Hacer música con un buen propósito
7 de mayo de 2009Filántropo, embajador de la Humanidad, criatura de luz, conciencia moral del mundo. Con estos calificativos han descrito políticos, artistas, periodistas y científicos al genial violinista americano Yehudi Menuhin. Fue en 1999, el año de su muerte, cuando fundó en la capital del estado federado de Renania del Norte-Westfalia la rama alemana de su Fundación, con el objetivo de extender el Programa MUS-E en Alemania. MUS-E es la abreviatura de "música para colegios en Europa".
El objetivo del programa es desarrollar la personalidad de niños y jóvenes a través del trabajo con artistas, así como promover su creatividad, su capacidad de expresión artística y sus competencias sociales. Así lo explica el gerente de la Fundación, Winfried Kneip: "el Programa MUS-E es la aplicación concreta del objetivo de la Fundación". En los años 90, su creador, Yehudi Menuhin, la describió como el deseo de mejorar las condiciones del entorno de niños y jóvenes a través de la influencia de las artes.
Cada semana, dos horas de MUS-E
Artistas procedentes del teatro, la danza, la música y las artes plásticas imparten una vez por semana dos horas de clases de sus respectivas materias con la colaboración del tutor del curso. Algo que realizan preferentemente en alrededor de 700 escuelas de educación primaria.
Menuhin, quien comenzó a estudiar violín cuando era muy pequeño, estaba convencido que ninguna edad es demasiado temprana para iniciarse en la música. Como explica Winfried Kneip, el "Ángel sobre la Tierra", como una vez fue denominado, tenía en el punto de vista especialmente a los débiles y los desfavorecidos: "para él era especialmente importante empezar con los niños que de otra manera no tendrían ningún contacto con la cultura y que proceden de capas sociales alejadas de ella". Con ello se refiere Kneip, sobre todo, a los niños que crecen en entornos sociales problemáticos.
Para cumplir sus objetivos, la Fundación Yehudi Menuhin necesita 3,2 millones de euros anuales. Con ese dinero deben ser pagados, entre otros, los 25 trabajadores fijos de la Fundación, así como los alrededor de 250 artistas que colaboran con ella.
Como sea que la Fundación no puede apostar por el apoyo estatal, el dinero debe llegar a través de otras vías, como explica Winfried Kneip: "la Fundación Yehudi Menuhin es, en sí misma, una Fundación eficaz operativamente.
Tenemos un capital social que nos ha posibilitado elegir esta forma de Fundación". Sin embargo, Kneip precisa que la Fundación no dispone de medios financieros que le permitan implementar de forma independiente sus propios proyectos y programas. "Por eso dependemos de los promotores", indica Kneip.
Con mucho compromiso
Afortunadamente, los alrededor de 18.000 alumnos en Alemania no están al corriente de esos problemas. De esta manera, pueden concentrarse completamente en el trabajo con los artistas especialmente adiestrados y disfrutar de la actividad, algo que en algunos casos puede llevar su tiempo, como explica la coordinadora jefe Kirsten Scherwitz.
Ella y sus colaboradores son, por así decirlo, son el nexo de unión entre la Fundación y los artistas: "para muchos niños es un reto, porque, por ejemplo, sobre todo los chicos que cuentan con 11 y 12 años de edad, tienen reticencias a la hora de trabajar la danza clásica".
Pero sólo al principio, porque cuando se han vencido las primeras resistencias, los niños acaban asistiendo a las clases de MUS-E con un entusiasmo creciente, como sabe Scherwitz por experiencia: "muchos niños se ponen tristes y están decepcionados, cuando un artista encargado de impartir la clases se pone enfermo y hay que anular la sesión".
Reforzar la confianza en uno mismo
Sólo con que sirviera para reforzar la autoestima de los alumnos, la tarea de la Fundación ya habría valido la pena. Pero hay aún más efectos positivos que cuentan entre los objetivos de su fundador. Porque Menuhin estaba plenamente convencido del potencial de entendimiento entre los pueblos que podía fomentar su idea.
Como músico, sabía de la bendición que suponía poder expresarse artísticamente, y estaba profundamente convencido de ello: quien se vuelve hacia la música, el arte y la cultura de las diferentes naciones, no ve nunca más a las otras personas como extrañas.
Es frecuente la presencia de niños extranjeros con déficits lingüísticos. A través de las clases de MUS-E desarrollan su autoconfianza, como explica Kirsten Scherwitz: "los niños que no tienen éxito con las materias escolares clásicas, acostumbran a descollar en MUS-E".
Porque en esas dos horas pueden mostrar de qué son capaces. Una experiencia que fomenta la confianza en ellos mismos y, con ello, sirve a la sociedad en su conjunto.
Autor: Frank Gazon/ev
Editor: Enrique López Magallón