Karl Lagerfeld cumple indefinidos años
10 de septiembre de 2008Karl Lagerfeld siempre ha sido un excéntrico, y nunca se ha preocupado por ello. Su círculo de amistades es reducido, su verdadera historia está cargada de misterios. La falta de información la compensa revelando detalles y anécdotas superficiales, como su manía por comprar zapatos que le quedan pequeños, que tira la ropa interior tras el primer uso o que su madre se negó a darle de mamar: su marido se ganaba la vida con el negocio lácteo y sus pechos no iban a servir para tal labor.
Lagerfeld procede de una familia de acomodados industriales. De niño su objetivo principal fue crecer. Ninguna de las actividades típicas de su edad le divertían. Los clásicos de la literatura alemana, por los que aprendió a leer, y el dibujo eran sus pasiones. La moda vino después. Desde que se marchó a París su vida fue una sucesión de hechos grandiosos, cuyo culmen llegó en 1983, cuando ingresó en Chanel para convertirse en el heredero de Coco.
Un soñador minucioso
Según su currículum, Lagerfeld cumple 70 años. Sin embargo, hay quien asegura que son 75. "Mi edad está entre medias. Pero para saberlo con seguridad habrá que esperar a mis memorias", dice Lagerfeld en otro de esos guiños que tanto le gusta hacerle a la prensa. Nadie sabe cuándo se publicará su autobiografía, pero sí que ya existe un contrato con una editorial estadounidense.
Así que habrá que esperar, porque al multifacético diseñador no le gusta mostrar las cartas. Tampoco es amante de las retrospectivas ni de los homenajes. "Nadie te da un céntimo por el pasado", opina. Por eso no echa de menos su Hamburgo natal. Su sitio favorito, afirma, es aquel en el que se encuentra en cada momento.
"No tengo prejuicios, ni sobre los lugares ni sobre las personas", agrega. Con una única excepción: los intelectuales. "Quiero saberlo todo, pero no soy un intelectual, y no me gusta su compañía. En el fondo, soy el hombre más superficial del mundo", dijo en una entrevista con el diario británico Sunday Times.
El mayor enemigo de Lagerfeld es el aburrimiento. Su mayor inspiración, los sueños. De ellos extrae ideas para sus desfiles y creaciones, pese a ser un reconocido madrugador. Lagerfeld es perfeccionista y minucioso. 20 horas asegura pasar al día sentado en su escritorio. “Hay gente que dice que necesita irse a lugares exóticos para inspirarse. Yo creo que si te pones a trabajar, al final se te acaba ocurriendo algo”, comenta.
El mayor de sus logros
Chanel no podría haber encontrado mejor representante que Lagerfeld. En 1983, el diseñador llegó a la lujosa casa francesa para provocar una pequeña revolución. El modisto alemán se atrevió a confeccionar en cuero los modelos más tradicionales de la marca, o a combinar vestidos de noche con botas de motociclista, y trajo consigo algo de aire fresco cuando Chanel no pasaba por el mejor de sus momentos.
Pero Lagerfeld siempre se mantuvo fiel al estilo Coco. Mantener el equilibrio entre lo clásico, la provocación y las nuevas tendencias ha sido uno de sus grandes logros. Chanel volvió a lucir con todo su esplendor, y su éxito se extiende hasta hoy. A Lagerfeld le ha quedado además tiempo para fundar su propia colección, bajo el nombre Lagerfeld Gallery, realizar pinitos como fotógrafo, decorar interiores y porcelana y lanzar perfumes y libros de fotos.
Sin embargo, posiblemente la mejor creación de Lagerfeld sea él mismo. Con su coleta blanca, sus enormes gafas de sol negras, los numerosos anillos y su abanico, el "emperador Karl" se ha convertido en un símbolo andante. Su estilo personal, ese disfraz que lo hace parecer inalcanzable, refleja el espíritu de un modisto que no está atado al espacio, ni al tiempo.
A sus 70, o 75 años, Lagerfeld sigue sin dar por concluida su obra: "soy tan vanidoso como para creer que mi mejor y más influyente colección aún está por venir".