En Holanda eligen al primer alcalde musulmán de Europa
8 de enero de 2009Ahmed Aboutaleb nació en Marruecos, es hijo de un imán de la región montañosa del Rif en la costa norte del Magreb, se mudó a los Países Bajos cuando tenía 14 años y desde entonces se ha labrado un historial gracias al cual la prensa holandesa insiste en tildarlo de "inmigrante ejemplar". Aunque Aboutaleb parece contar con muchas otras virtudes, las anteriores son las cualidades que con mayor frecuencia salen a relucir a la hora de describir al político de 47 años que acaba de convertirse en el primer alcalde musulmán de Europa: el pasado 5 de enero asumió las riendas del ayuntamiento de Rotterdam.
Los alcaldes holandeses no son nombrados directamente por los ciudadanos a través de comicios democráticos. Pese a varios intentos de reformar el sistema electoral, los alcaldes son designados por una "comisión de confianza" de los concejos municipales y su nombramiento debe ser confirmado oficialmente por la Reina, quien desempeña el poder ejecutivo. Fue así como en octubre pasado se decidió poner a Aboutaleb a cargo del ayuntamiento de Rotterdam, tras una sesión maratónica que culminó tarde en la noche y mantuvo a gran parte del país en suspenso.
Labor de pionero
Ser siempre el primero no es tarea fácil: "Yo soy una suerte de soldado en el frente de batalla", dice Aboutaleb. "Yo fui el primer inmigrante de Marruecos que estudió aeronáutica y el primero en convertirse en vocero de cara a la prensa. Yo fui el primer líder político a escala comunal en el ayuntamiento de Ámsterdam y el primer inmigrante musulmán en fungir como Secretario de Estado en La Haya".
Los factores que inclinaron la balanza a favor de Aboutaleb fueron precisamente su competencia intercultural y su aparente disposición a resolver los llamados problemas de integración, uno de los tópicos políticos más candentes en Holanda; después de todo, el 50 por ciento de los habitantes de Rotterdam está conformado por inmigrantes y holandeses de origen extranjero. Muchos dan por sentado que a Aboutaleb se le hará más fácil que a cualquier otro político poner coto a un pequeño pero notorio grupo de jóvenes musulmanes que desde hace años aterrorizan a vecindarios enteros en grandes ciudades como Ámsterdam y Rotterdam.
Nuevo cargo, nuevos enemigos
Hasta ahora Ahmed Aboutaleb siempre ha actuado con mano dura; siendo líder comunal siempre se esmeró en dejar claro: "Quien quiera quedarse en este país deberá aceptar sus normas y valores. Y el que no quiera aceptarlas hará mejor en hacer sus maletas". Esos pronunciamientos han propiciado que sea visto entre los marroquíes como un traidor y que se haya hecho de unos cuantos enemigos en la ciudad que ahora gobierna. "Aboutaleb piensa mal de nosotros, a pesar de que él mismo es marroquí", afirma una joven musulmana. "Él debería defender a su propia gente en lugar de discriminarla".
Los representantes del partido Leefbaar Rotterdam también se han mostrado indignados por la designación de Aboutaleb como alcalde; ellos encarnan la segunda fracción más grande en el seno del ayuntamiento y se perciben como los protectores de la herencia de Pim Fortuyn. Asesinado en 2002, Fortuyn fue la primera figura pública en atreverse a hablar abiertamente sobre los aspectos negativos de las políticas de integración holandesas, rompiendo un tabú y desatando un debate que le dio un nuevo impulso al populismo de derechas. Rotterdam es el sitio en donde comenzó el ascenso de Fortuyn y el hecho de que sea un musulmán el que ahora ocupe la silla de mando en la ciudad es difícil de digerir para la derecha.
Política, racismo e integración
En noviembre de 2008, la prensa alemana informaba sobre la elección del europarlamentario Cem Özdemir como uno de los dos presidentes de los Verdes, celebrándolo como el primer ciudadano de origen turco en liderar un partido con presencia en el Bundestag. Sin embargo, poco antes, el ex corresponsal en Norteamérica de la televisora nacional austríaca ORF, Klaus Emmerichs, se hizo famoso por el tono racista de sus comentarios en torno al triunfo de Barack Obama en las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
"Ese es un suceso preocupante", decía Emmerichs, argumentando que "los negros no han alcanzado todavía el grado necesario de desarrollo político-civilizador" y dejando claro hasta qué punto el racismo sigue gozando de buena salud en ciertos sectores de la opinión pública y de los medios austríacos. "Eso es como si el próximo canciller de Austria fuera un turco", agregaba enfático, inspirando al embajador estadounidense en Viena David F. Girard-diCarlo a protestar oficialmente ante a la televisora austríaca por no haber condenado las declaraciones del periodista.
En el caso de Ahmed Aboutaleb, la mayoría de los habitantes de Rotterdam ha reaccionado favorablemente a su designación como alcalde. Muchos ven en ese nombramiento un signo positivo de que los holandeses avanzan hacia un nuevo equilibrio en materia de integración cultural y de que la brecha entre inmigrantes y holandeses nativos abierta por el discurso xenófobo de Fortuyn y profundizada en 2004 tras el asesinato del director de cine y crítico del Islam Theo van Gogh vuelve a cerrarse. El ex primer ministro holandés Ruud Lubbers está convencido de ello: "la elección de Aboutaleb demuestra que hemos superado el miedo y marca un nuevo comienzo para nosotros".