Francia: molestia por la rígida postura germana
19 de julio de 2015
Dos naciones, dos estilos diferentes. Ante la crisis griega, Alemania presiona por atenerse lo más estrictamente posible de los acuerdos de estabilidad. Varios países del sur de Europa, en cambio, se pronuncian a favor de un margen más amplio de interpretación.
En Francia, Alemania despierta pocas simpatías con su decidido aferramiento a las reglas. Por ejemplo, Nicolas Dupont Aignan, jefe del partido euroescéptico Debout la France –que tiene solo dos escaños en el Parlamento– escribió que Alemania pretende “pulverizar” a Grecia, al obligarla, bajo amenaza de “grexit”, a “someterse a un plan mortal”. Para él, esa actitud representa el “IV Reich”.
Similares son las expresiones de Jean-Luc Mélenchon, diputado del Parlamento Europeo y jefe del Parti de Gauche. Reconoce que la situación actual no es comparable con la que existía durante la Segunda Guerra Mundial y que también la ideología es otra, pero afirma que “se trata del mismo espíritu corporativista, la misma arrogancia, la misma ceguera”. Según Mélenchon, por tercera vez en la historia, “la tozudez de un gobierno alemán está destruyendo a Europa”.
“Carta a un amigo alemán”
En forma menos drástica se manifestó Jean-Christophe Cambadélis, presidente del gobernante Partido Socialista. Publicó una “Carta a un amigo alemán”, en la que hace notar las posibles consecuencias de la forma alemana de entender las reglas y los acuerdos. En 1945, tras la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial, Albert Camus había escrito un texto con el mismo título. Los franceses entienden la alusión. Cambadélis apunta que solo una minoría comparte planteamientos como los de Mélenchon, “pero percibo que se podría producir una tensión con Alemania”.
Según el diario Le Monde, la posición alemana no produce tanta resistencia por el fondo del asunto, sino por la forma en que se plantea. “No basta con tener razón; también hay que saber convencer a los socios”, indica el periódico. Y agrega que a los negociadores alemanes les falta otra cosa más: empatía política. Porque el “sí” de Polonia y los países del Báltico al programa de austeridad, y el “no de Grecia”, se explican sobre todo por las divergentes expectativas que éste despierta. Mientras los europeos del este lo vinculan a una esperanza, a los griegos les provoca temor.
En cuanto a la crítica de Cambadélis a la supuesta “ideología de austeridad” alemana, Le Monde sospecha que no solo obedece a motivaciones desinteresadas, en vista del desequilibrado presupuesto estatal francés: hay quien “se presenta como defensor de los intereses griegos para, de paso, defender los de Francia”.