En la tierra de Chávez
24 de febrero de 2018Fue a comienzos de un diciembre relativamente frío cuando las plegarias de Elizabeth Torres fueron escuchadas. En medio de la noche, su nieta se tragó el juguete que contenía un huevo sorpresa. La niña, cuenta esta mujer de 62 años, no podía respirar: "Ni siquiera podía llorar, se estaba poniendo de color morado”.
Torres salió corriendo a la calle, desesperada, para intentar llamar a un taxi u otro vehículo que las llevase al hospital. Pero no pasaba ni un solo auto. Estaba desamparada, y su nieta a punto de morir. "En ese momento decidí pedirle ayuda al Comandante para que hablase con Dios”, cuenta con total honestidad y visiblemente conmovida. "Le dije ‘Chavito', por favor, ayúdame, no dejes que mi nieta se muera'”. En apenas unos minutos llegó un coche que pudo llevarlas al hospital.
"Fue Chávez quien salvó la vida a mi nieta. No tengo ninguna duda de ello”, afirma Torres frente a la capilla de Santo Hugo Chávez, en el barrio "23 de enero” de la capital venezolana. Relatos como el suyo cada vez son más comunes aquí. Venezuela vive una crisis económica sin precedentes que se ha convertido en parte en una crisis humanitaria. Y cada vez son más los que se aferran al retrato del expresidente Hugo Chávez, tratándolo como si de una figura casi divina se tratase, capaz de intervenir en las desgracias mundanas.
En el nido del chavismo
Chávez, quien murió en 2013, cuando el país todavía se beneficiaba de los buenos precios del petróleo, sigue siendo una figura central tanto de la política como del día a día de Venezuela. Desde que la crisis ha empeorado, cada vez más personas le atribuyen capacidades sobrenaturales, especialmente en los barrios donde mejor funcionaron las medidas de redistribución que Chávez puso en marcha durante los 14 años que estuvo en el poder.
El barrio "23 de enero”, en el este de Caracas, es una de estas zonas en las que Chávez es particularmente popular. O, dicho de otro modo, chavistas. Desde aquí llevó a cabo su primer intento de llegar al poder, en 1992. Pero aquel golpe de Estado de carácter izquierdista fracasó y el militar de 37 años acabó en la cárcel. Y también de este barrio salieron las primeras protestas de 1999 contra las subidas de precios en el transporte público que se desarrollaron en la insurrección popular conocida como "Caracazo”. Estas manifestaciones fueron brutalmente reprimidas por orden del Gobierno de entonces, con alrededor de 500 muertos.
Aquí descansan también los restos de Hugo Chávez. No en vano está escrito en un muro: "Aquí no se habla mal de Chávez”. El exmandatario es prácticamente omnipresente en esta parte de Caracas.
Café para un muerto
La capilla que lleva el nombre de Chávez es un edificio extremadamente sencillo, poco más que un altar de madera cercado con un techo y unos seis metros de altura. Dentro hay imágenes de Jesucristo y de santos católicos, fotografías de Chávez y pequeños recuerdos dejados por gente que piensa que podrán atraer la gracia del difunto líder socialista. Cada tres días, Elizabeth Torres, que es algo así como la guardiana de la capilla, le trae una taza de café negro, dejándola junto a su foto favorita del "Comandante”. "A él encantaba el café”, explica con una sonrisa en la que no brilla ningún diente.
No todos en el "23 de enero” y otros barrios chavistas creen que Chávez sea una figura santa. Pero sí creen al menos que la situación sería distinta si él siguiera al mando. "Maduro no es como Chávez, eso lo sabemos. No tiene las mismas capacidades; además, es muy difícil manejar la guerra económica de la que somos víctimas”, opina Alberto Santos. Este taxista de 45 años no cree en los poderes mágicos del expresidente: "Muchos están desesperados, por eso se aferran a la fe, a lo sobrenatural. No voy a condenar eso, pero por desgracia nuestros problemas son bastante terrenales”. A su juicio, la culpa de la miseria del país es de las élites y de EE. UU., que siempre anda detrás del petróleo venezolano.
Chávez hizo partícipes a los más pobres del ‘boom' del crudo
Chávez dirigió el país con un carisma incuestionable, pero también es cierto que tuvo suerte durante sus años en la Presidencia. Cuando llegó a poder, el precio del barril de petróleo no era de más de ocho dólares, pero se incrementó rápidamente. Un año después, el barril ya costaba 20 dólares, cifra que había subido hasta 110 tras diez años. José Toro Hardy, uno de los economistas más destacados del país, además de exdirector de la compañía petrolera estatal "Petróleos de Venezuela”, aclara: "Lo que pasaba entonces era increíble. Nunca habíamos vivido una revalorización así”.
Esto trajo a Chávez el mayor nivel de ingresos de la historia de Venezuela. Dio al pueblo viviendas y coches, construyó un sistema sanitario en los barrios más pobres y permitió mayores créditos. También las subvenciones públicas eran mayores con Chávez, como en el caso del transporte público, la energía o el carburante. "Durante su época de gobierno hubo progresos que nadie puede cuestionar. Pero Chávez se comportó de forma irresponsable. Nunca pensó en que lo que sube, siempre vuelve a caer”, subraya Toro Hardy.
También con el gobierno actual de Nicolás Maduro puede uno encontrar formas similares de hacer política. Al menos en lo que se refiere a las subvenciones. Pero cuando Maduro asumió el cargo, los precios del petróleo cayeron estrepitosamente. En 2015 el crudo había perdido la mitad de su valor. Después la cosa se puso aún peor.
"Maduro también ha tenido muy mala suerte”
Para el politólogo Luis Landers, que trabaja en un centro de observación electoral venezolano, "Maduro no está hecho para la Presidencia, pero también ha tenido muy mala suerte. Con todo lo que ha pasado en el mercado internacional del petróleo, es normal que muchos quieran volver a la época de Chávez”.
Nancy Aria, ama de casa y madre de siete niños, apenas puede recordar la última vez que comió carne. Como muchos otros venezolanos, esta mujer de 33 años depende del programa público de ayudas sociales para sobrevivir. Son tiempos difíciles: a menudo no tienen más que harina, aceite y azúcar como ingredientes. Desde luego, no una alimentación muy equilibrada.
"La situación es difícil, hay abierta una guerra económica contra Venezuela”, cree Aria, repitiendo el mensaje oficial del gobierno. Está convencida de que la crisis venezolana es culpa de otras grandes potencias. "Si Chávez estuviera aquí, otro gallo cantaría. Pero Maduro hace todo lo que puede”, dice Aria. "¡Seguimos luchando por el socialismo!”
Autor: Yan Boechat (EAL/CT)