Red Sájarov: Colombia, la paz, la verdad y el narcotráfico
14 de diciembre de 2022Con la Comisión de la Verdad de Colombia, finalista al Premio Sájarov 2022, llegan al Parlamento Europeo las historias del millón de colombianos en el exilio, de los 50.000 secuestrados, de los 16.000 menores enrolados a la fuerza, las 20.000 víctimas de las minas antipersonas, de los 6.000 falsos positivos. Con la guerra en Ucrania de fondo y su valiente pueblo como ganador del premio, DW conversó en Estrasburgo con Francisco De Roux que presidió la búsqueda de la verdad y de los porqués en el conflicto colombiano.
DW: Es la segunda vez que colombianos llegan a finalistas del Premio Sájarov a la libertad de conciencia. ¿Qué relación ve usted entre la Comunidad de San José de Apartadó, finalista en 2011, y la Comisión de la Verdad?
Francisco De Roux: A la Comunidad de Paz de San José de Apartadó, y al padre Javier Giraldo, líder del proceso, les tengo muchísima admiración, porque ellos han logrado convertirse en un símbolo de un territorio donde no se acepta gente con armas y donde se ha protegido los derechos de la comunidad. Nosotros hemos estado en otra perspectiva: la paz a nivel nacional. Somos el resultado del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y las FARC, que creó el sistema de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición. Se nos encomendó esclarecer la verdad histórica, política y ética de lo que pasó en el país. Nuestro propósito era entender cómo llegamos a esta barbarie, y pensar qué hacer para que no siga.
Los finalistas de este premio pasan a integrar la Red Sájarov, que promueve la libertad de conciencia a nivel internacional. ¿Qué tiene que aportar la Comisión de La Verdad?
Nuestro mayor aprendizaje: para la construcción de la paz, la verdad es absolutamente necesaria. Y ésta se construye solo mirando a las víctimas, las de todos los lados de un conflicto. Se trata de comprender la tragedia, para aceptar responsabilidades y construir el futuro pensando en las nuevas generaciones. En vista de lo que se está viviendo en Europa podemos afirmar que todas las guerras son malas, que si no se atajan, degeneran. Llegan a monstruosidades. Los que más pierden no son los políticos que deciden que haya guerra, ni los generales, sino la sociedad civil. Porque somos partidarios de buscar la paz, hemos pedido a los amigos de la comunidad internacional que nunca más le den a Colombia dinero para ninguna guerra.
Este es un mensaje muy diferente al que dan los que reciben este año el Sájarov en nombre del valiente pueblo ucraniano. Están seguros de que esta guerra se gana solo con armas…
Cuando se está metido en el ojo del huracán… Con todo mi inmenso respeto por la gente de Ucrania, me pregunto: ¿hasta qué punto Europa y Estados Unidos, ante una población víctima de la guerra contribuyen a que la gente en su desesperación comience a pedir armas para poder enfrentar la locura y la barbarie de Putin? Después de revisar las guerras en la historia, estoy convencido de que no tienen solución en sí mismas. Tarde o temprano hay que llegar a una mesa de negociación.
A una mesa de negociaciones a la que ha llegado el ELN con el nuevo gobierno colombiano. Se anuncia ya una nueva ronda de negociaciones en México. Entre las recomendaciones del informe de la Comisión de la Verdad se incluye la búsqueda del diálogo con ese grupo armado.
Sí. En lo que el presidente Gustavo Petro llama "la paz total” -con todos los grupos armados- es importantísimo comenzar a negociar con el ELN. Nunca ha sido fácil, entre otras cosas, porque el ELN es muy distinto a todas las otras guerrillas. Es más bien un movimiento político con una retaguardia armada. Pienso que este gobierno está bien orientado en lo que está haciendo. La "paz grande” la llamábamos nosotros, porque también se trata de la reconciliación al interior de una sociedad que siempre ha buscado el enemigo interno.
Usted ha afirmado aquí en el Parlamento Europeo que para la Comisión de la Verdad no solo era importante escuchar las historias sino encontrar el porqué. ¿El gran porqué del conflicto colombiano es el narcotráfico?
Es uno de los grandes porqués, por supuesto que sí: si no terminamos con el narcotráfico, la violencia en Colombia continuará. Es algo en lo que, desafortunadamente, tanto la sociedad como el Estado están muy involucrados. Colombia tiene que decirse la verdad sobre el narcotráfico, que se ha metido profundamente en la economía, en la política y, por supuesto, hay unos grandes señores del narcotráfico que son los que más ganan con eso. Pero sabemos también que la guerra no es la solución.
Yo mismo fui al Departamento de Estado de Estados Unidos para decirles que la guerra contra el narcotráfico en Colombia, y luego en México, que establecieron ellos, produce más cocaína y más narcotráfico. El camino es otro: apoyo al campesinado para que tenga futuro, para que no tenga que verse obligado a sembrar coca, es una persecución seria policial de los grandes patrones de la guerra, es una transformación cultural, es un esfuerzo de los países grandes para disuadir a los jóvenes… No hablamos de liberalización, sino de control y regulación.
En un momento en que este Parlamento Europeo se ve golpeado por un escándalo de lavado de dinero y corrupción, presuntamente orquestado desde Qatar, las palabras del día parecen ser precisamente regulación y control. ¿Cree usted que Bruselas va a llegar apoyar el cambio de políticas para llegar a la regulación del mercado de la coca y la cocaína?
Pienso que la UE puede aprender mucho del proceso colombiano, porque esta Comisión de la Verdad ha aprendido de las anteriores. En ello, apoyar al presidente Petro es muy importante, porque es eso precisamente lo que tiene en mente. Le doy un ejemplo: cuando en economía criticamos a los mercados financieros, no pedimos acabar con ellos, sino regularlos seriamente. Sí, creo que hay que avanzar internacionalmente en esa dirección.
Entrevista realizada por Mirra Banchón.
(cp)