Procupación y vigilancia en el Báltico
24 de marzo de 2014DW: Después de la adhesión de Crimea a Rusia, existe la preocupación de que Moscú envíe tropas al este de Ucrania con el pretexto de proteger a la población de habla rusa. Por este motivo, el ministro de Exteriores alemán, Steinmeier, ha viajado a Donetsk para mantener conversaciones. ¿Qué puede hacer Occidente para evitar acciones de este tipo?
Lang: Relativamente poco. Si Moscú realmente determinara poner en marcha medidas de desestabilización y usar la fuerza en el este de Ucrania, probablemente Occidente no sería capaz de impedirlo. Desde Occidente, sin embargo, se podrían mandar señales anticipadas de la resolución e intentar elevar el precio de lo que ello supondría.
Occidente puede hacer tres cosas: en primer lugar, puede apoyar al gobierno de transición de Kiev. Entonces, se podrían imponer sanciones selectivas y económicas a Rusia. Por un lado, la Unión Europea necesita mecanismos de solidaridad eficaces en el campo de la energía y, por otro, es necesario mejorar la seguridad común de la Alianza del Atlántico Norte. Polonia y los Países Bálticos necesitan garantías de seguridad efectivas.
También en los Países Bálticos existe preocupación acerca de una expansión rusa. ¿Cómo están de amenazados Lituania, Estonia y Letonia siendo miembros de la UE y de la OTAN?
No creo que estén directamente amenazados. Actualmente, los intereses de Rusia son diferentes: se trata del contexto geoestratégico y el equilibrio de poder entre Rusia y Occidente en el espacio postsoviético. Ucrania es el corazón del gran diseño estratégico. Con los Países Bálticos ocurre algo distinto, ya que actualmente son miembros de la UE y de la OTAN. A pesar de que nadie quiere una confrontación abierta con los Países Bálticos, hay que estar preparado por si se activa el destino de la minoría rusófona.
¿Qué sentimiento hacia Rusia prevalece en los Países Bálticos?
Es una mezcla de preocupación y vigilancia. Se ve con un poco de preocupación no sólo lo que está pasando Ucrania, sino también lo que hacen las comunidades rusas en sus propios países, y cómo se comporta Moscú ante ello. Los bálticos siempre han recordado que no hay que descartar eventualidades en lo que a la seguridad política con su puerta oriental se refiere. Esta preocupación se ve ahora confirmada.
¿Cuáles serían las consecuencias de la intervención militar rusa en los Países Bálticos?
Esto es muy poco probable desde la perspectiva actual y sería “el peor de los casos”. Sería una prueba de esfuerzo para la OTAN. Militarmente, los Estados Bálticos son irremediablemente inferiores a Rusia. El ministro de Defensa letón dijo recientemente qué aspecto tendría la estructura de defensa. Al principio se podría mantener, durante cinco o seis días, una especie de guerra de guerrillas. Pasado ese tiempo los aliados tendrían que haber llegado. Una gran invasión con batallas campales supondría el primer paso de una Tercera Guerra Mundial. No puedo imaginarme que vaya a pasar algo así. Lo que sí podría darse es una especia de Crimea estonia. En el este del país, en Narva, una gran parte de la población es rusa. Pero incluso entonces se plantearía la cuestión de reacción para la OTAN.
¿Qué papel juega la dependencia energética rusa de los Países Bálticos?
Los Estados Bálticos llevan años afirmando su intención de crear otras oportunidades para la importación. El cien por ciento de los suministros de gas proviene de Rusia, y no existe ninguna infraestructura de tubería alternativa. Gazprom controla asimismo el proveedor gasístico. Existe, por tanto, una gran vulnerabilidad. Las medidas que sería necesario tomar se han dejado de lado durante mucho tiempo. Esto sigue siendo un flanco abierto.
Además de Ucrania, Bielorrusia y Moldavia forman un tapón entre Rusia y Occidente. ¿Intentará también Putin aumentar la influencia de Moscú en esas zonas en un futuro?
Bielorrusia, de hecho, ya está en gran medida bajo el control de Rusia. El régimen de Lukashenko se ha aislado a sí mismo y se ha disociado de gran parte de Occidente. Económicamente, y en especial en lo que a la energía se refiere, es un país dependiente de Rusia. Incluso Moscú ha reforzado su presencia militar allí. No tiene por qué hacer más.
En Moldavia, por el contrario, sí se pueden dibujar algunas cosas. En Transnistria, una región que fácticamente ya se ha escindido de Moldavia, existía el deseo de unirse a Rusia. Es posible que también intente hacer lo mismo en Moldavia, a través de medidas de desestabilización que dificulten que este país firme o adopte acuerdos de asociación con la UE.
Kai-Olaf Lang dirige el grupo de investigación Integración UE en la Fundación Ciencia y Política en Berlín.
Entrevista por Marcus Lütticke.