primas y comprador de bienes industriales. En lo que Brasil de ningún modo hará causa común con la UE es en lo tocante a Rusia y China. Allí no coinciden los intereses. Lula es un político pragmático. Considera que las relaciones con Moscú y Pekín son por lo menos tan importantes como las con Washington y Bruselas. Lula es partidario de un mundo multipolar. No quiere ser parte de un bloque. Por eso, si gana las elecciones, Brasil se convertirá probablemente en un codiciado mediador internacional.
Oliver Della Costa Stuenkel es profesor de la Fundación Getulio Vargas, en Sao Paulo. Es autor de los libros "Los BRICS y el futuro del orden global” y "Mundo post-occidental: cómo las potencias emergentes están reconfigurando el orden global".
(ers/cp)