Inmigrantes son más propensos a sufrir depresiones
11 de septiembre de 2007Hasta ahora se han considerado sólo las ventajas económicas de la migración, más no los sacrificios de la salud personal.
En Alemania son tratadas actualmente cuatro millones de personas de enfermedades nerviosas o psíquicas y unos 10 millones han sufrido de una depresión hasta los 65 años. Con motivo de la celebración del Día Europeo de la Depresión el próximo 4 de octubre, el estado de salud de los inmigrantes en Alemania es tema de estudio.
La depresión no es un juego. Sólo en Alemania, en el 90% de los casos, la depresión es la causa de 11.000 suicidios cada año. Los inmigrantes son un grupo especialmente vulnerable a las incidencias de la depresión. Deficiencias de manejo de la lengua y desconocimiento impiden, a menudo, un diagnóstico a tiempo.
Una visión puramente económica
Desde una perspectiva microeconómica se presume que la mayoría de las personas que planean emigrar, hace un balance de costos y ventajas. Si el resultado económico esperado es positivo, entonces el o la emigrante toma la decisión de salir de su país. Esta visión netamente económica deja empero de un lado las grandes tensiones que generan el cambio de país, cultura y trabajo. Tensiones que no todos logran superar.
Por lo general, los inmigrantes han pasado un largo proceso, a menudo, lleno de tensiones y expectativas por la aprobación o no de una petición de visa o asilo, por ejemplo. Muchos vienen de abandonar o perder su medio social y laboral. A ello se le agrega incluso la pérdida de sus propiedades en los países. Después de todas las penurias muchos inmigrantes se ven aquí confrontados con otra cultura y un idioma desconocidos.
Depresión: también en Alemania un tabú
Según estudios promovidos por el Instituto Sigmund Freud, con sede en Fráncfort del Meno, la mayoría de los inmigrantes no consulta a un psiquiatra porque no sabría cómo explicarle su estado en alemán. Esta carencia tiene un efecto grave, pues permite que la enfermedad desarrolle todo su cuadro clínico por falta de diagnóstico y tratamiento.
Como todas las enfermedades nerviosas, la depresión también es en Alemania un “tabú” que incluso no se rompe ni en el seno de la familia. Y mucho menos se habla de depresión fuera de la familia.
Aparte de las dificultades para establecer una comunicación entre paciente extranjero y médico alemán, se sabe que hay extranjeros que prefieren no consultar al médico por temor a perder la plaza de trabajo o incluso, por temor a que sean considerados “ciudadanos peligrosos” y les sea negado o retirado el permiso de residencia.
¿Enfermo y sin hablar alemán?
Aunque la depresión lleve el mismo nombre, se puede manifestar en las más diferentes formas: mientras algunos se sienten sin ningún ánimo de emprender algo, otros tienen dolores físicos.
En Berlín las autoridades sanitarias han reconocido las deficiencias de atención a su población no alemana. De eso surgió la “Alianza contra la depresión” que busca informar a la gran minoría turca, pero también a las comunidades rusa y polaca, afectadas especialmente por las enfermedades nerviosas.
También en Núremberg y Fürth se ha identificado y tratado dicha carencia. “En ambas ciudades hay un psicoterapeuta que habla turco”, dice la pedagoga social Aynur Kir-Sorgin, de la Clínica Psiquiátrica de Núremberg. Ahora el problema es que no hay un lugar adecuado a donde remitir los pacientes que sólo hablan turco después de haber sido dados de alta del hospital.