JMJ: Adiós a Colonia
21 de agosto de 2005Nunca antes un encuentro católico había convocado a tantos peregrinos en Alemania. Más de un millón de jóvenes y no tan jóvenes tomaron parte en la misa que ofició el Benedicto XVII en la explanada de Marienfeld (Campo de María), al Oeste de Colonia. Se trató, sin duda, de un "mega evento" juvenil, sólo comparable a los grandes conciertos de rock. Pero fue más que eso. El Papa lo subrayó especialmente en su homilía, al aludir al "boom religioso" que actualmente se percibe y advertir que, exagerando al extremo, "la religión se convierte casi en un producto de consumo".
¿Diversión o religión?
Mucho se habló en la prensa alemana acerca del verdadero carácter de estos días de fiesta católica. ¿Cuánto de religiosidad motivó a los peregrinos y cuánto de deseo de divertirse en una especie de festival internacional? Seguramente ambos factores son imposibles de separar. Pero no son excluyentes, como lo demostraron los numerosos grupos de jóvenes, llegados de los cinco continentes, que inundaron las calles de Colonia de una alegría ruidosa, inusual por estas latitudes germanas.
Más sorprendente aún fue constatar que el tumulto no significó caos, salvo algunas excepciones relacionadas con la logística y el transporte publico, que por momentos no dio abasto para tanto peregrino. No hubo, en cambio, vandalismo ni agresividad, como la que suele brotar cuando los individuos se convierten en masa. El triste espectáculo que estamos acostumbrados a ver, por ejemplo al término de grandes partidos de fútbol, brilló por su ausencia en Colonia y sus alrededores. Y eso marca una diferencia visible para todos, cristianos y no cristianos.
Debates pendientes
Ausente estuvo también, en gran medida, el debate acerca de temas que inquietan a buena parte de los católicos alemanes. La rígida moral sexual católica, la exclusión femenina de los sacramentos sacerdotales y otras materias candentes quedaron pendientes, para decepción de muchos alemanes. Pero eso no opacó la fiesta. Tampoco el llamado del Papa a ceñirse al catecismo y la doctrina de la Iglesia, que formuló en su homilía final señalando: "La religión buscada a la medida de cada uno a la postre no nos ayuda. Es cómoda, pero en el momento de crisis nos abandona a nuestra suerte".
Los jóvenes, que durante todos estos días corearon incansablemente "Be-ne de-to" al ritmo de sus palmas, parecen no sentirse defraudados por el conservadurismo del Papa Ratzinger. Para Benedicto XVI, el debut de su primer viaje al extranjero fue, en suma, un éxito. Y también para los organizadores de este encuentro. Está por verse aún si esta algarabía religiosa logra contagiar también a los germanos y hacerlos retornar a las misas dominicales. Pero, por lo pronto, desde Colonia emprenden el regreso a sus países miles de jóvenes motivados por la experiencia de un encuentro que por largo tiempo no olvidarán.