¿Hará AMLO de México un nuevo líder regional?
21 de septiembre de 2018“Su clara victoria electoral lo legitima democráticamente para asumir un liderazgo en la región”, dice a DW el historiador Rafael Rojas, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), con sede en la Ciudad de México. Durante la Guerra Fría, en las décadas de los 70 y 80, “México jugó un importante papel de mediador para terminar los conflictos internos en varios países de Centroamérica”, recuerda Rojas.
Ahora se da la oportunidad de revivir esta tradición, dado que en la región está creciendo la polarización, y todos los demás países que han reclamado un liderazgo, como Brasil, Venezuela o Estados Unidos, están sumidos en sus propias crisis y han perdido credibilidad. “Todo el contexto internacional urge prácticamente a México a asumir ese papel”, agrega Rojas. La pregunta es si AMLO, quien, hasta ahora, se ha limitado a invocar posturas nacionalistas, esté dispuesto a llenar ese vacío internacional.
Trump-AMLO: “La chispa no encendió”
“Tal vez AMLO no tiene otra opción”, cree, por su parte, Carlos Heredia,también del CIDE. Hasta ahora, las relaciones con Estados Unidos han sido prioritarias para México. “Pero también la agenda proteccionista y los caprichos del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, están forzando a la diplomacia mexicana a una realineación”, dice el experto estadounidense. Los primeros contactos entre el equipo de López Obrador y el Gobierno de EE. UU. fueron amigables, pero para Heredia, “la chispa no encendió”.
Cada uno habla su idioma. “Cuando López Obrador dice 'cooperación' con América Central, quiere decir 'ayuda económica y desarrollo'. Pero Trump lo traduce como 'deportaciones, muro antimigratorio y contratos de infraestructura para compañías estadounidenses'”, resalta Heredia, quien considera “más urgente que nunca” que México defina claramente sus “intereses nacionales”.
"Especialmente con respecto a América Central, es importante que México no se deje dictar la agenda de seguridad de Washington, sino que elabore una propia política regional con sus vecinos del sur”, advierte Heredia, y concluye que “de lo contrario, se crearán dependencias y amenazan innumerables problemas”.
Trump ha dictado, hasta ahora, la agenda bilateral, atropellando así a su vecino al sur del Río Grande. México y EE. UU. comparten una frontera de más de 3.000 kilómetros de longitud, que Trump quiere tapar con un muro. El comercio bilateral de 550.000 millones de dólares anuales se basa en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), también conocido como NAFTA, que está siendo renegociado, a instancias de Trump. En Estados Unidos viven unos 35 millones de mexicanos y sus descendientes. Una sexta parte de ellos se encuentra allí de forma ilegal, continuamente amenazados por la deportación, desde que Trump impuso su política de mano dura.
Multilateralismo y diversificación
Mientras el saliente presidente, Enrique Peña Nieto, había reaccionado calmando los ánimos, esa estrategia cambiaría bajo el Gobierno de AMLO. “Trump ha tratado a México de una forma detestable”, dijo al respecto Marcelo Ebrard, designado ministro de Relaciones Exteriores, exalcalde de la capital, y experto en asuntos internacionales.
López Obrador ya ha dado las primeras señales de que su gobierno será diferente, como se puede ver con la invitación a Vladimir Putin a su ceremonia de posesión, el 1 de diciembre de este año. A lo largo de los últimos años, Rusia viene expandiendo sus relaciones económicas con México, entre otras cosas, invirtiendo en el sector petrolero y vendiendo aviones de pasajeros.
Los académicos mexicanos demandan desde hace años ejecutar una política de más multilateralismo y más equilibrio en la política exterior. Pero solo tras el cuestionamiento del NAFTA por Trump, la diversificación se ha convertido en una prioridad de la política exterior de México.
Venezuela, Nicaragua y Cuba
En América Latina y el Caribe hay focos de caos por doquier. El rumbo errático de los "socialistas bolivarianos" en Venezuela y del autoritarismo de Ortega en Nicaragua, así como la masiva migración de venezolanos se han convertido en una crisis regional. ¿Respaldará López Obrador al Grupo de Lima en su condena a las violaciones a la democracia y los Derechos Humanos? ¿O asumirá una postura neutral, que es lo que espera Cuba, el estratega que maneja los hilos de sus hermanos socialistas en América Latina?
El exministro de Relaciones Exteriores, Jorge Castañeda, ve el “peligro” de que México se abstenga de actuar, “dejándole vía libre a los autoritarios, para complacer a las bases radicales de AMLO, y como distracción de promesas electorales difíciles de cumplir”.
Pero ni Rojas ni Heredia creen vaya a ser así. “Andrés López Obrador siempre ha simpatizado con la izquierda moderada y democrática de América Latina, como Lula da Silva en Brasil y Michelle Bachelet en Chile”, precisa Rojas, y concluye que “México no obtendría ningún beneficio respaldando ni a Venezuela, que está arruinada, ni a la alianza de izquierda, que ha fracasado”. Lo que Rojas se imagina es que “México intentará mediar diplomáticamente en Venezuela, Nicaragua y Cuba para ayudar a buscar una salida”. No en vano, la diplomacia ha sido un fuerte tradicional de México.
Sandra Weiss (JOV/CP)
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