Músicos exitosos a pesar de ser minusválidos

Más de 200 visitantes se arremolinan ante la entrada de la sala del concierto: van a escuchar al grupo Bitte lächeln! (sonría por favor). “Me parecen lindos”, comenta una joven asistente a su amiga. Quien vea al grupo por primera vez, seguro que se asombrará. El cantante va en silla de ruedas, el percusionista tienen síndrome de Down y el saxofonista tiene dificultadas para encontrar el compás de entrada.

Al comienzo de este proyecto integrativo, el Thalia Theater organizó un casting. 30 jóvenes con diversos impedimentos mentales y físicos aplicaron para participar. Al líder y bajista del grupo, Mirko Frank, le tocó la tarea de seleccionar. Sus criterios para ello: “primero, que tengan la capacidad de concentrarse, un ensayo normal puede llegar a durar una o dos horas”. Además era imprescindible que demostraran cierta musicalidad, de otra manera de ellos saldría poco más que un insoportable barullo.

Frank es danés, tiene poco más de 40 años, una melena rubia desordenada. El típico roquero. Es entusiasta y franco, exactamente como querría ser todo pedagogo social. Sin embargo, Frank no ha estudiado pedagogía; es músico. El primer encuentro con su grupo fue hace dos años. “En ese momento pensé que jamás lo lograríamos. Era muy agotador”, cuenta Frank. Hasta que cada uno encontró su lugar en la banda, pasaron cuatro meses. Desde ese momento, cada uno sabe lo que tiene que hacer para que el ensayo y el grupo en general marchen.

“¡Tengo calor!”

Entretanto, la música que hace este grupo suena realmente bien, un pop rock suave. Dennis, Christian, Benjamin, Dominic, Philipp, Maxim y Mirko han desarrollado un programa como para llenar una velada completa; se conocen y juntos han encontrado algo parecido a un sonido propio. Minusválidos –como la mayoría- o no, como el baterista Maxim, la música es lo primero.

La canción suya que más ha pegado se llama Mir ist heiß! (tengo calor). Lukas Johannsen se ha encargado de muchos de los textos. “En este grupo puedo hacer lo que sé: textos, cantar e incluso entretener”, dice Lukas. La risa de este joven de 19 años es fuerte, es un payaso sobre el escenario y su silla de ruedas no es un impedimento.

Estos muchachos tocan música con alma y cuerpo, mueven sus manos en una gesticulación sumamente graciosa. Mientras más se los escucha, más superfluo parece el bono de condescendencia que, sin duda, aún le brinda una parte de su público. Es más: quien escuche los textos se da cuenta que ahí hay alguien que tiene sentido para el lenguaje. “Por lo general propongo un texto para comenzar y luego lo vamos adecuando al arreglo”, cuenta Lukas.

Buena y auténtica energía

Las piezas surgen durante los ensayos. Mirko Frank da las armonías, ensayan, componen, desechan. A menudo los padres de los músicos están ahí para ayudar a escribir las estructuras de las canciones, las notas no importan. Dennis Reinhardt, de 26, llegó después al grupo y es uno de sus dos pianistas. El grupo es como su familia, cuenta Dennis: “Es un sentimiento fenomenal estar en el escenario, tocar y sentir el entusiasmo de la gente”.

Estos músicos, desde que están juntos, se han acoplado, han crecido y han vencido los desafíos. Cuatro conciertos tienen ante sí: el negocio marcha bien para Bitte lächeln! Mirko Frank mira hacia el futuro dispuesto a acometerlo: “¡He percibido una energía tan buena de los muchachos cuando estamos en una presentación! Tiene algo sumamente auténtico. Y lo mejor es que uno recibe tanto a cambio!”

Autor: Matthias Lemme/Mirra Banchón
Editor: Enrique López