Irak: Zona de peligro
17 de abril de 2004La inseguridad se ha apoderado de Irak. El 41% de la población cuenta incluso con el estallido de una guerra civil, de acuerdo con una encuesta del Instituto de Sicología de la Universidad de Bagdad, publicada este lunes por el diario El Schira. También en el exterior cunde la inquietud por la situación del país y, sobre todo, por el peligro que corren allí los ciudadanos extranjeros.
Liberación de rehenes
La buena noticia llegada desde Bagdad es que la influyente Asociación de Religiosos Musulmanes emitió un decreto, condenando la toma de rehenes. Un pronunciamiento que, al parecer, habría inducido a la liberación de una docena de cautivos de diversas nacionalidades. Eso es al menos lo que indicó Mohsen Abdel Hamid, representante del Consejo de Gobierno iraquí. Pero la incertidumbre no se disipa. De hecho, el alivio provocado por la puesta en libertad de un británico, el domingo, no duró mucho, ya que le siguió el anuncio de otros secuestros y desapariciones. A estas alturas, nadie sabe a ciencia cierta cuántos extranjeros están realmente en manos de rebeldes iraquíes.
El peligro sigue siendo inminente. En Alemania, el Ministerio de Relaciones Exteriores conminó a los ciudadanos germanos a dejar Irak, mientras se va convirtiendo en certeza que dos agentes de seguridad alemanes murieron en el ataque de que fue blanco su convoy el miércoles pasado, en las cercanías de Faluya.
Demasiado riesgo
Aunque cabe dudar de que la estrategia de la resistencia iraquí llegue a forzar la retirada de las tropas de ocupación, la actual oleada de violencia ya ha surtido efectos de otra índole. Por ejemplo, no pudo llevarse a cabo la primera feria comercial tras el término de la guerra, que estaba planeada para comienzos de abril. La extrema inseguridad imperante ahuyenta a empresarios y hombres de negocios.
También los miembros de organizaciones de ayuda emprenden la retirada. Este lunes abandonaron Irak los últimos colaboradores extranjeros de la organización alemana Help, que se dedica a desactivar minas, distribuir alimentos e instalar plantas de purificación de agua. "El riesgo se ha vuelto demasiado grande", explica el gerente de Help, Wolfgang Nierwetberg, quien afirmó que ya no quedan voluntarios germanos trabajando en el país.