Hugo y Evo en Viena
14 de mayo de 2006Prácticamente había comenzado el encuentro superlativo cuando de pronto pasó un río interminable de presidentes, cada uno seguido por una procesión de ministros y delegados. Exactamente fueron 33 jefes de Estado y de Gobierno de América Latina y el Caribe y los de los 25 países miembro de la Unión Europea. Se dirigían todos hacia uno de los recintos feriales en donde se tomaría la llamada “foto de familia” de los mandatarios de los dos bloques geográficos. Fue un espectáculo poco común y por cierto un ejercicio visual reconocer a figuras que sólo se conocen de fotografías en los periódicos.
Pasó el secretario general de la ONU, Kofi Annan. Pasó Blair con su eterna sonrisa y aspecto de sunny boy, también inconfundible fue Fox por su estatura que sobresalía del resto. Conocidos y reconocibles son Barroso, Chirac, Lula y Kirchner, por supuesto. Incluso Tabaré Vázquez o la alemana Angela Merkel. Pero, ¿ha visto alguna vez en persona al primer ministro turco Recep Tazip Erdogan? ¿o al presidente del Parlamento Europeo, Joseph Borell? ¿Sabe que Knowison Gift es el jefe diplomático de Trinidad y Tobago? Los organizadores de la cumbre publicaron un folleto titulado “Quién es quién”, con fotografía, nombre y cargo de los asistentes al magno evento. Aún así, en la práctica era imposible reconocerlos a todos.
Hugo Chávez, envolvente
De pronto apareció una figura inconfundible. Su paso seguro y alta estima se ha ido a las alturas como el precio del petróleo. El controvertido presidente de Venezuela, Hugo Chávez, admirado por unos por atreverse a decir lo que otros piensan. Llamado tsunami político y populista incendiario, quien ha levantado condena y aplausos al llamar a Bush terrorista o al presidente de México, “cachorro del imperio”.
Para los cientos de periodistas presentes, Chávez, junto con su homólogo y amigo boliviano, Evo Morales, eran las figuras protagonistas del encuentro que a su peculiar manera contribuyeron a despertar el interés de Europa en el subcontinente.
“Mala suerte hay que tener para estar junto a usted y que no le funcione a uno el micrófono”, dije a Chávez mientras probaba desesperada el audio. Como es sabido cuando se acerca un periodista a un presidente y éste lo toma en cuenta, entonces se convierte uno en intocable para los guardaespaldas que lo custodian y los de Chávez son famosos por su rudeza con la prensa.
¿Cuál es su visión de integración en América Latina? (por fin funcionó el micrófono)
“La visión parte de una realidad”, dijo Chávez, cuya edad parece indefinida pese a sus 51 años. “Está terminando una era en América Latina. La pretensión imperialista de los Estados Unidos de imponer un modelo diseñado a su imagen y semejanza, un modelo diseñado en función únicamente de los intereses del imperio, de los intereses norteamericanos llegó a su fin y eso comenzó antes de los 90, se aceleró con la caída de la Unión Soviética, entonces se trata de imponer el consenso de Washington y el llamado nuevo orden mundial que lo que ha generado es un nuevo desorden mundial y una era de guerra y de enfrentamiento. América Latina creo que renace y la realidad de América Latina derrota al modelo imperialista y está naciendo una nueva era y los pueblos claman por un nuevo modelo de integración. En eso estamos, estamos en lo que decía Gramsci. El fin de una era y el comienzo de otra. Y ahí hay terremotos políticos”, dijo con una voz profunda y llena de aplomo.
Evo, sencillo pero elocuente
Chávez ya no respondió la pregunta sobre qué clase de apoyo esperaría de los europeos.
¿Apoyo? –preguntó, cómo si no le interesara.
¿Está Evo por ahí? (su cuerpo de seguridad le había susurrado al oído que el presidente boliviano se acercaba a sus espaldas).
¡Evo! ¡Evo! ¡Camarada!, exclama Chávez.
¡Compañero! Dijo Evo Morales que lo saludaba por primera vez en la cumbre ya que Chávez había llegado apenas la noche anterior. Un abrazo y un ¡que gusto de verte! ¡Has causado revuelo aquí! Dijo Chávez a Morales, aludiendo a sus declaraciones la víspera cuando anunció que las empresas extranjeras que participaban en la explotación de hidrocarburos no serían indemnizadas.
Evo se reía a mandíbula batiente mientras en el fondo se escuchaba aclamar a otros periodistas: ¡son las estrellas! ¡Que estrella ni que nada! Respondió Chávez mientras volvía a evocar ese nombre sonoro: ¡Evo!
Esta periodista se sentía casi aturdida de estar en medio de esas dos figuras que dieron sabor y mucho de que hablar en esta cumbre.
¿Qué clase de apoyo espera usted de Europa?, (atiné a preguntarle a Evo Morales mientras veía en su semblante una expresión de alivio de que no fuera otra vez una de esas preguntas provocantes)
Con voz suave respondió “Europa tiene la obligación de reconocer un daño histórico con los pueblos indígenas y cómo ese daño histórico se repare permitiendo que los pueblos tengan derecho a decidir sobre sus recursos naturales, pues éstos serán una solución para los pueblos”.
En ese momento intervino Chávez en la conversación diciéndome: “Cuando tu escuchas a este hombre hablando (refiriéndose a Evo y abrazándolo) estás escuchando a un hombre directo descendiente de los incas: Tupac Amaru. Cuando lo picaron en pedazos lanzó la profecía “hoy muero pero algún día volveré hecho millones”. Véale la cara, me decía Chávez señalando a Evo. “Han vuelto, ahí están: Tupac Amaru”.
En eso la conversación fue interrumpida por la llegada del ministro de Exteriores español, Miguel Angel Moratinos. ¡Moratinos! ¡Hermano!, exclamó Chávez. Por lo menos el saludo fue para mí una señal de distensión con España, pese al revuelo provocado la víspera por el anuncio del presidente boliviano. De una cosa si creo capaz a Chávez. No necesita hacerle la corte a nadie.