“Internet debe ser libre y seguro para todos”
16 de noviembre de 2007Unos 1.200 científicos y conocedores de Internet se reunieron del 12 al 15 de noviembre en Brasil, invitados por la ONU y por el Gobierno de este país latinoamericano. La seguridad, la transparencia y las infraestructuras críticas de la Red fueron, entre otros, los temas a debatir. Como también lo fue el desigual acceso a la conexión global: una situación que el Internet Governance Forum (IGF), nacido en la Cumbre Internacional de Información de 2003 en Túnez, se fijó como objetivo combatir.
Wolfgang Kleinwächter es profesor de Política en Internet y Regulación de la Red. Su libro The Power of Ideas: Internet Governance in a Global Stakeholder Evironment, salió a la luz auspiciado por el presidente alemán, Horst Köhler, y fue uno de los manuscritos discutidos en Brasil.
Alemania se presentó en el II Internet Governance Forum de Río como “país de las ideas”. ¿Cómo se imaginan los alemanes la futura organización global de la Red?
Definir una 'posición alemana' no es fácil, puesto que estamos ante un proceso en el que intervienen múltiples actores y sobre el que los gobiernos, la sociedad civil y las entidades privadas no tienen una visión única. No por ello deja de existir gran unidad respecto a la idea de que la Red debe de ser libre y segura para todos.
En lo que a la ICANN [Internet Corporation for Assigned Names and Numbers] y la administración de los recursos básicos del Internet se refiere, reina el consenso de que debemos reducir el papel dominante del Gobierno estadounidense.
El ministro de Cultura brasileño, Gilberto Gil, propuso en la inauguración del IGF que la administración de Internet pase de la ICANN a manos de Naciones Unidas. ¿Qué opina de la sugerencia?
No estoy de acuerdo. La ICANN ha demostrado ser una fuente estable de innovación, pese a todas sus debilidades, que ha salvaguardado el mecanismo: el proceso de desarrollo político es transparente, las decisiones se toman tras ser sometidas a un debate abierto en el que todo el mundo puede participar y después de haber consultado a los actores implicados. El gremio es muy internacional y se renueva constantemente, ya que nadie puede ser miembro por un periodo superior a seis años. Y, además, la efectividad de las estructuras es sometida a controles permanentes.
Dejar todo eso en manos de Naciones Unidas sería asumir el gran riesgo de que la técnica acabe sirviendo aún más a los intereses políticos, cosa que perjudicaría en primer lugar a los internautas.
¿No podría el IGF, como “representante de la sociedad civil internacional”, asumir esa tarea?
El IGF es una plataforma magnífica para la discusión. En él, cualquiera con buenos argumentos puede aportar su granito de arena para cambiar el complejo sistema global. Precisamente porque el IGF no tiene poder de decisión se pude discutir libremente. Convertirlo en una especie de organismo negociador tendría como consecuencia un resultado totalmente contrario a lo que el internauta espera, que no es otra cosa que el desarrollo de una Red segura y libre para todos.
¿Se puede “gobernar” en Internet sin que esa dirección suene a control?
Algunos aspectos, como los nombres de los dominios o las direcciones IP, necesitan regulación. Y para muchas cosas en Internet, como por ejemplo la lucha contra el crimen a través de la Red, se necesitan acuerdos de cooperación internacional. Pero el sistema administrativo está muy descentralizado. Otorgar a un solo organismo todo el control sería un sinsentido y no serviría para nada.
Sobre “cybercriminalidad” y acceso a la información, ¡siga leyendo!
La “cybercriminalidad” fue un tema muy discutido en Río. Medidas como el almacenamiento de datos telefónicos y de Internet, aprobada la semana pasada por el Parlamento alemán, ¿son buenos ejemplos sobre cómo un Estado puede perseguir el crimen en la Red?
Mi opinión personal es que un Estado tiene que tener mucho cuidado de no atentar contra los principios democráticos y las libertades básicas cuando persigue el fin legítimo de combatir el uso criminal de Internet. Los actos delictivos deben ser perseguidos, pero extender la sospecha general y espiar lo que cada cual hace en la Red es otra cuestión.
Aquí se requiere un sistema muy equilibrado, que también controle a los posibles controladores y siga un procedimiento estrictamente democrático. De lo contrario, se puede caer con mucha facilidad en una situación similar a la china.
Otro tema en la IFG de Río fue el derecho al acceso a la información. ¿Cómo se puede acabar en este ámbito con la brecha entre países desarrollados y en vías de desarrollo?
Ese es uno de los grandes desafíos para el futuro. Hasta el 2015, así lo ha decidido la Conferencia Mundial sobre la Sociedad de la Información, la mitad de la humanidad, es decir, unos 3.000 millones de personas, deben estar online. Para lograr este fin tienen que cubrirse, sin embargo, otra gran cantidad de necesidades: desde la electricidad hasta la educación.
Pero las posibilidades de éxito no se presentan nada mal, teniendo en cuenta el boom de la telefonía móvil que estamos viviendo en África y en América Latina y contando con que, de aquí a tres o cinco años, casi todos esos teléfonos móviles serán pequeños ordenadores con acceso a Internet.
En su libro le pregunta usted a 34 expertos en tecnologías de la información sobre los principios del IFG y hace recomendaciones prácticas para convertir Internet en un medio más democrático. ¿Qué medida podría aplicarse ahora mismo sin muchas complicaciones?
Sería importante reforzar los conocimientos y la conciencia a nivel internacional sobre los problemas de Internet. Es decir, invertir más en educación. En Alemania, por ejemplo, se debería empezar a familiarizar a los niños con Internet desde edad preescolar.