¿Existe la idiosincrasia alemana?
2 de octubre de 2018Con frecuencia se oye decir en Alemania que la gente del norte es testaruda, que la de Westfalia es de pocas palabras, que los bávaros son burdos por naturaleza y los suabos, diligentes y ahorradores; que los sajones son tan seguros de sí mismos como los renanos abiertos y alegres. En todo caso, los unos cuentan infinidad de chistes sobre los otros, apelando a estereotipos que suelen ser más antiguos que Alemania misma. Pero, ¿existen esas idiosincrasias, atribuibles a todos los que nacen o crecen en una región determinada? ¿Cabe hablar de lo típicamente alemán? Esas son preguntas para Dagmar Hänel, quien dirige el departamento de etnografía del Instituto para el Estudio de las Culturas y de la Historia Regional de la Mancomunidad de Municipios de Renania, con sede en Bonn.
Deutsche Welle: Dra. Hänel, ¿se puede determinar con relativa precisión cuál es la idiosincrasia de las personas nacidas o criadas en alguno de los dieciséis Estados federados de Alemania?
Dagmar Hänel: No, no se puede. Lo estereotipos son siempre generalizaciones. Es decir: se le endilga a todo un grupo las características percibidas en una o varias personas de ese grupo. Algunos de estos estereotipos son muy antiguos; han estado con nosotros desde hace doscientos, trescientos o cuatrocientos años. Algunos cambian con el tiempo y, sin embargo, vuelven a adquirir los rasgos de antaño bajo determinadas circunstancias porque están profundamente arraigados en nuestra memoria colectiva.
¿Por qué tendemos a generalizar y a crear estereotipos diferentes sobre habitantes de regiones diferentes?
Lo hacemos porque eso nos permite simplificar el mundo por un momento, nos permite suspender la percepción de su complejidad. Por cierto, también existen estereotipos positivos. Por ejemplo, los habitantes de ciertas regiones o ciudades tienen una percepción agradable de sí mismos; a ellos les satisface identificarse con su lugar de origen.
¿Hasta qué punto es esculpida la identidad de los habitantes de una región por el cincel de las tradiciones de ese lugar?
Para responder a esa pregunta es útil tomar ejemplos concretos. Festividades y prácticas tradicionales, como el Oktoberfest en Múnich, el uso frecuente de trajes folclóricos en Baviera o la celebración del Carnaval en Renania… todas esas cosas datan del siglo XIX o tuvieron su auge inicial en el contexto de la fundación de la nación alemana. En ese caso es relativamente fácil determinar el uso político que se le da a ciertas costumbres para crear identidades comunes, para crear lazos positivos entre los individuos y un colectivo. La cocina regional o nacional también puede servirles de base a las identidades grupales. Cada quien tiene esas referencias, independientemente del origen que uno tenga.
La migración interna en Alemania es muy pronunciada. Y son muchos los extranjeros que se asientan en territorio alemán. ¿Cómo afecta este tránsito las identidades de quienes se desplazan de su lugar de origen a otro?
Uno puede conservar buena parte de su identidad cultural intacta. Pero este es un proceso reflexivo. Uno se sienta en calma a revisar el equipaje que uno lleva y se pregunta: '¿Qué es esto y por qué es tan importante para mí?' o ‘¿Qué es lo que necesito y no tengo todavía?'. Y uno hace eso todo el tiempo. Uno no solo conserva cosas en la maleta que uno lleva consigo; uno también tira cosas y mete otras nuevas en ese cofre. La administración de las identidades no es un proceso estático. No creo que sea necesario dejar atrás por completo nuestro pasado; uno puede darle uso de manera constructiva.
Klaus Krämer (ERC/ERS)
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