Estado de derecho e islamofobia: Geert Wilders a juicio
20 de enero de 2010El paso de Geert Wilders por los tribunales de Ámsterdam está llamado a ejemplificar cómo combaten la islamofobia los Estados de derecho occidentales, qué contraponen las democracias a injurias tales como las vertidas por este parlamentario holandés de extrema derecha contra la religión musulmana.
La película que Wilder produjo el año pasado, se componía de un mosaico de imágenes de atentados terroristas, lapidaciones y decapitaciones y prédicas de imanes llamando a la muerte de los "no creyentes". Y no es el primer ataque que desde esta fuente recibe el islam.
Casi el seis por ciento de los 16,5 millones de habitantes que tiene Holanda son musulmanes, la mayoría procedentes originariamente de Marruecos y Turquía. En algunos barrios de las grandes ciudades los seguidores del Corán llegan incluso a sumar hasta el 30 por ciento de los vecinos. Ellos serán unos de los muchos que van a seguir con atención el actual juicio, cuyo resultado nadie se atreve a adelantar.
Un provocador nato
La aparición Geert Wilders en los periódicos holandeses con comentarios racistas y frases banales, pero explosivas, es frecuente. Así, opinaba Wilders públicamente que las mujeres musulmanas que en Holanda quieran cubrirse la cabeza con un velo, literalmente con "esa tela harapienta", deberían ser gravadas con un impuesto extraordinario. Según Wilders, la conducta criminal de los jóvenes marroquíes es consecuencia de su cultura porque el islam y el comportamiento fuera de la ley son inseparables. Entre el Corán y Mein Kampf, de Adolf Hitler, no encuentra el diputado apenas diferencias.
"Nos atrevemos a decir lo que otros partidos no se atreven: que el islam es menos una religión que una ideología, una ideología que no encaja y es peligrosa", comenta orgulloso Wilders, "tenemos que frenar la inmigración procedente de países musulmanes. Cuanto más islam, menos libertad".
La carrera política de Wilders empezó en el Partido Popular por la Libertad y la Democracia (VVD) pero la formación decidió distanciarse de él a causa de sus posturas extremas. El divorcio fue violento y, finalizado, Wilders parecía políticamente acabado. La muerte en 2004 del director de cine Theo van Gogh le dio a sus tesis xenófobas el impulso que les faltaba. En las últimas elecciones parlamentarias, celebradas en 2006, su nuevo Partido por la Libertad (PVV) logró nueve de los 150 asientos que componen la Cámara holandesa. En los comicios europeos de 2009, se convirtió en la segunda fuerza más votada y le arrancó a las urnas cuatro diputados que enviar a Bruselas.
Y es que cuando Wilders se queja de la islamización de los Países Bajos y advierte de que el islam está "arrasando Europa como un tsunami", plasma en discurso político lo que muchos ciudadanos piensan.
Acusado de discriminación e injurias
A los ojos de sus detractores, Wilders no es más que el charlatán que atiza el fuego. Ahora se sienten satisfechos de que por fin un tribunal se haya decidido a mostrarle al derechista dónde están los límites: hasta dónde llega la libertad de expresión y en qué lugar empieza la irresponsabilidad política.
"La Fiscalía le acusa de discriminar a los musulmanes por motivos religiosos y a los inmigrantes no occidentales por razones de raza, además de sembrar el odio y ultrajar a los musulmanes al haber comparado el Corán con Mein Kampf", explica Jeroen ten Voorde, experto en derecho de la Universidad holandesa de Leiden.
De momento, sólo se sabe que el proceso durará meses, y que en el peor de los casos Wilders podría ser condenado a una pena de dos años de cárcel. Si la cosa llegará a tanto está aún por ver. Ni ten Voorde ni ninguno de sus colegas de profesión se atreven a aventurar pronósticos al respecto. Hasta ahora, sólo en dos ocasiones ha sido condenado un político holandés por discriminación e injurias: el también derechista Hans Janmaat en 1995 y 1996, en ambas ocasiones al pago de un multa de 900 y 1.300 euros.
Y, por supuesto, Wilders tratará de instrumentalizar su situación. En realidad, empezó ya a hacerlo en el mismo momento en el que se conoció la demanda: "hoy es un día triste para la libertad de opinión", dijo entonces.
Autor: Kerstin Schwieghöfer/ Luna Bolívar
Editora: Emilia Rojas Sasse