Gidon Kremer: 60 años de un virtuoso
4 de diciembre de 2006Gidon Kremer, uno de los más notables violinistas y directores de orquesta contemporáneos, celebra su 60 aniversario de vida con una serie de conciertos en la sala Kölner Philharmonie. El primero se llevó a cabo este fin de semana, cuando Kremer hizo mancuerna con la célebre pianista argentina Marta Argerich.
Schumann 1
Ambos virtuosos presentaron un programa balanceado, con obras de Robert Schumann y Béla Bartok. El concierto abrió con la Sonata para violín y piano Nr. 2 opus 121, de Schumann. Es una obra animada, transparente y asequible tanto para el público como para los concertistas. En ella, Kremer y Argerich exhibieron precisión y mesurada brillantez, como corresponde a un programa estratégicamente diseñado.
Una sonata exigente
Tras los aplausos, Kremer emprendió la Sonata para violín solo Sz. 117, de Bartok. Desde el primer movimiento, Tempo di ciacona, la obra constituye toda una prueba para el ejecutante y para los oyentes. Bartok compuso una pieza compleja, con gran conocimiento del violín y sus sonoridades y, por tanto, digna de un instrumentista maduro como ciertamente lo es el lituano.
En especial, la Sonata explota al máximo las limitadas posibilidades polifónicas del violín y, al mismo tiempo, se explaya en los matices más diversos. El efecto sonoro es especialmente llamativo y hechizante en escalas de gran velocidad, a las cuales el compositor asignó intensidades livianas y hechizantes.
La pieza es poco representativa de la obra bartokiana, en tanto no hace demasiada gala de ritmos populares húngaros. En cambio, exhibe un lenguaje musical vanguardista que demanda del público un seguimiento atento y, para algunos, difícil. Lo que quedó claro, en todo caso, es que para estas alturas Kremer ya había cautivado a los asistentes por su musicalidad a toda prueba, y por su maduro virtuosismo.
Escenas infantiles, de Schumann
Para la segunda parte del programa, la pianista Argerich interpretó las Kinderszenen op. 15, de Schumann. La concertista aprovechó esta serie de piezas, algunas ampliamente conocidas, para exhibir su musicalidad extrema. Los pasajes más lentos fueron acentuados por la pianista retardando justo lo suficiente las frases, en un clasicismo siempre elegante. En todo momento, Argerich manejó la intensidad de los sonidos de manera magistral, cautivando al público con sonoridades cercanas a la frontera del silencio. Al mismo tiempo, los pasajes más exigentes fueron ejecutados con pulcritud por quien es considerada una de las pianistas más reconocidas de la actualidad.
El final perfecto
La Sonata para violín y piano Nr. 1 Sz 15, de Bartok, permitió al dúo culminar de manera brillante e impetuosa la presentación, ante un público que había abarrotado la sala de conciertos de Colonia. En la obra, los dos ejecutantes refrendaron las cualidades que ya habían exhibido, y dejaron a los asistentes con la certeza de haber asistido a un concierto equilibrado, exigente y bien interpretado. Kremer se presentará nuevamente en Colonia a mediados de 2007 cuando, al frente de la Kremerata Báltica, cierre las celebraciones por sus 60 años de vida.