FAO busca poner fin al hambre de aquí al año 2025
20 de noviembre de 2014La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) tenía la esperanza de que la participación del papa Francisco en su Conferencia Internacional sobre Nutrición atrajera la atención de los medios hacia el desequilibrio global en el acceso a los alimentos. El argentino Jorge Mario Bergoglio no los decepcionó: este jueves (20.11.2014), la prensa reprodujo los llamados que hizo en el evento de Roma a luchar contra el hambre, que cobra más vidas en todo el mundo que cualquier catástrofe natural o conflicto bélico.
Aunque esa comparación no es falsa por ser hiperbólica, no todo discurso convence por ser conmovedor. Ese es el problema que enfrenta desde hace décadas la FAO en su afán por persuadir a los Gobiernos y a las corporaciones para actuar conjuntamente y poner fin al hambre, que hoy aflige a 805 millones de personas. De hecho, por no ser vinculantes, los programas de la FAO para poner coto a ese flagelo suelen ser percibidos como sabuesos sin dientes, que ladran pero no muerden.
Nuevo plan de acciones de la FAO
Este miércoles (19.11.2014), durante la inauguración de su segunda cumbre sobre nutrición –la primera se realizó en 1992–, la FAO presentó su nuevo plan de acciones y consiguió que 190 Estados y organizaciones se “comprometieran” a acabar con el hambre de aquí al año 2025. En las últimas dos décadas, la cantidad de personas que sufren malnutrición crónica decreció en 209 millones. En 1992,, el 23,4 por ciento de la población de países no industrializados no tenía suficiente que comer; en la actualidad la cifra es de un 13,5 por ciento.
El objetivo de la FAO es reducir ese porcentaje al 12,8 por ciento en 2015. Sin embargo, organizaciones no gubernamentales como la alemana Brot für die Welt (Pan para el Mundo) dudan que el programa de esa agencia de la ONU pueda alcanzar sus metas. “La Declaración de Roma es inofensiva. Podría promover cambios si consigue que los afectados –los pequeños granjeros, los pescadores y las poblaciones afligidas– se involucren en la supervisión de las medidas a tomar”, dice Sascha Hach, representante de Pan para el Mundo en Italia.
“A ellos se les debe dar la oportunidad de pronunciarse sobre la materia”, agrega el activista germano, aludiendo a las ochenta recomendaciones que la FAO ha hecho a la clase política de casi todos los países para optimizar la producción y distribución de los alimentos en el planeta; ampliar al máximo el acceso a aguas limpias, servicios sanitarios, asistencia social y médica; implementar programas educativos en el área de la alimentación; y diseñar tratados y sistemas de comercio justo. La ambición no escasea en la FAO.
Conflictos de intereses
Pero también es mucho lo que está en juego para los Gobiernos y las grandes empresas cuando se habla de cambiar modelos de negocios con miras a acabar con el fenómeno del hambre. “Existen grandes conflictos de interés. El mercado de los alimentos es muy valioso para las industrias. Para garantizar sus propios beneficios, el comercio internacional perjudica a los productores de alimentos de muchos países en donde la desnutrición es de por sí un gran problema”, explica Hach de la organización Pan para el Mundo.
Esos y otros factores impiden que los acuerdos concebidos por la FAO sean vinculantes. Son esos obstáculos los que quedan por superar. La magnitud de la crisis y lo que se debe hacer para resolverla ya fue determinado en la primera Conferencia Internacional sobre Nutrición hace 22 años, asegura Jose Graziano da Silva, director de la Oficina de Nutrición de las Naciones Unidas: en el mundo hay suficientes alimentos para todos los habitantes del planeta, pero estamos lejos de poder erradicar el hambre.