En Georgia la energía hidroeléctrica amenaza al esturión
3 de agosto de 2021Genadi Kaladze pescaba aquí de niño, en el curso inferior del Rioni. El río serpentea cerca de Akhalsopeli, el pueblo natal del georgiano de 70 años, en las tierras bajas occidentales de Georgia. Unos 80 kilómetros más adelante, el Rioni desemboca en el Mar Negro.
En agosto de 2020, Kaladze enganchó accidentalmente un esturión de cuatro kilos. Sin embargo, en lugar de llevárselo a casa, cocinarlo y comérselo, fotografió el pescado, incluyendo detalles importantes como la aleta y lo devolvió al río.
Kaladze toma parte en el primer programa de seguimiento y protección del esturión en Georgia, puesto en marcha por el grupo de conservación Fauna y Flora Internacional (FFI) en 2017. Con la ayuda de las fotografías de Kaladze, el FFI pudo identificar su captura como un esturión ruso.
"En la época de mi abuelo había muchos esturiones, pero ahora es muy raro ver alguno”, lamenta Kaladze. Por aquel entonces, había esturiones hasta en Kutaisi, la segunda ciudad más grande de Georgia, a unos 30 kilómetros río arriba. Pero hoy, una presa bloquea su camino.
El esturión ha estado durante mucho tiempo en riesgo de sobrepesca por sus huevos: el caviar, uno de los manjares gastronómicos más caros del mundo. Sin embargo, hoy en día las centrales hidroeléctricas son la mayor amenaza para el animal, según los conservacionistas.
Hábitat en retroceso
Los esturiones nadan río arriba para desovar. En toda Eurasia y América del Norte, este ciclo de reproducción se ha visto interrumpido por las presas hidroeléctricas, lo que ha provocado un descenso de la población mundial. En 2010, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) declaró que el esturión se encuentra "en mayor peligro de extinción que cualquier otro grupo de peces”.
La construcción de la última presa en el Rioni, a unas decenas de kilómetros río arriba del pueblo natal de Kaladze, finalizó en 1987. Este tipo de presas se construyeron mucho durante la era soviética y han bloqueado el acceso a más del 80 por ciento de las antiguas zonas de desove del esturión en el río.
Sin embargo, el Rioni sigue siendo uno de los dos únicos ríos de Europa en los que todavía se reproducen cinco especies diferentes de esturión en peligro crítico. El esturión liso se consideró extinto en la región del Mar Negro hasta que los pescadores capturaron ocho ejemplares juveniles en el Rioni.
Recientemente se han encontrado otras especies de esturión en el río: el esturión Beluga, estrellado o Sevruga, el esturión ruso y el Colchic.
"En ningún otro lugar del mundo hay una variedad tan grande de esturiones”, afirma Fleur Scheele, directora del programa del Cáucaso del FFI.
Interrupción de antiguas rutas migratorias
Pero este oasis de biodiversidad está amenazado. La central hidroeléctrica de Namakhvani se construirá aquí con un coste de unos 800 millones de dólares y una capacidad total de 433 megavatios. Está previsto construir dos nuevas presas en el Rioni, una de 105 metros de altura y otra de 59. Esto supone un problema para el esturión.
El esturión depende de las fluctuaciones estacionales del agua y de la temperatura para programar sus migraciones, que suelen comenzar cuando el volumen del río aumenta en primavera por el deshielo. Sin embargo, las presas cambian el flujo natural y caudal del río, confundiendo a los peces, explica Scheele. También bloquean el flujo de nutrientes que alimentan a los jóvenes esturiones y otras especies acuáticas.
Según la Sociedad Mundial para la Conservación del Esturión (WSCS, por sus siglas en inglés), con sede en Alemania, los grandes proyectos hidroeléctricos ya han provocado la extinción local de esturiones en varios ríos de Turquía, Italia y partes de Europa del Este.
La futura central hidroeléctrica de Namakhvani podría ahora también provocar el mismo destino para los esturiones del Rioni.
Protestas contra la central hidroeléctrica
El proyecto también supondría un desastre para la población local. Las presas inundarían tres aldeas de montaña, afectando a cerca de 300 familias, algunas de las cuales han rechazado la compensación y el reasentamiento y, en su lugar, exigen que se abandone el proyecto.
Critican que no se han llevado a cabo evaluaciones de impacto social y medioambiental adecuadas, y que faltan estudios sismológicos que examinen la seguridad de las presas. Temen que un terremoto en la región sísmica pueda romper las presas y desencadenar inundaciones que podrían afectar a Kutaisi, una ciudad de unos 150.000 habitantes a tan solo 30 kilómetros río abajo.
Tras las manifestaciones en las calles de Kutaisi y Tiflis, la capital georgiana, el gobierno acordó finalmente en junio una moratoria de doce meses en las obras de construcción para favorecer el diálogo con los opositores al proyecto y con mediación de la Unión Europea.
No todas las energías renovables son una solución ecológica
Según el gobierno, el proyecto contribuirá de forma vital a la seguridad energética de Georgia. Grupos ecologistas, por el contrario, critican que más energía hidráulica no es la solución a las necesidades energéticas del país.
Las primeras centrales hidroeléctricas de Georgia se construyeron en la década de 1920. Hoy en día, el 80 por ciento de la electricidad producida en el país procede de las turbinas de las centrales hidroeléctricas. De este modo, Georgia depende mucho menos de los combustibles fósiles que dañan el clima que otros países de Europa del Este como Polonia, o incluso Alemania.
Dato Chipashvili, de Green Alternative, una organización ecologista con sede en Tiflis, no cree que más centrales hidroeléctricas sean el camino adecuado para combatir el avance del cambio climático. Señala los estudios que relacionan las centrales hidroeléctricas con las emisiones de gases de efecto invernadero en países como Estados Unidos. Los riesgos para la biodiversidad en las zonas cercanas a las centrales hidroeléctricas son demasiado grandes.
Hasta ahora, no hay estudios que demuestren que las centrales hidroeléctricas de Georgia y sus países vecinos sean perjudiciales para el clima. Sin embargo, Chipashvili opina que el país necesita diversificar su suministro de energía. Dado que la energía hidroeléctrica ha dominado el sector de las energías renovables en el país, las demás fuentes de energía verde apenas se han desarrollado.
Hasta ahora, el país solo cuenta con un parque eólico de 21 megavatios, construido en 2016. No obstante, el Plan de Acción de Energías Renovables de Georgia ve un potencial en las plantas de energía eólica con una capacidad total de 1500 megavatios. En comparación, desde 2008 se han firmado 187 memorandos de entendimiento solo para centrales hidroeléctricas.
Según Chipashvili, las evaluaciones de impacto ambiental (EIA) de este tipo de proyectos no suelen llevarse a cabo hasta después de la firma de los acuerdos correspondientes y sirven para justificar los proyectos en lugar de determinar su viabilidad.
En el caso de la central eléctrica prevista en Namakhvani, el contrato con Enka Renewables se firmó siete meses antes de que la empresa presentara su evaluación de impacto ambiental.
¿Hay esperanza para el esturión?
La paralización de las obras durante doce meses se impuso principalmente por las protestas de los residentes locales afectados, que sintieron que se estaban recortando sus derechos. Los efectos negativos de la central hidroeléctrica sobre la biodiversidad no influyeron en la decisión.
Los conservacionistas exigen que el gobierno también tenga en cuenta a los esturiones y proceda con "extrema precaución”, como exige la WSCS. En una carta abierta al Gobierno, los conservacionistas le recuerdan su compromiso con el Convenio de Berna relativo a la Conservación de la Vida Silvestre y del Medio Natural en Europa de 1979, así como con el Plan de Acción para la Protección y Recuperación de la Población Europea de Esturiones y al Plan de Acción Paneuropeo para el Esturión.
Estos tratados obligan a Georgia a proteger y restaurar los hábitats de la fauna silvestre en peligro de extinción, como el esturión, en los ríos donde aún se reproducen activamente. Y desde esa perspectiva, el Rioni es vital para la supervivencia de la especie.
"El río ha sido fuertemente destruido y apenas quedan peces”, señala Scheele. "Si se quiere proteger a estos últimos ejemplares, no se puede hacer más daño al río”, concluye.
(ar/ers)