Intereses enfrentados complican la crisis siria
14 de septiembre de 2013A juicio de algunos analistas, las conversaciones mantenidas en Ginebra durante los últimos tres días por el Secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, culminaron con una nota esperanzadora. Margarete Klein, investigadora de la Fundación Ciencia y Política (SWP, por sus siglas en alemán) de Berlín y conocedora de la política exterior rusa, es una de ellas. Puede que no se pueda hablar de un éxito rotundo, concede la experta, “pero es la primera oportunidad que ha surgido en mucho tiempo de solucionar el conflicto interno sirio por la vía diplomática”, explica.
El hombre fuerte de la Casa Blanca, Barack Obama, pospuso un ataque militar contra el líder sirio, Bashar al-Assad, bajo la condición de que este someta su arsenal químico al escrutinio internacional. Esta concesión llevó a la revista alemana Der Spiegel a comentar que Moscú había doblegado la voluntad del presidente estadounidense. Pero Obama no canceló la intervención militar en Siria, solo la postergó: si Damasco no honra su compromiso de mostrar sus armas químicas al mundo, Washington dará luz verde a un ataque contra el estamento de Assad. La oposición siria observa esta táctica con escepticismo.
“Al régimen de Assad no se le debería permitir que retrase indefinidamente las reacciones de la comunidad internacional, mientras sigue agrediendo a sus anchas a la población”, comentó este viernes (13.9.2013) la Coalición Nacional de los Revolucionarios y las Fuerzas Opositoras de Siria en un comunicado. Y es que, aún sin la implementación de las armas químicas, la guerra civil continúa. Esta posición deja claro que los actores nacionales e internacionales de este conflicto tienen diferentes prioridades, cuando no intereses enfrentados. Los rusos y los estadounidenses quieren evitar que el arsenal químico caiga en manos de islamistas radicales.
Faltan denominadores comunes en Siria
Mientras tanto, la oposición siria está esperando a que la comunidad internacional la apoye en su lucha para sacar a Assad del poder. Klein, de la SWP, sostiene que por eso se cifran tantas esperanzas en la continuación de la ronda de Ginebra, protagonizada esta semana por los emisarios de Washington y Moscú. Un “Ginebra II” podría ampliar su agenda para ir más allá de las armas químicas e incluir a representantes de las partes en discordia para que lleguen a compromisos: el Gobierno debe renunciar a que Assad sea parte de la solución y la oposición debe mostrarse dispuesta a sentarse a negociar en una mesa.
“En principio, la Coalición Nacional no está en contra de mantener conversaciones, pero sí es muy escéptica”, comenta Abdul Rahman Al Haj, director del departamento de medios de esa organización. David Butter, analista del Cercano Oriente del think tank londinense Chattham House, percibe otro gran obstáculo para los esfuerzos diplomáticos: los intereses de otras instancias. Por un lado están Irán y la organización islamista libanesa Hezbolá. “Ellos temen que Assad sea derrocado; ese sería un golpe duro para ellos”, señala Butter. Por otro lado están los extremistas extranjeros que respaldan a la oposición siria en su lucha contra Assad.
Según Butter, la presencia de los extremistas atenta contra la cohesión del frente opositor sirio. “Desde hace meses se registran tensiones entre los grupos moderados de la oposición y los yihadistas, sobre todo los agentes del grupo Un Estado Islámico para Irán y Siria. En Siria, los intereses más diversos colisionan. Si los diplomáticos llegan a consumar una cumbre para la pacificación de Siria –un “Ginebra II”– deberán aplicar todas sus destrezas para estimular la negociación. “Existe la posibilidad de poner fin a la violencia en Siria, pero hay una brecha enorme entre las posiciones de todos los involucrados”, cierra Butter.
Autor: Kersten Knipp (ERC)
Editora: M. Santacecilia