"Europa es un polvorín y los Balcanes la mecha"
16 de febrero de 2017Deutsche Welle: En los últimos meses se endureció el tono en la zona occidental de los Balcanes (Macedonia, Albania, Kosovo, Serbia, Montenegro, Bosnia-Herzegovina y Croacia), tanto entre los países como entre los diversos grupos étnicos. Da la sensación de que la región vuelve a ser inestable. ¿Debe preocuparse Europa por la situación?
Norbert Mappes-Niediek: Sí, creo que sí. Naturalmente, la retórica sirve en primera instancia para presentarse ante los votantes como refugio ante el peligro. Viene bien hablar mal del odiado vecino. Se crea un clima amenazante y, al mismo tiempo, se le da a los ciudadanos la impresión de ser la única solución ante esas amenazas. Esto por sí mismo no es peligroso, pero puede serlo si se convierte en una dinámica. Y eso es posible, el peligro existe de verdad. Cuanto más débil sea la Unión Europea y menos influencia tenga para presionar, más se producirá esta situación. No creo que haya una reorientación en dirección hacia Moscú o Turquía, pero se endurecerán las posiciones.
¿Qué papel juega la Unión Europea en esa región y qué posibilidades reales tiene de influir en ella?
La Unión Europea fue en los últimos 20 a 25 años la única alternativa a una fragmentación con la que los países se hubieran bloqueado los unos a los otros. La perspectiva de querer entrar en la Unión Europea ha jugado un papel importante. Eso empezó ya en 1991, cuando Eslovenia se independizó. Ya entonces, el ministro de Exteriores, Dimirtije Rupel, dijo que la caída de Yugoslavia y la unión de Europa eran dos caras de una misma moneda. La una no era posible sin la otra. Eso significaba que, si Europa se unía, Yugoslavia colapsaba. Entonces se pensaba que aquellos que quisieran unirse a la UE tenían que hacerlo rápido y sin esperar a que los otros países estuvieran preparados para hacerlo. Eslovenia no quería ser una isla pequeña y aislada en el océano del mundo, sino que quería formar parte de la Unión Europea.
Eso también pasaba en el resto de países. La idea es que, como pequeño Estado, no se puede sobrevivir en un mundo globalizado si no se forma parte de la UE. La gente cree en la UE y desea formar parte de ella, entras otras razones, porque no confían en sus propias élites. Entonces se produjo un punto de inflexión cuando tomó posesión la nueva Comisión Europea en 2014. Su presidente, Jean-Claude Juncker, dejó claro que, en los próximos cinco años, no habría nueva ampliación de la UE. Lo dijo de forma tan abierta, que cerró de esa forma una puerta.
¿Qué quiere decir usted cuando afirma que los ciudadanos de los Balcanes necesitan a la UE como correctivo para sus élites políticas?
Muchos piensan que debe haber una instancia por encima de los gobiernos. De esta manera, creen que tener esperanza en formar parte de la UE implica que si sus líderes políticos se vuelven autoritarios, no acabarán encerrando en la cárcel a los opositores. Los controles y la vigilancia les dan una cierta seguridad.
¿Cree que estos países son capaces de evolucionar hacia la consolidación del Estado de derecho y de los estándares democráticos sin el control de la Unión Europea?
Creo que sí pueden hacerlo, pero carecen de una motivación fuerte para ello. Aquellos que en mayor medida han internalizado los valores europeos, han perdido un aliado importante. Antes tenían un as en la manga, pues podían argumentar que, si las cosas se hacían de una determinada manera, habría entrada en la UE. Pero si ya no pueden decir eso, su posición en la sociedad es tan solo una más entre muchas otras. En caso de duda, se acaban imponiendo los conceptos autoritarios.
¿Cree que existe el peligro de que Rusia asuma un papel importante en los Balcanes, tal vez en lugar de la UE?
No creo que se produzca una reorientación hacia Rusia. Excepto energía, Moscú no tiene mucho que ofrecer en la zona. Jugar el papel en la región que hasta ahora jugaba la UE sobrepasaría a Rusia. Eso lo saben todos. Pero los rusos podrían aprovechar la situación para volver las cosas más complicadas de lo que ya son.
¿Siguen siendo los Balcanes un polvorín?
Los Balcanes no son en realidad ningún polvorín. El polvorín es Europa y los Balcanes son la mecha. Eso es lo peligroso. Los conflictos que allí se originan no permanecen en aquella región, no se quedan aislados. Y justo en la situación actual, en la que el mundo se ha vuelto más inestable, donde no hay una verdadera supremacía, los conflictos de los partidos de los Balcanes lo tendrán más fácil para buscarse aliados entre los poderes más grandes. Una situación similar a la del año 1914. Esto es, sobre todo, a lo que hay que temer.
Norbert Mappes-Niediek es un periodista y autor alemán, especializado en el sureste de Europa. Colabora como corresponsal independiente para distintos medios alemanes y ha publicado varios libros sobre los Balcanes.