“Israel no debe aplicar un castigo colectivo”
1 de julio de 2014La batalla verbal ya comenzó cuando el jefe de gobierno israelí, Benjamín Netanyahu calificó de “bestias”, “animales con forma humana”, y otras cosas por el estilo a los asesinos de los tres jóvenes israelíes y a quienes los apoyan, amenazando con “tomar represalias”. El grupo radical Hamás, por su parte, amenazó a Netanyahu con que se le “abrirían las puertas del infierno” si se atreve a llevar a cabo un ataque de grandes dimensiones a la Franja de Gaza.
De hecho, parecería que las puertas del infierno ya se han abierto y que es difícil impedir una escalada de violencia. Casi nadie cree que todo terminará con el asesinato de un miembro de Hamás y 30 ataques aéreos a Gaza, llevados a cabo por Israel en la noche del lunes (30.6.2014) luego del hallazgo de los cuerpos de los tres jóvenes israelíes. El llamado a tomar venganza es demasiado estruendoso, en especial en el sector del electorado que vota tradicionalmente a Netanyahu, el movimiento en pro de los asentamientos, por lo cual se cree que eso no quedará en un par de reacciones simbólicas. Aunque el presidente israelí así lo quisiese, eso sería imposible debido a la enorme presión política.
No hay justificación para el asesinato
La presión y la indignación del lado israelí son comprensibles. El asesinato de tres personas inocentes –adolescentes y civiles- es un crimen atroz para el que no puede existir ningún tipo de justificación. Ni la ofensiva política de asentamientos de Israel ni las violaciones de los derechos humanos perpetradas por los israelíes a los palestinos pueden tomarse como argumentos “morales” para un hecho de esas características. El asesinato de los tres adolescentes israelíes es un crimen execrable, llevado a cabo, presuntamente, por palestinos de línea dura cuyo objetivo primordial sería mantener vivo durante mucho más tiempo el conflicto entre israelíes y palestinos. A todo esto, se debe decir que Hamás niega, a pesar de su retórica plagada de odio, tener algo que ver con ese hecho, e Israel no ha podido presentar ninguna prueba al respecto.
Tal vez nunca sepamos con exactitud quién está detrás de los asesinatos, y quizás nadie más se lo pregunte tan pronto como los ataques israelíes en Cisjordania dejen cada vez más víctimas civiles, y comiencen a caer misiles en los asentamientos israelíes. Como es sabido, la espiral de violencia en Cercano Oriente se alimenta de odio, de sufrimiento y de injusticias, también del lado palestino, donde las condiciones de vida de las personas son mucho peores que en el israelí. Si bien Israel no es el único culpable, sí carga con gran parte de la responsabilidad.
Peligro de nueva guerra en la región
No se debe aplicar un “castigo colectivo” a la población civil palestina en Gaza. Pero ese es precisamente el peligro que se cierne sobre los palestinos si Europa y, en especial, EE. UU. no logran influir para que Netanyahu modere su reacción a los homicidios. El presidente israelí tiene otros motivos además de la venganza: quiere demostrarle a la comunidad internacional que Israel jamás cooperará con un gobierno de unidad palestino en el que, además del presidente, Mahmud Abbás, y su movimiento Fatah, también estaría representado Hamás.
La comunidad internacional, sin embargo, debe enfocarse en otros intereses. A pesar de ser una tarea difícil, es de desear que Israel y las autoridades palestinas trabajen de manera mancomunada para esclarecer los hechos, como lo propuso el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. Se debe evitar una nueva guerra por todos los medios, ya que eso no solo significaría una genuflexión ante los planes de los enemigos de la paz. En vista de la situación catastrófica en Irak, en Siria y otros países árabes, una nueva guerra entre israelíes y palestinos ampliaría aún más el peligroso caos en el que está sumida toda la región.