Hong Kong y el retorno del fantasma de Tiananmen
21 de agosto de 2019El conflicto entre Hong Kong y China sigue escalando. El lunes, el New York Times informó que Facebook y Twitter habían borrado decenas de cuentas chinas porque divulgaban información falsa sobre las protestas en Hong Kong. Entre las cosas que se decían, estaba que las manifestaciones eran manejadas desde Occidente. La máquina estatal china de propaganda no contaba con que las empresas de internet habían aprendido la lección del desastre de las elecciones estadounidenses de 2016, donde los bots rusos polarizaron las noticias a favor de Donald Trump.
Los tanques están listos
Por décima semana consecutiva, el pasado fin de semana los hongkoneses salieron en masa a las calles, para luchar por la democracia que, en 1997, las autoridades chinas les prometieron con el lema "Un país, dos sistemas". Todavía se puede protestar, pero no está claro hasta cuándo: tras la frontera, los líderes comunistas han sacado los tanques a las calles para mostrar a Hong Kong que toda la agitación que han generado es vigilada por Pekín. Los expertos debaten sobre si China actuará con fuerza militar o no, y sobre qué gana o pierde el país tomando esa dirección.
Estas evaluaciones se realizan sobre la base de la racionalidad, lo que podría ser un grave error. Desde una perspectiva racional, sería desastroso para China optar por las armas 30 años después de haber aplastado con tanques las manifestaciones de la plaza de Tiananmen, en Pekín. Pero no hay que olvidar que el presidente Xi fue bastante claro en enero de este año, cuando amenazó a los taiwaneses con anexar el país y aplicar también allí aquello de "un país, dos sistemas" si se les ocurría declarar la independencia o negar el dominio chino. Pekín ve a Taiwán como una provincia rebelde, mientras que el resto del planeta entiende a la isla como un país independiente.
Xi Jinping no quiere secesiones
En el congreso partidario de otoño de 2017, Xi Jinping ya dejó claro que no permitirá separaciones de ningún tipo en China. En esa fecha, las cosas estaban relativamente tranquilasen Hong Kong, pues las masivas protestas de 2014 habían perdido fuelle. ¿Qué opciones tiene ahora Xi, tras haber llegado tan lejos con su retórica? A diferencia de Taiwán, Hong Kong pertenece de facto a China, aun cuando los manifestantes insisten en lo contrario, proclamando a los cuatro vientos que "Hong Kong no es China". Quizás Pekín debería tomarse la molestia de conversar con la sociedad de la Región Administrativa Especial de Hong Kong y escuchar sus demandas.
"Un país, dos sistemas" nunca se ha entendido en Pekín como en Occidente, donde se creía que China se modernizaría y democratizaría en la medida que perteneciera a instituciones como la Organización Mundial del Comercio. Hoy pareciera que Xi Jinping no tiene ánimos de esperar hasta 2047, cuando termina la condición de región especial de Hong Kong, menos aún cuando tiende a pensarse que Hong Kong es un lugar mejor que China. Desde que asumió en 2012, Xi ha llevado a su país de vuelta a un estado ideológico, a diferencia de la relajación impuesta por Deng Xiaoping tras la devastación generada por los años de Mao y la Revolución Cultural.
Occidente no tiene la culpa
De esta forma, se entiende que Occidente sea declarado responsable, en la prensa estatal china, de lo que ocurre en Hong Kong, siguiendo un comportamiento de manual de las teorías conspirativas. Quizás habría que verlo de otra manera: en todos los lugares de "influencia" china, como Taiwán y Hong Kong, puestos a elegir entre democracia y dictadura comunista, los ciudadanos eligen democracia. Solo ello debería llevarnos a quienes vivimos en el mundo libre a trabajar más para mejorar la democracia y sus instituciones.
Por ahora, no se puede descartar que la República Popular, a pesar de todos los daños que ello generaría, invada militarmente Hong Kong, y destruya con ello la condición especial que la ciudad debería disfrutar hasta 2047. Eso sería una suerte de "Tiananmen recargado", el retorno de los tanques que sacudieron al mundo en junio de 1989.
Autor: Alexander Görlach (dzc/rml)
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