Incesto: 24 años de martirio en un sótano
28 de abril de 2008Más de dos días tardó la policía austríaca en conseguir la confesión completa de Josef F. Este lunes, el hombre, de 73 años de edad, admitió haber mantenido cautiva durante 24 años en un sótano a su hija, Elisabeth F., quien hoy en día tiene 42 años de edad. Igualmente reconoció haber cometido incesto y procreado con ella 7 hijos y haber incinerado el cuerpo de uno de ellos, que murió poco después de nacer.
Detalles del horror
Lentamente van saliendo a la luz los pormenores de este escabroso caso. Se sabe, por ejemplo, que 3 de los niños que Elisabeth F. dio a luz en cautiverio permanecieron con ella encerrados en el subterráneo. Hoy tienen 19, 18 y 5 años, respectivamente. Los otros tres fueron criados en cambio por el padre y victimario junto a su esposa, quien asegura no haber tenido noción alguna de lo que ocurría en el subterráneo de su propia vivienda. El hombre, un técnico en electrónica ya jubilado, había prohibido tajantemente a la familia acercarse al sótano, sellado con una puerta de acero que sólo podía abrirse con una combinación de números.
Las primeras imágenes dadas a conocer del recinto que sirvió de celda por más de dos décadas a la mujer y luego también a algunos de sus hijos revelan cómo vivían, apartados del mundo y fuera incluso del alcance de los rayos del sol. Unos 60 metros cuadrados de superficie, divididos en dos o tres piezas, habían sido habilitados como un departamento, con una cocinilla y un pequeño baño. Un televisor y una radio eran el único contacto de Elisabeth F. con el exterior.
Fachada de normalidad
Todo el horror que allí se vivió podría haberse prolongado aún más, de no haber sido porque la mayor las hijas nacidas en cautiverio enfermó gravemente y el victimario accedió a llevarla al hospital. Allí comenzaron a hacerse indagaciones para encontrar a la madre, con la esperanza de que pudiera entregar información valiosa para los médicos.
¿Cómo fue posible que el hombre mantuviera por tantos años a sus víctimas encerradas, sin que nadie lo advirtiera? ¿Cómo hizo para alimentarlas? Muchas son las preguntas que aún no tienen una respuesta definitiva. Lo cierto es que Josef F. a todas luces consiguió llevar una doble vida y montar un andamiaje de mentiras al parecer convincentes para su entorno. Primero explicó la desaparición de su hija, en 1984, diciendo que se había ido con una secta. Luego logró quedarse abiertamente con tres de los hijos nacidos de su relación incestuosa, afirmando en cada oportunidad que los bebés habían sido depositados por la hija en la puerta de su casa, con una nota en que pedía a los abuelos hacerse cargo de ellos.
Natascha Kampusch ofrece ayuda
El hecho de que las autoridades no sospecharan ya está levantando críticas en Austria, donde el caso de Natascha Kampusch está aún fresco en la memoria. La joven, que fue secuestrada a los 10 años de edad y mantenida prisionera hasta los 18, se muestra ahora solidaria con Elisabeth F. y sus hijos, y ha ofrecido ayudarlos financieramente. También dijo estar dispuesta a conversar con las víctimas. Éstas, por lo pronto, se encuentran ahora en manos de médicos y sicólogos y se estima que necesitarán un largo tiempo para comenzar a adaptarse a una vida que ojalá llegue a acercarse algún día a la normalidad.
Mientras Josef F. espera ahora el momento de su juicio, la población de Amstetten -donde ocurrieron los hechos- permanece consternada ante un caso que, según las palabras del director de seguridad Franz Prucher, “sobrepasa todas las dimensiones” conocidas.