Klinsmann y Schuster: destinos paralelos
19 de noviembre de 2008Ambos llegaron a sus equipos actuales con diferencia de unos cuantos días. Primero lo hizo Jürgen Klinsmann, el 1 de julio pasado, en un arribo largamente anunciado al Bayern München. Ocho días más tarde, Bernd Schuster era presentado como nuevo técnico del Real Madrid.
Tanto Klinsmann como Schuster llegaban a sus cuadros con relativamente poca experiencia en el banquillo; el primero nunca había dirigido a un club, aunque sí había llevado a la selección germana a conquistar el tercer sitio en la Copa del Mundo Alemania 2006. Schuster, por su parte, venía del Getafe, conjunto modesto al cual había levantado durante su gestión.
El tamaño de la esperanza
Pese a lo anterior, y a que aterrizaban en conjuntos campeones, ambos levantaron enormes expectativas. Hoy, Klinsmann y Schuster se ven unidos por una circunstancia compleja, al no cumplir del todo con las esperanzas de directivos y aficionados.
No se trata de una cuestión puramente deportiva. A juzgar estrictamente por el desempeño, las gestiones de Klinsi y de “Bernardo”, como llaman a Schuster en Madrid, no pueden calificarse como un fracaso.
El Real Madrid marcha en cuarto lugar de la tabla general de la Primera División española, empatado a 23 unidades con el Sevilla y a cinco puntos del líder, el FC Barcelona.
En la Bundesliga de Alemania, el Bayern München está en tercera posición con 25 puntos, tres menos que Bayer Leverkusen y Hoffenheim, primero y segundo respectivamente. El cuadro bávaro tiene buenas posibilidades de escalar hasta la cima en las próximas jornadas.
Pero Klinsmann y Schuster no dirigen equipos comunes y corrientes. En otras palabras, los números no lo son todo en cuadros de categoría internacional. En el Bayern, el problema es que no se nota contundencia ni regularidad.
No hay una sensación clara de dominio como en la temporada pasada, lo cual perjudica al club y a Klinsmann, pero beneficia a la contienda de la liga alemana en general.
De esto, Klinsmann tiene una parte de la responsabilidad. Pero no toda. A principios de la temporada, la llegada del ex delantero fue ensalzada por la prensa deportiva como un parteaguas en la historia del balompié germano; un punto a partir del cual el fútbol alemán sería nuevo y competitivo
Fue visto, en este sentido, como una especie de Barack Obama del mundo deportivo.
A todas luces, se trataba de una exageración. Klinsmann llegó acompañado de una mística que cautivó a algunos e hizo reir a otros, colocando una gran efigie budista en el campo de entrenamiento.
Pero hemos visto a lo largo de trece jornadas a un cuadro irregular, que por momentos se ha mantenido gracias a chispazos individuales como el providencial gol de Klose ante Karlsruhe.
El gran salvador, Franck Ribery, aún no recupera su nivel tras la grave lesión que sufrió en la Eurocopa. Y para colmo, la defensiva central comienza a hacer agua ante las discrepancias entre Lucio y Demichelis.
El resultado: Klinsmann fue abucheado durante la asamblea general del Bayern realizada hace unas semanas, mientras que “el enemigo favorito” de los aficionados muniqueses, el gerente Uli Höneß, recibió aplausos.
Los mismos directivos del FC Bayern München tuvieron que salir al paso al manifestar su apoyo al proyecto de Klinsmann.
Votos de confianza
Los problemas de Schuster son otros, desde aparentes desencuentros con la directiva hasta la lesión de holandés van Nistelrooy. También falta el espíritu que demanda un cuadro de tal jerarquía. En todo caso, tanto el entrenador del Bayern como el del Real Madrid han recibido votos de confianza.
Al mismo tiempo, los merengues han anunciado que se reforzarán en invierno. El Bayern, por su parte, podría vender a Podolski y ceder a préstamo a otros jugadores como Sosa, a fin de acabar con focos de insatisfacción. Además, los bávaros andan tras de un centro delantero, y se insiste en nombrar a Mario Gomez del Stuttgart (paradójicamente, también candidato para reforzar al Real Madrid).
Pero desde ya se perfila el gran reto al que se enfrentarán Klinsmann y Schuster al comenzar el recesivo año 2009: o logran vencer y convencer, o podría pasarles lo que a sus antecesores Ottmar Hitzfeld y Fabio Capello. Éstos dirigen ahora a selecciones nacionales sin el glamour de antaño pero, aparentemente, con mucha menor presión extradeportiva.