Guerra contra la democracia
18 de abril de 2003Con esta acción EE.UU. ha destruido su propia credibilidad como potencia garante del derecho internacional, la autoridad normativa de Estados Unidos está arruinada, según Habermas. El filósofo alemán reacciona con estas declaraciones al artículo de su colega Hans Magnus Enzensberger, quien en el diario 'Frankfurter Allgemeine Zeitung' saludó el exitoso final de un régimen totalitario.
Habermas sostiene que la alegría triunfal que puede embargar a alguien a la vista de la caída de las estatuas de Sadam Husein, no debe hacer olvidar que una guerra ilegal sigue siendo una violación del derecho internacional, aún cuando quede coronada por el éxito.
EE.UU. viola sus propios principios
Los sentimientos morales pueden engañar porque se basan en escenas, en imágenes aisladas y no contemplan la cuestión de la justificación de la guerra en su conjunto, según explica Habermas. La guerra contra Irak es ilegal por dos motivos, porque no había situación de auto-defensa y porque no la avaló el Consejo de Seguridad de la ONU, que aún siendo todavía un gremio imperfecto es la garantía contra el unilateralismo, dice Habermas.
Con ello, Estados Unidos viola sus propios principios, pues la esencia de la democracia y los derechos humanos es que éstos no se pueden imponer de forma unilateral y por el fuego y la espada.
La lucha contra la democracia
Habermas se refiere al presidente de EE.UU., George W. Bush, llamándolo presidente guerrero y da a entender que no sólo ha dañado la autoridad moral de EE.UU. en el mundo, sino que ha debilitado también la democracia dentro de su país. El régimen de guerra de Bush no sólo roba a los presos de Guantánamo los derechos que les garantiza la convención de Ginebra, sino que ha concedido a las autoridades de seguridad un campo de acción dentro del territorio de Estados Unidos que merma los derechos constitucionales de sus propios ciudadanos, explica Habermas.
La ONU no debe hacer compromisos
Esto va acompañado de una campaña de desinformación que ha logrado que el 60% de los estadounidenses piensen que la guerra contra Irak ha sido una justa respuesta a los atentados del 11 de septiembre. El filósofo concluye afirmando que, al menos de momento, la ONU no ha sufrido grandes daños, incluso ha ganado prestigio e influencia porque los miembros pequeños del Consejo de Seguridad no se han doblegado a los grandes. Ahora sólo hay una cosa que podría dañar a la ONU, y es tratar de resolver lo irreparable con compromisos.