Historia de las autopistas
6 de agosto de 20121935. Enérgicamente Adolf Hitler mete la pala en una montaña de arena. Cerca de él hay soldados, uno lleva una cámara para hacer una foto del Führer y documentar el comienzo de las obras en un nuevo tramo de la “Autopista del Reich”.
La imagen se difundió por todo el país; el objetivo: llegar a la conciencia del ciudadano. Para ello, la inauguración de cada tramo fue siempre un acto a celebrar.
Pocos años antes, gran parte del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP) se oponía conjuntamente con el partido comunista, a la construcción de autopistas.. Aducían que la construcción de “vías sólo para automóviles” serviría sólo a los “aristócratas ricos y a los grandes capitalistas judíos”. Cuando Adolf Hitler subió al poder, en 1933, los nazis descubrieron que las carreteras servirían a sus propósitos.
Los primeros intentos
Hasta 1929, la construcción de carreteras en Alemania había fracasado por la crisis económica y la falta de capital. El país sufría el peso del desempleo, la hiperinflación y las indemnizaciones que tenía que pagar por la Primera Guerra Mundial.
Con todo, el entonces alcalde de Colonia, Konrad Adenauer, logró en 1932 inaugurar una vía entre su ciudad y Bonn. La autopista tenía 20 kilómetros y un límite de velocidad de 120 km por hora en tiempos en que los velocímetros apenas si alcanzaban los 60km/h. Los alrededores de Colonia eran en ese entonces los más concurridos. Medio año después de su inauguración, el gobierno nacionalsocialista la degradó a carretera regional. Ellos querían atribuirse el mérito de haber inaugurado la primera autopista del país.
Bastante antes, en 1909, industriales convencidos de las ventajas del automóvil y ciudadanos influyentes se habían unido para promover la construcción de una vía sólo para automóviles, sin fango ni polvo, sin coches de caballos y sin peatones. En 1913 comenzaron en Berlín los trabajos para la “carretera de circulación y entrenamiento” AVUS (Automobil-Verkehrs- und Übungsstraße). En vez de los 17 kilómetros planificados, el dinero alcanzó sólo para diez. La Primera Guerra Mundial interrumpió su construcción y a partir de 1921 se utilizó para probar autos de carrera.
En 1926, una asociación alemana comenzó a promocionar la construcción de una vía que uniera Hamburgo con Basilea, pasando por Fráncfort del Meno. La iniciativa se llamó “Hafraba” (Hamburg-Frankfurt-Basel). Ésta, en un primer momento rechazada por los nazis, fue después acaparada por Hitler.
Hitler y la movilidad
Los historiadores coinciden en que Hitler acertó al reconocer la tendencia a una movilidad cada vez más global e importante. Y también acertó al pensar que con ello podía seducir a una nación y asegurar su poder. Su aparato de propaganda comenzó entonces a prometerle movilidad a un pueblo que podría al fin viajar.
Según los planes, se construirían 1000 kilómetros de autopistas anualmente. En 1934, Hitler hablaba del comienzo de una “batalla laboral” que iba a generar 600.000 puestos de trabajo.
La verdad fue otra. En los momentos más intensos apenas llegaron a ser 120.000 obreros los que a punta de pico y pala construyeron esas vías. La enfermedad y el hambre los acompañaban; las huelgas que hicieron fueron su pasaje al campo de concentración. Sus historias no fueron del dominio público. A la vez, en el transcurso del régimen nazi, cada vez más obreros ingresan en la boyante industria armamentista. Lo que realmente ayudó a reducir el desempleo.
Un mito exitoso
Durante la guerra, prisioneros y judíos obligados a trabajos forzados se encargaron de la construcción de las vías. Los otros hombres acudieron al frente de combate. Así, para 1941, hay apenas 3800 kilómetros terminados. En 1943, dado que el tráfico de coches es tan limitado, las autopistas se abren a la circulación de bicicletas.
No obstante, el aparato de propaganda siguió alimentando la mentira. Y tuvo éxito. En las películas y las fotos que difundía se mostraba grandes contingentes de obreros trabajando en autopistas en las que las obras habían sido detenidas hacía ya rato. Estas imágenes marcaron la memoria de toda una generación. Los nazis habían logrado imponer su mito.
Autor: Dick, W. / Lichtenberg, A./Mirra Banchón
Editora: Claudia Herrera Pahl