Fútbol femenino: tarjeta roja a la discriminación
1 de julio de 2019El viernes pasado, cerca de 46.000 hinchas de todas las edades hicieron temblar el Parque de los Príncipes al presenciar la victoria de Estados Unidos ante Francia (2-1) en los cuartos de final de la Copa del Mundo Femenina de la FIFA 2019.
Esta no es la primera vez que se ven estas imágenes en un partido de fútbol femenino y que sus aficionados llenan estadios. Por ejemplo, en las ediciones de 1999, 2007 y 2015 del Mundial Femenino, celebrado cada cuatro años desde 1991, más de un millón de espectadores se dieron cita.
Las futbolistas han demostrado su gran habilidad para jugar al fútbol y están convenciendo a muchos escépticos de que el fútbol femenino tiene que ser apoyado y tomado en serio. A pesar de esto, en este Mundial todavía hay estadios con asientos vacíos, muy poca difusión en las ciudades francesas y jugadoras de todo el mundo que siguen luchando por ser reconocidas como jugadoras profesionales.
El fútbol femenino no es un fenómeno nuevo
"El fútbol femenino no se inició en 1991 con la primera Copa del Mundo en China, sino mucho antes, en los años 80 y 90 del siglo XIX cuando el fútbol masculino moderno también experimentaba un rápido crecimiento”, explica a DW Marc Zappimbulso, coordinador de la exhibición "El fútbol femenino” presentada por el Museo Mundial de la FIFA y su socio Hyundai en París durante la celebración de la octava Copa del Mundo Femenina Francia 2019.
En esta exhibición se muestra la larga historia del balompié femenino y la constante lucha de las futbolistas por aceptación y reconocimiento.
El fútbol femenino dio sus primeros pasos alrededor del mundo a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. En Inglaterra, la leyenda Nettie Honeyball fundó junto con la aristócrata, escritora y defensora de los derechos de la mujer Lady Florence Dixie, el club de fútbol "Las damas británicas”, en 1894.
Este equipo jugó más de 166 partidos contra hombres en varias regiones de Gran Bretaña, atrayendo a más de 10.000 espectadores que pagaban por verlas jugar. Los fondos recaudados se destinaban a caridad.
Dixie y Honeyball crearon este club para luchar por los derechos de la mujer en el fútbol y en las decisiones políticas movilizando a la prensa. Sin embargo, sus planes se vieron truncados cuando la Asociación de Fútbol de Inglaterra, creada en 1863, instruyó a sus asociaciones afiliadas "no permitir partidos contra equipos de mujeres” en 1902. En 1921 les prohibió por completo prestar sus campos a las mujeres con la premisa de que "el fútbol no era apto para la mujer y no debería ser estimulado”.
Ejemplos de marginación como este se han repetido a lo largo de la historia del balompié femenino a nivel mundial. ¿Por qué?
Sexismo, misoginia y homofobia
"El sexismo y la misoginia han sido y son los mayores adversarios del fútbol femenino”, comenta a DW Brenda Elsey, historiadora especializada en fútbol y cultura popular en América Latina y profesora adjunta de la Universidad de Hofstra, Nueva York.
Elsey explica que la actitud prevalente de que el fútbol femenino no es tan bueno, tan rápido, tan interesante, o no tan comercializable, viene del patriarcado y del machismo arraigado en todas las sociedades.
Los hombres han gozado de más tiempo libre, de acceso a espacios públicos y de apoyo del gobierno y de diferentes instituciones para hacer más popular el fútbol masculino.
La defensora de la igualdad de género explica a DW que cuando las mujeres demostraron en los años 1910-1975 que podían hacer algo por sí mismas, luchando por tener tiempo libre y obtener recursos por sí mismas, se empoderaron, lo que generó y genera un desafío a los estereotipos de género e ideologías patriarcales cimentados en América Latina. Al mismo tiempo, la idea de que jugar al fútbol convertía a la mujer automáticamente en hombre o en lesbiana, generó una actitud homofóbica hacia las futbolistas.
¿Alcanzará el fútbol femenino la aceptación y popularidad del balompié masculino? "Eso espero. A mi me parece más interesante el fútbol femenino, es un juego más puro y honesto. Las futbolistas merecen el mismo apoyo que los hombres, porque vemos con la selección americana femenina que la diferencia de apoyo no está basada solo en resultados”, dijo Lily, de Dinamarca, visitante de la exhibición del Museo FIFA.
Brenda Elsey opina diferente: "no en un futuro próximo. Para lograr la aceptación social, se necesita que el fútbol femenino forme parte de la cultura, que sea algo que practicas desde temprana edad. Eso requiere mucha voluntad e inversión de clubes y escuelas que les ofrezcan espacio a las niñas desde pequeñas para jugar fútbol de manera regular y en masa.
También se requiere que los países tengan gobernantes menos conservadores, sin misoginia y homofobia, que crean en la equidad de género”.
Al mismo tiempo, Elsey argumenta que lamentablemente todo va a depender de los movimientos feministas y de las organizaciones que formen las mismas futbolistas para seguir luchando por sus derechos, sacrificando su juego por la política en torno a esta materia. El resultado de estos esfuerzos estará por verse.
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