Víctima de su época
29 de junio de 2013Mario Gómez es victima de una época en la que los atacantes de sus características gozan de mala reputación por no representar la “modernidad” del balompié actual. En tiempos en los que el "falso nueve" es considerado progreso, el rendimiento de un verdadero nueve, como él lo es, se juzga a partir de un discurso que le considera de partida ya anacrónico.
Las estadísticas no lo salvan
El goleador del Bayern, autor la pasada temporada de 19 goles en 33 partidos oficiales, casi todos ellos pocos minutos después de su ingreso a la cancha como sustituto, está en capacidad de exhibir impresionantes estadísticas y números de efectividad como muy pocos futbolistas.
En la Copa Alemana del 2012/2013, que obtuvo el Bayern, consiguió, por ejemplo, tres goles en apenas 14 minutos, en la semifinal contra el Wolfsburgo. Y en la final sus anotaciones fueran decisivas para vencer al Stuttgart (3-2). En la Champions League, otro título conquistado por el equipo de Múnich, logró figurar en dos ocasiones en el marcador pese a que en todo el torneo apenas si vio 206 minutos de juego.
Mario Gómez, el fichaje alemán más caro de la Bundesliga en toda su historia, llegó al Bayern en el 2009 comprado al Stuttgart por 35 millones de euros. Desde entonces el delantero ha traducido su valor en goles: 113 en 174 partidos, un promedio de 0,6 por juego. Para aquellos a los que esta media les parezca baja, es necesario mencionar que en los cuatro años en Múnich, el futbolista hispano-alemán ha sido varias veces separado de la formación titular del equipo, bien sea por culpa de una lesión, o por la falta de confianza del entrenador.
La inconstancia como obstáculo
El primer año de Gómez en Múnich fue también el primer año de Louis van Gaal como entrenador del Bayern. El técnico y el delantero intentaron adaptarse el uno al otro de la mejor manera posible, pero pese a los 14 goles conseguidos fue evidente que Van Gaal no quería a Gómez, a quien relegó al banco de suplentes. Tampoco ayudó el hecho de que en plena fase decisiva de la Bundesliga un lesión muscular obligó al atacante a hacer una pausa forzada.
En la temporada siguiente Mario Gómez inició una lucha por recuperar su posición en el equipo titular y a punta de goles, 45 para el Bayern, se reivindicó y volvió a ser ficha clave del equipo. En el campeonato 2011/2012, con un nuevo entrenador, Jupp Heynckes, brilló nuevamente como artillero, en especial en la Champions League, donde sus anotaciones le permitieron al club de Múnich alcanzar la final. Allí sólo Lionel Messi fue más efectivo, con 14 goles, apenas dos más que Gómez.
Lo que parecía ir por un excelente camino terminó empañado por la mala noticia que se conoció ese verano: Mario Gómez tenía que ser operado del tobillo derecho. La recuperación le tomó seis meses, media temporada se fue por la borda, y con ella la posibilidad de por fin tener continuidad en la historia de exitosos rendimientos.
Modelo viejo
El delantero inició el que parece ser su último año en Múnich lesionado y como protagonista de una polémica sobre si es el jugador idóneo para el Bayern en las aspiraciones del club de modernizarse. La forma “estática” de jugar de Gómez, su necesidad de contar con los servicios de sus compañeros para anotar, y su aporte al juego colectivo sólo en situaciones en las que es peligroso al recibir el balón en el área rival dejaron de ser virtudes para convertirse en factores de crítica.
Para muchos Mario Gómez representa en la delantera de un equipo el pasado, mientras el futuro lo personifican atacantes de mayor movilidad, más vinculados a la marca y con capacidad de recibir y entregar el balón, de participar en la generación de fútbol, empezando en su propio terreno. Un delantero que sólo hace goles, como se percibe a Gómez, ya no es suficiente.
Ahora el jugador hispano-alemán, además, se encuentra en el Bayern bajo las órdenes de Pep Guardiola, el entrenador que ha perfeccionado ese fútbol moderno donde Gómez parece no encajar. Por eso no sorprende que ante las pocas perspectivas que adivinan en su equipo, Mario Gómez pretenda irse a otro club, uno quizás más tradicional, uno donde no sea victima de su época.
Autor: Daniel Martínez
Editor: José Ospina-Valencia